- En un acto cargado de emotividad y recuerdo, Antonio Varas de la Rosa, pintor madrileño afincado en Salamanca, ha donado al Ayuntamiento de Tábara un cuadro en memoria del devastador incendio que asoló la Sierra de la Culebra en 2022. El óleo, titulado «Renacer entre Cenizas», retrata con impresionante realismo el paisaje desolado que dejó el fuego, ofreciendo a la vez un rayo de esperanza.
El cuadro, de notable belleza y profundidad, muestra un pastor difuminado que representa a todos los afectados por la tragedia. A su lado, un perro busca comida entre los escombros negros de un corral en Abejera, simbolizando la desesperación y la lucha por la supervivencia. La obra no solo encarna el sufrimiento de personas y animales, sino que también encuentra en el cielo gris una luz azulada, señal de renovación y esperanza.
Varas de la Rosa, licenciado en Bellas Artes y con una carrera que abarca desde la ilustración y el dibujo hasta la enseñanza, es conocido por su versatilidad. Su estilo, una fusión de figuración con elementos clasicistas, impresionistas, expresionistas y surrealistas, le permite abordar temas diversos con una profunda sensibilidad. Este cuadro, en particular, refleja su habilidad para captar la esencia del dolor y la esperanza en medio de la adversidad.
El Ayuntamiento de Tábara ha expresado su más sincero agradecimiento al pintor por su generosa donación y su empatía hacia los habitantes de la Sierra de la Culebra. La obra será expuesta en las instalaciones del Ayuntamiento, ofreciendo a los vecinos un espacio para el recuerdo y el reconocimiento de lo vivido.
En palabras del alcalde, «La donación de Antonio Varas de la Rosa no solo enriquece nuestro patrimonio cultural, sino que también nos brinda una herramienta para procesar el dolor y la pérdida que experimentamos. Este cuadro nos ofrece una ventana hacia la esperanza y la posibilidad de sanar a través del arte.»
Los vecinos de Tábara, profundamente conmovidos, agradecen la sensibilidad del artista. Su obra no solo documenta una tragedia, sino que también honra la memoria de los afectados, ofreciendo un testimonio duradero de su resiliencia y la fuerza de la comunidad. La pintura, ahora un símbolo de esperanza y renovación, quedará como un recordatorio constante de que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay lugar para la luz.