En un lugar apartado de la alta Sanabria, donde antiguamente resultaba muy difícil llegar por lo abrupto del terreno y la climatología muchas veces adversa, antes de acercarnos a la frontera portuguesa, se encuentra el pequeño pueblo de Calabor en el que su balneario ha representado durante tiempo una de las principales señas de identidad de esta localidad.

            Se encuentra situado entre grandes cimas que dan un encanto muy especial de soledad y aislamiento a este lugar y entre el pueblo situado en el valle y las cumbres, se encuentra el balneario de Calabor que ya a finales del siglo XIX era reconocido no solo en la provincia, sino que muchas personas de diferentes partes de la península y del mundo acudían atraídos por las propiedades que el agua ofrecía para las dolencias de quienes veían en ellas el remedio para los males que les aquejaban.

            El complejo disponía de dos partes diferenciadas, el balneario en el que se daban los baños y la zona de aguas que tantos beneficios aportaba para la salud.

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            Se cree que la afición que se tenía a los baños viene desde muy antiguo, ya hace milenios que las gentes de la zona descubrieron la falla en la que manaba un agua diferente a la que había en la mayoría de los manantiales de la zona y los romanos primero y más tarde los visigodos, supieron beneficiarse de las propiedades que el manantial les ofrecía.

            Fue en el año 1887 cuando las aguas de Calabor fueron declaradas de utilidad publica como aguas minero medicinales y se fue construyendo alrededor del manantial un balneario que llegó a tener tres plantas hasta que una noche de navidad el fuego lo destruyó por completo en la década de los sesenta.

            Pero la comercialización de las aguas que procedían del manantial continuó realizándose con altibajos hasta que finalmente decayó de una forma completa y en el año 1989 salió a subasta todo el complejo y comenzó una nueva andadura con un proyecto empresarial que trata de recuperar la comercialización de las aguas y dotar al lugar de un nuevo balneario mas acorde con los tiempos y las necesidades en las que nos encontramos.

            Las aguas que proceden del manantial fluyen entre la roca viva, en una zona en la que predomina la pizarra, el cuarzo y el granito lo que van confiriendo unas características muy especiales al producto final que se recoge en una especie de piscina natural de piedra en la que se pueden ver asientos de sillería que seguramente proceden de la época de los romanos cuando estaba al descubierto y los usuarios se sentaban para tomar las aguas.

            Esta piscina en la roca tiene una profundidad de metro y medio y acoge de forma permanente unos 15.000 litros de agua que según algunos geólogos procede de alguna falla en el lejano mar del norte y las aguas que produce pueden tener cientos o miles de años en los que han estado recorriendo el subsuelo y cuando salen a la superficie lo hacen enriquecidas por todos los minerales que las han ido impregnando por eso en la pileta pueden verse unos microorganismos que forman una telilla blanca muy apreciada por quienes se la aplicaban en la piel para recibir de esa forma los efectos beneficiosos que podían aportarles.

            Las gentes que acudían a Calabor, buscaban en sus aguas el remedio para los males que padecían y lo hacían bien tomando los baños que producían beneficios en la piel hidratándola y actuando contra algunas enfermedades que en ellas se producían como las dermatitis y soriasis y también encontraban en su ingestión los beneficios que reportaba al organismo sobre todo en las dolencias de riñón, del aparato digestivo, de ulceras internas y otros males que afectaban a la población.

            Había quienes recibían el tratamiento a través de las vías respiratorias inhalando los vapores que las diferencias de temperatura ocasionaban en la salida al exterior de las aguas.

            Está comprobado científicamente sobre los beneficios que esta agua aporta al organismo de las personas al tener un ph por encima de ocho por lo que muchos dietistas recomiendan su ingestión para contrarrestar algunos productos que habitualmente ingerimos y van causando en el organismo de las personas algunas alteraciones.

            Toda la zona en la que se encuentra el balneario es rica en diferentes minerales como lo atestigua una antigua ceca de emisión de moneda que había en el pueblo y esos minerales entre los que el agua va discurriendo son los que le confieren una gran parte de las características que posee.

            Cuando se comenzó la nueva comercialización de las aguas de Calabor, se detectaron en las botellas algunos precipitados que no eran normales en este producto y se llevaron algunas muestras para su análisis a la cátedra de microbiología y el resultado fue la detección de unos microorganismos que formaban unas colonias de cristal que eran desconocidas y se la denominó agua de Swarowsky por esos microorganismos vivos que aparecían y no estaban catalogados lo que hace que este tipo de agua, sea un agua viva que va evolucionando en el interior de la botella y con el paso del tiempo hace visibles los silicatos que se producen de los sedimentos naturales.

            Los alrededores del lugar en el que se encuentra el manantial se cree que proceden de una zona geológica muy antigua situada un valle marino que sumergió hace millones de años como lo atestiguan algunos estratos encontrados en los que se pueden identificar craptolitos marinos que habitaban en las profundidades.

            Como mejor se conserva y evoluciona el agua es en los envases de cristal y en Calabor se cuida al máximo la calidad del agua que distribuyen para lo que el envasado se hace en unas botellas especiales y que se diferencian de la mayoría de las que hay en el mercado por estar elaboradas con un vidrio opaco que filtra los rayos ultravioleta que pueden dañar a los microorganismos que dan su particular carácter a este agua.

            Las botellas son personalizadas y se puede saber del manantial del que proceden solo con ver las tallas de una o varias piedras que se contemplan en los vidrios.

            Los responsables de este proyecto, son conscientes que para mantener la calidad que desean seguir ofreciendo, la producción no puede ser mayor de la que el manantial alimenta, por eso realizan una distribución muy personalizada en la que quieren diferenciarse del resto de productos que se encuentran en el mercado porque lo que ellos distribuyen es diferente a la mayoría de las aguas que se pueden encontrar en las estanterías de las tiendas.

            Así fue como posicionaron al agua de Calabor desde que en sus orígenes comenzaron a distribuirla porque aún se conserva algún envase que se vendía en farmacias, como una referencia que se tiene de una botella que al precio de 1 peseta se vendía en una farmacia de Madrid en la calle San Bernardo que actualmente sigue en funcionamiento.

            Simultáneamente, a la comercialización del agua, se está realizando el proyecto del nuevo Balneario en el que se busca también la calidad frente a la masificación que podía representar atender a un número de personas demasiado elevado.

            El nuevo balneario se va a situar en el entorno en el que se encontraba el original en una ladera situada unos 50 metros más alto que el antiguo y pese a que parece una moderna construcción y lo es, se está utilizando en su construcción la arquitectura tradicional de la zona en la que predomina la piedra de pizarra en lajas.

            Se espera que antes de dos años, el balneario se encuentre en funcionamiento y las 21 habitaciones con las que va a contar, la zona de baños y el restaurante se encuentren en pleno funcionamiento.

            Creemos que las personas que decidan visitar este lugar, además de disfrutar de unas aguas muy diferentes a las que se pueden encontrar en otros lugares, van a poder sentir encontrarse en unos parajes únicos en los que el aislamiento les va a hacer imaginarse que se encuentran en un mundo aislado y diferente.

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