SAF – 29 de abril de 2017.

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Mañana Domingo, a partir de las diez de la noche, Rubén de Lis dará un concierto muy especial en La Iglesia parroquial de Tábara, Nuestra Señora de la Asunción.

Rubén de Lis, músico, con su música pagaba sus vicios, conoció a su esposa, oró con él y «Dios pasó por delante» y ahora evangeliza .

En el 2012 el Celta de Vigo regresó a la Primera División del Fútbol Español y para celebrarlo comenzó a sonar una muy pegadiza canción que poderosamente desde entonces todo buen aficionado del Celta que se precie, no cesa de escuchar “Vibra Balaidos”.

Rubén de Lis es su autor, nacido en Gondomar, apenas a  30 Km. de Vigo, ese día del ascenso no cabía en sí de alegría, – el Celta llevaba varios años en ese, para ellos, infierno de la Segunda División, y por fin daba el salto de nuevo a la liga de Honor. Sin embargo, la verdadera alegría, a Rubén le había llegado bastante tiempo atrás, pero no por el fútbol, sino de la mano de alguien muy especial para él que se cruzó en su camino precisamente en el momento de mayor desconcierto de su vida.

«Nací en un ambiente familiar católico, y a los 9 años ya cantaba en el coro parroquial junto con mi hermana. Íbamos a misa todos los domingos y en su momento recibí la confirmación»

Una vida normal como cualquier niño de su generación, como normal fue también la forma de vida que, gracias a la música, comenzó a vivir. Era una época de diversión y desenfreno, tras su paso por el conservatorio, con apenas 15 años y gracias a la guitarra y su talento, comenzó a ganar dinero. Este talento con su guitarra le permitiría incluso recibir alguna clase magistral del gran Manolo  Sanlúcar. Siguió su preparación musical en Madrid y estudió  fusión flamenca y armonía moderna en la Escuela de Música Creativa y con el guitarrista de Manolo García, Eric de Witt, y años después lo haría con Josep Salvador, guitarrista de Alejandro Sanz, Niña Pastori o Miguel Ríos. 

01 3889A los 18 años su vida aparecía perfectamente organizada en torno a su pasión, la música: «Ganaba un buen dinero y recorría España tocando en fiestas y trasnochando, de hotel a hotel, en un viaje permanente».

Sin embargo, «Ganaba dinero, seguía tocando, y llegaron el sexo, el alcohol, muchos vicios… Y aunque yo sentía que Dios me llamaba, me hacía el sordo, porque el mundo es goloso y hace ruido, y yo no me podía imaginar un mundo sin la fiesta como único objetivo. Reconozco que el demonio me tenía muy bien estudiado y aprovechaba mi inseguridad, mi inconstancia y mi poca perseverancia en todo para no dejarme acercar al Amor verdadero de Nuestro Señor Jesucristo»

De pronto aparece  Dilmaría y consigue trastocar su vida por completo y se convierte en su esposa: «Nos conocimos en un show mío, intercambiamos el teléfono y de allí a unos meses coincidimos de una manera muy providencial. Ella trabajó para mi hermana como asistente laboral en su casa, y allí comenzamos a tener una relación mucho más sincera, cercana y muy profunda».

Un día mantuvieron una conversación que sería decisiva para Rubén: «Ella notó que en mi vida había cosas muy raras. Me preguntó entonces si yo rezaba, si creía en Dios, si tenía devoción a la Virgen María… Yo le dije que hacía tiempo que no rezaba, y mucho menos con fe. Entonces ella se sentó a mi lado y con mucha calma, tacto y paciencia me invitó a rezar juntos. Poco a poco mi corazón se llenó de gran paz, de tranquilidad y sosiego».

«María nuestra Madre pasó en frente de nuestras vidas», no duda en afirmar: «Poco a poco fui dejando el alcohol, los vicios y todo lo que me apartaba de una vida de luz y de amor a Dios».

No es que Dios hubiese quedado totalmente atrás, pero contaba poco en la vida de Rubén: «Aunque ahora me doy cuenta de que siempre tuve a Dios en mi corazón, en esos momentos me acordaba poco de Él. Es más, lo poco que me acordaba era cuando las cosas no iban como yo quería, cuando apretaban las circunstancias… Ahí le llamaba con insistencia y exigía que me atendiese en el momento. Me había hecho un Dios a mi manera».

Aquel primer Avemaría sería el comienzo de una nueva etapa en la existencia de Rubén.

Tras el regreso a una fe vivida de verdad, hace siete años, su quehacer profesional se expandió le llevó aún más lejos que antes. Ha cantado en Dubai, Marruecos, Suiza, Austria, Portugal, Francia o Brasil, donde tiene este año programados en otoño un concierto cada mes. «Pude retomar mi vida, mi carrera, y Dios me ha bendecido con esas giras por todos esos países y seis discos», muchos de cuyos temas pueden escucharse en iTunes o en su canal de Youtube.

«Ahora, en mi trabajo, sea en un pub, en una discoteca, en la plaza del ayuntamiento, en un teatro o en una iglesia, Dios siempre está por encima de todo. En mi vida le ofrezco todo y le doy gracias por todo. Es como un dentista que se convierte a Dios, no por eso sólo les saca las muelas a las monjas, ¿verdad?», bromea: «Pues yo, igual. Mi profesión es músico, y aunque ahora soy muy feliz porque dedico mi tiempo y el don que Dios me dio para evangelizar, también hago eventos seculares».

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