almeida – 28 de febrero de 2016.

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momento de chamuscar el cerdo a la antigua usanza – Foto: SAF

            No cabe la menor duda que algunas de las tradiciones que se van quedando en el olvido, han representado siempre ese momento especial en el que las familias una vez al año conseguían reunirse para colaborar todos.

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Una de las costumbres más importantes que en estos pueblos hemos tenido, era la matanza donde la maestría y el buen saber hacer de los mayores que iban haciendo el trabajo más duro, mientras los más pequeños iban fijándose en las habilidades de cómo se troceaba el cerdo para sacarle el mayor partido o cómo se adobaban las diferentes partes para que se conservara durante más tiempo.

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Loa sevillanos del Colegio de Enfermería de Sevilla ante la estatua de León Felipe – Foto: SAF

            Ayer, revivimos una de esas tradiciones en una matanza popular que organizó el Hotel El Roble para que fuera presenciada por un grupo de sesenta jubilados del Colegio de Enfermería de Sevilla quienes periódicamente van conociendo diferentes lugares de España programando una excursión cada año a los lugares en los que se sigue conservando la tradición de celebrar la matanza.

            Luís Lerma y Antonio Barballo, pertenecen a la directiva de este colectivo que en Sevilla agrupa a diez mil colegiados y algunos cuando ya han dado todo su conocimiento a la profesión y les llega ese dulce retiro y por méritos que han contraído son nombrados Colegiados de Honor y a ese estatus han llegado los que en la actualidad forman la asociación que son cerca de mil profesionales.

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Foto de familia tras el trabajo realizado – Foto: SAF

          Cuando tuvieron conocimiento que El Roble tradicionalmente realiza esta celebración que tanta importancia ha tenido en la mayoría de los hogares de la zona, porque representaba para todo el año ese aporte nutritivo tan necesario en todas las familias, organizaron una excursión para visitar Zamora, conocer Tábara y participar en esta actividad que fue concentrando a lo largo de la mañana a numerosos vecinos de la localidad y a aquellos que viven fuera del pueblo pero suelen venir con frecuencia a pasar los fines de semana.

            Mientras el Alcalde hacía de anfitrión a este numeroso grupo y le fue mostrando algunas de las cosas de las que Tábara se siente orgullosa de que quienes nos visitan se lleven en el recuerdo, otros fueron preparando todo lo necesario para que al mediodía estuviera preparada la degustación que se fue ofreciendo a los asistentes.

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Manolo y su ayudante despiezando el animal – Foto: SAF

           Los colegiados de enfermería visitaron la Torre con una detenida visita al Centro de Interpretación de los Beatos de Tábara, uno de los más importantes centros culturales que se ofrecieron al mundo y que recientemente ha sido declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, lo que nos obliga a conservar y preservar ese Beato de Tábara que revolucionó las técnicas del arte en miniatura hace casi mil cien años. Posteriormente visitaron la Iglesia y la cripta de la misma y fueron posando ante la imagen de León Felipe para llevarse ese recuerdo gráfico que luego mostraran a sus amistades.

            Entretanto desde primera hora de la mañana, Pedro Vega ya había cortado leña suficiente para que pudieran irse haciendo esas brasas que tan buen maridaje hacen con todos los productos relacionados con este animal del que se aprovecha todo y según algunos tiene bonitos hasta los andares.

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Loa sevillanos del Colegio de Enfermería de Sevilla a su llegada a Tábara ante la La Torre – Foto: SAF

           La música castellana llenaba los aires de la zona con melodías que eran bailadas por algunos y quienes no se atrevían a hacerlo movían los pies al ritmo de la música. Tampoco faltó en la cita la presencia de la tradicional capa parda zamorana que daba ese toque de color tan necesario y en algunas personas de porte recio, resulta especialmente digna y atractiva.

            Sobre una parrilla en la que se iban depositando las brasas cuando se encontraban al rojo vivo se fueron poniendo las delicias que el cerdo suele producir y que enseguida van impregnando el aire de un aroma que resulta muy característico (chorizo, panceta, morcilla,…) fueron adquiriendo con el calor ese tono especial que los hace tan apetecibles y los curiosos y vecinos se fueron acercando para degustar lo que se les iba ofreciendo regado con buen vino de la zona.

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Al final de la fiesta, los sevillanos se despidieron con una salve rociera cantada en hermandad – Foto: SAF

            Al mediodía, llegó ese momento que todos esperaban y el protagonista, en este caso la protagonista entró en escena y Manolo con la habilidad que le caracteriza, en un lugar apartado fue haciendo su trabajo con maestría hasta que el animal quedo listo para el siguiente proceso que consiste en que una vez oreado se vayan destinando todas las partes de su cuerpo para esas delicias de la gastronomía que a la mayoría tanto nos agradan.

            Alrededor del Roble la fiesta continuaba y el número de personas que no querían perderse este rito tradicional y por supuesto deseaban degustar las viandas que se les iban ofreciendo fueron llenando el perímetro vallado que se había formado en las proximidades del Roble y contemplaban con curiosidad y algunos con cierta añoranza esos momentos en los que las familias se iban juntando para colaborar en la matanza que se hacía en cada casa cuando llegaban los fríos días de invierno que eran los mejores para conservar la carne y lo que luego se iba elaborando que se colgaba en las cocinas de cada casa y el humo de las chimeneas iba haciendo esa maestría de curar la carne muy lentamente.

            Posteriormente, los visitantes sevillanos y algunas personas del pueblo accedieron al Restaurante del Roble donde fueron degustando esas partes que siempre en la matanza eran las primeras que sentían el contacto de las brasas para convertirse en suculentos manjares; el secreto, las morcillas y esos menudos que son tan apreciados por alguno, fueron la estrella de la comida que se celebró a continuación.

            Estas, son esas tradiciones que lentamente van desapareciendo, pero que no deben hacerlo del todo, porque forman ya parte de nuestra historia y si las olvidamos, también estamos condenados a olvidar esa parte de nuestra historia.

            Felicitar a los organizadores del Roble por mantener con vida algunas costumbres que no tienen que desaparecer nunca y que los más jóvenes conozcan el valor que llegaron a representar en su momento.

 

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