Pienso, luego digo – 08 de febrero de 2019.

hacienda oficinas

Cuando de vez en cuando te paras a pensar cómo ha ido creciendo, mejor dicho, ha ido engordando todo lo que se encuentra al lado de nuestras diferentes administraciones públicas, no encuentras sentido lógico y dejas de pensar en ello porque comienzas a sentirte mal, vas cambiando el ánimo y al final acabas sintiendo una indignación abrumadora.

                Hace unos días recibí un requerimiento de una administración pública para que fuera a confirmar un dato que o no estaba bien, o seguramente no estaba claro para la mente lúcida y cristalina que hizo aquel escrito.

                Era un gran edificio en el que estábamos menos de media docena de administrados y unas cinco docenas de administradores. Esperé que mi número, el que tenía que haber solicitado previamente para ser atendido sin hacerme perder el tiempo, lo que me pareció un detalle, apareciera en la pantalla y me dirigí a la mesa que me indicaban en la que había una persona que en el cuarto de hora que había esperado no le había visto hacer nada que pareciera de provecho.

                Como no sabía por qué me llamaban y cual dato era el que debía aclarar, le dije lo que ocurría y sin mirarme me dijo que debía rellenar el impreso no sé qué, también podía descargarlo de internet y una vez cumplimentado lo registrara.

                -Oiga, que es solo un dato, por lo que he visto se trata de aclarar si la calle es calle, avenida o camino, nada más.

                -Cumplimente el impreso número…

                Deben imaginarse que todos estamos al corriente de estas tramitaciones y que como ellos hemos dispuesto de un montón de horas de reciclaje y formación y por lo que se ve, solo les han servido para fastidiar a los demás y hacerle sus vidas un poco más complicadas.

                Las docenas de funcionarios que allí se encontraban en el tiempo que permanecí en aquel lugar, como diría el castizo, no dieron ni un palo al agua y salí de aquel lugar con una sensación de sentir que se habían reído de mí, que me habían dado una larga cambiada y cuando para este personaje, que solo con acceder a su ordenador y cambiar una palabra dando ese servicio que se esperaba de él, me hizo marchar a buscar una asesoría para que me hicieran este trámite.

                Pensé en toda esta gente que una vez que tiene su oposición y no le echan de allí ni con agua hirviendo, aunque se demuestre su incompetencia, se convierte en un parasito de esta sociedad, porque se limita a seguir el procedimiento y no salirse de ese guion que otros que han estado antes o han sido un poco más listos y han establecido ese procedimiento para que todo siga sin moverse ni un ápice, porque como decía aquel político, el que se mueva, no sale en la foto.

                Siempre me había imaginado que estos técnicos, estarían para solucionar problemas de la gente, que contarían con los medios necesarios y el conocimiento, para evitar que las cosas llegaran antes de imaginarnos que se encontraban de camino.

                Sé, que ellos no llegan a tanto como es solucionar un problema, pero si tienen los medios para en lugar de gastarlos en cosas que se sabe que no tienen ningún sentido ni provecho, prioricen estos recursos en los problemas que luego van a padecer las personas.

                De esa forma, como me aseguraba una persona con menos estudios pero con más inteligencia y conocimiento, con muy pocos medios, seguramente se hubieran salvado la mayoría de los negrillos que había en cada pueblo. Ahora que está llegando una amenaza para los apicultores, la avispa vellutina que extermina a las abejas y así un número de problemas que se nos vienen encima.

Fíjate por dónde, que estos problemas que no tenían que haberse producido porque para eso está la prevención y en caso que se produzcan tienen que tener una solución, pero seguramente el problema es que contamos con mucha incompetencia en los lugares en los que se toman decisiones y son conscientes que si se mueven no van a salir en la foto.

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