almeida – 25 de diciembre de 2017.
En otros lugares se la conoce tradicionalmente como la Misa del Gallo, la que se celebra para la anunciación de la llegada al mundo del Mesías, pero en Tábara, es la Misa de la Cordera, la que reúne en el templo tabarés a muchos devotos que desean celebrar la venida al mundo del Salvador.
Los balidos de los animales son lo que va resaltando en el templo, mientras los fieles van buscando acomodo para celebrar la primera de las tres misas que ese día se van a celebrar en el pueblo y por pequeños pastores, los animales son conducidos al lugar en donde se encuentra el Belén decorando la iglesia, en donde participaran incrédulos de lo que acontece a su alrededor, fuera de la tranquilidad de los establos en los que pasan la mayor parte de su tiempo.
Otra de las características que diferencian a esta misa, es la presencia de algunos hombres con la capa parda alistana, que en esta ocasión ha tenido una relevancia todavía mayor porque el número de portadores de esta prenda se ha incrementado de una manera considerable ya que se ha formado un coro de voces masculinas que ha intervenido durante varios momentos de la celebración.
La sobriedad de esta prenda característica de estas tierras, hace que los portadores de ella destaquen de una manera importante y las capas pardas resaltaban cada vez que el coro interpretaba alguno de los temas.
Estaban dirigidos por Alfredo, un asturiano al que le unen lazos afectivos con Tábara, que ha sido el encargado de llevar el compás y el ritmo en cada una de las interpretaciones.
El resultado ha sido sorprendente si tenemos en cuenta las pocas veces que se han reunido para los ensayos que coordinaba don Carlos el párroco de la localidad en compañía de un seminarista y el director ha tenido únicamente dos encuentros con el coro, por lo que Alfredo se mostraba satisfecho del resultado y espera que si el ánimo de los participantes se mantiene, la calidad ira aumentando cada año.
Una vez finalizada la celebración, se cumplió otra de las tradiciones de esta misa, hacer que los fieles en fila se dirijan hacia donde el párroco sostiene la figura del niño para que los fieles besen al recién nacido.
Es una de esas tradiciones que en las frías noches de los meses de invierno, en esta ocasión con una niebla muy cerrada, de sacar a los vecinos del pueblo del calor de sus casas al lado de la chimenea, para concentrarlos en torno a uno de los momentos especiales de la Navidad, la celebración de la llegada del Hijo de Dios.
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