Pienso, luego digo – 06 de abril de 2019.

                Menos mal, que para la mayoría de las personas que todavía se mantienen vivas en esta bendita tierra, tienen el consuelo que les queda la salud,

porque la longevidad de algunas personas, seguramente fruto de la buena alimentación de lo que producimos y un ambiente carente de ese aire viciado y contaminado que tanto abunda en otras partes, las personas están alargando su vida y resulta algo normal ver como algunos llegan casi a centenarios, y todavía gozan de una salud que se encuentra a prueba de casi todo.

                Aunque siendo honestos y también un poco críticos, nos vamos dando cuenta que la salud, nos la van degradando con ese afán de ir poniendo en nuestras tierras aquello que nadie quiere, porque los restos que van dejando acabará arruinando la tierra que antes era fértil y producía unos alimentos de una calidad envidiable.

También el afán de extraer todo lo que se encuentra en el subsuelo, sin tener en cuenta el daño que va a producir en la naturaleza, hace que vayan proliferando esas explotaciones a cielo abierto como las que se proyectan en las zonas de Fermoselle y de Sanabria, cuyas consecuencias, todos sabemos cuáles van a ser, mientras que los promotores hablan y pregonan las bondades que estas explotaciones van a representar para la zona en la que se instalen.

Y esos cielos celestes que solíamos contemplar no hace mucho y que vemos como últimamente se encuentran surcados por una especie de nubes que parecen cualquier cosa menos algo saludable. Algunos lo comienzan a llamar geoingeniería y se han escrito muchas teorías sobre el efecto que producen. La mayoría no hemos tenido acceso a esos estudios, pero si somos un poco observadores, veremos que cuando llueve, esa agua de lluvia ya no es lo que era, va dejando el suelo con algo que no comprendemos bien, basta con hacer la prueba del algodón que consiste en dejar tendida ropa blanca un día de lluvia y también si hacemos la prueba de coger una bola de nieve y le aplicamos una llama, nos damos cuenta que la nieve tampoco es ya lo que antes era.

Pero ante todos los males que se avecinan y los presagios de que esto va cambiando, aunque nos quedemos sin trabajo y veamos que los más jóvenes, esas generaciones mejor preparadas que nunca, tienen que marcharse de esta tierra para buscarse un medio de vida, siempre nos quedará ese consuelo que lo importante es la salud y es lo que debemos valorar por encima de todo.

Con estas perspectivas, creo que también la salud corre el riesgo de quebrarse e ir degradándose poco a poco y es cuando pensaremos que si la salud se deteriora, al menos tendremos a los médicos que van a hacer todo lo posible y lo que saben, para que nuestra salud, al menos tenga esa calidad de vida que todos pedimos cuando llegamos a la última parte de ella.

No quiero ser agorero, pero también creo que este último recurso comienza a desestabilizarse y pronto, si no se pone remedio nos vamos a quedar sin los que se ocupan de nuestra precaria salud.

Escuchaba hace unos días a través de una emisora de radio, unas declaraciones que resultaban dramáticas porque un representante del colectivo médico, aseguraba que si no se comienzan a tomar medidas, en un plazo de diez años, la mitad de los médicos que tenemos en la provincia van a llegar a la jubilación y nos quedaremos en muchos pueblos sin servicio médico y en los que se siga manteniendo, será muy en precario y los que no se jubilan, se encuentran a la espera de mejores destinos en los que sean más valorados y acabarán por marcharse.

                A este ritmo, vamos a perder uno de los servicios básicos que mantienen nuestro estado del bienestar, pero como somos generalmente positivos, siempre podremos cambiar el dicho y manifestaremos que al menos nos quedaran los políticos que se encargan de dirigir nuestros destinos y seguro que ellos, los que nos han llevado a la situación en la que nos encontramos, buscarán la solución a nuestros males.

                Lógicamente, ellos que son los que toman las decisiones, no tendrán nunca este problema porque para eso contarán con su buena medicina privada, que dicho sea de paso, al final la pagamos entre todos.

                Ya no sirven esos consuelos porque nos vamos quedando sin nada y cuando ya no tengamos nada, ni el refranero nos servirá porque no tendremos nada por lo que preocuparnos.

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