Cada vez resulta más frecuente, que compliquemos en exceso las cosas y situaciones que siempre han resultado demasiado sencillas. Resulta inconcebible el tiempo que ha necesitado el responsable de Medio Ambiente de la comunidad, casi un mes, para ofrecer unas explicaciones sobre la prevención, la previsión y la actuación en unos acontecimientos que han asolado una buena parte de esta provincia, como fue el primer incendio que se produjo en la Sierra de la Culebra.
Imagino al ingente equipo de la consejería, tratando de encontrar las correctas explicaciones y la justificación necesaria, para ofrecer unas explicaciones sobre la actuación que han tenido con motivo de los graves incendios que hemos padecido recientemente.
Tres semanas, a la mayoría, nos puede resultar un tiempo demasiado largo para explicar que la prevención había sido la correcta, que la previsión había sido la que dicta el sentido común y la actuación fue la que requería la situación para evitar la tragedia. Sin embargo, las farragosas explicaciones no convencieron a casi nadie y lo más lamentable de esta historia, fue comprobar que no aprendimos nada de los errores cometidos y nos vimos condenados a que se repitieran unos días más tarde. Pero al final, suele ocurrir lo de siempre, unos pagan los platos rotos, en este caso los agricultores y ganaderos que lo han perdido casi todo y presagian un futuro tan negro, como las tierras florecientes que antes tenían y ahora serán durante años, una mancha oscura en el mapa de la provincia y otros, como casi siempre, salen de rositas como si no hubiera pasado nada.
La naturaleza no resulta tan imprevisible como algunos aseguran, eso lo saben muy bien las gentes del campo, porque su sustento y su bienestar dependen de ello y a través del conocimiento que proporciona la experiencia y el tiempo, han aprendido cómo puede llegar a comportarse y sobre todo, saben cómo prevenir situaciones que, para muchos resultan imprevisibles, pero para el agricultor y el ganadero, nunca han representado una gran sorpresa.
Lo más lamentable de esta historia, es que generalmente el que sabe, se encuentra condenado a acatar las decisiones que le son impuestas por aquellos que no han tenido la experiencia que ellos han acumulado a lo largo de sus vidas.
Hablando con Manolo de la situación que ha asolado esta comarca, me aseguraba que era algo que se veía venir, porque los hombres del campo conocen muy bien su comportamiento, aunque incomprensiblemente se encuentran sujetos a normas que les son impuestas por muchos que desconocen el medio en el que se desenvuelven.
Manolo no ha ido a la universidad, su universidad ha sido el patrimonio de conocimiento heredado de sus mayores y lo que él, desde muy pequeño, ha venido observando, llegando a conocer el medio en el que se desenvuelve a la perfección y este conocimiento lo ha ido transmitiendo a la generación que viene por detrás que representa aquellos por quienes lucha día a día. Sin embargo, no es tenido en cuenta su criterio cuando trata de mejorar el medio del que depende su bienestar y es obligado a acatar lo que le imponen aquellos, que sí han estudiado en una universidad reglada, aunque desconocen completamente el mundo en el que tienen competencia para su desarrollo.
Además del patrimonio material que Manolo heredó de sus mayores, ha luchado por y para transmitir a sus hijos el esfuerzo de su trabajo y recientemente, adquirió una hermosa parcela de 40 ha que representaba parte de ese legado que dejaría a sus hijos.
Se trataba de una hermosa finca con pinos y encinas y Manolo, pretendía dejarla en óptimas condiciones para que con el tiempo fuera dando su fruto. El sentido común y la experiencia le aconsejaban que era necesario desbrozar toda la parcela y hacer una poda a los árboles para que su desarrollo no se viera frenado y siguieran desarrollándose: Además, llevaría el rebaño de ovejas que posee, para que limpiaran completamente el casi medio millón de metros cuadrados que conformaban la finca.
Pero el agricultor y ganadero saben que el sentido común, no es suficiente y dependen de los, a veces, arbitrarios criterios de aquellos que se han atribuido la facultad de dirigir el medio ambiente, por lo que las labores que antiguamente se hacían en el campo, tienen que ser sometidas al criterio de unos técnicos, eso sí formados adecuadamente en una universidad reglada, aunque desconozcan el medio sobre el que tienen que aplicar un criterio, al menos sin ese conocimiento que posee el que durante toda su vida, ha dependido del campo y de la naturaleza, porque representaba su medio de vida y el progreso de los suyos.
Cuando Manolo recibió la notificación con la respuesta al proyecto que había realizado para condicionar como él pensaba que debía hacer en aquella parcela, con sorpresa vio que era rechazada su propuesta, lo que resultaba algo incomprensible, porque como buen agricultor y ganadero, pretendía revitalizar aquel terreno para que se desarrollara como él pensaba que podía hacerlo.
Se reunió con la responsable que había emitido aquella resolución negativa, tratando de hacerle ver lo beneficioso de aquella propuesta, ya que de lo contrario corría el riesgo de que si ocurría una situación como la que desgraciadamente ha ocurrido, podría acabar perdiéndolo todo.
Sin embargo, sus razonamientos no consiguieron modificar aquella resolución que estaba fundamentada en procedimientos y protocolos que se habían establecido en algún despacho de una gran ciudad, seguramente por personas que se encontrarían muy preparadas académicamente, pero desconocían por completo el mundo sobre el que estaban regulando.
Manolo aplicó lo que el sentido común y el conocimiento adquirido a lo largo de toda su vida le decía que tenía que hacer, previsión ante acontecimientos de la naturaleza y prevención para que, si estos ocurrían, no causaran el daño que han originado.
Al final, ha ocurrido lo que tenía que pasar y como suele ser frecuente en estos casos, los platos rotos, los han pagado los mismos, porque el perjuicio ha sido para quien buscando un mejor futuro para él y los suyos, ha visto cómo un vergel que podía legar a sus hijos, ahora se contempla como un futuro muy negro, tan negro como ha quedado el medio millón de metros cuadrados de lo que en su día fue una hermosa parcela.
Sin embargo, quien rechazó la propuesta del que sabía, no tendrá que justificar nada, su futuro se encuentra asegurado y al final de cada mes seguirá percibiendo lo necesario para mantener el tipo de vida que siempre ha llevado.
Lamentablemente, no es un caso aislado, hay muchos Manolos en esta tierra, porque en todos los subsectores de la economía rural, nos encontramos con situaciones muy similares en las que aquellos que saben y tienen conocimiento sobre el mundo en el que se desenvuelven, se ven privados de hacer lo que consideran que es mejor para el patrimonio que poseen y están obligados a pasar por el aro de los procedimientos y protocolos que han establecido personas a las que en esto les va muy poco y si falla alguno de los protocolos, vendrá una comisión y nuevos titulados superiores, que lo corrijan sin tener en cuenta el criterio de aquellos que verdaderamente conocen el mundo en el que se desenvuelven.
Solo hay que hurgar un poco en los expedientes similares que se hayan tramitado en los últimos años y comprobaremos que, situaciones como esta, se repiten una y otra vez en todos los municipios de esta provincia y si los burócratas hubieran hecho caso a los que saben, seguramente se hubiera evitado una tragedia de las dimensiones de las que hemos padecido.
Pero no pasa nada, estamos acostumbrados a estas situaciones y los que se encuentran manejando los resortes del poder, son conscientes de que la memoria, en la mayoría de ocasiones se vuelve muy frágil y el tiempo, se encarga de borrarlo casi todo.
No esperemos ningún gesto de humildad, como ese que pedía el alcalde de un pueblo de esta comarca, que exigía a los representantes públicos responsables de todo este desastre, que fueran a la plaza de su pueblo para dar explicaciones a los vecinos sobre su forma de actuar y luego salieran con la cabeza gacha del pueblo.
Seguramente antes lo hubieran hecho, pero la comitiva que se presentó en uno de los pueblos arrasados por el fuego para obtener esa foto que saldría en todos los medios de comunicación, al ver la indignación de los vecinos, no tuvieron la valentía de parar los vehículos en los que se desplazaban y ofrecer una explicación de su actuación en este desastre.
Ese futuro tan negro que espera a la mayoría de los que viven de la tierra, debería sensibilizar la conciencia de los que tienen que velar y garantizar nuestro desarrollo, aunque muchos comienzan a pensarse si realmente tienen conciencia o el estatus en el que se encuentran, les hace tener una percepción de la realidad muy diferente a la que vive la mayoría de la gente de esta tierra