Marcha eugenio 8

Asegura el refranero, que no somos de donde nacemos, sino más bien nos sentimos ligados al lugar en el que pacemos. Esta puede ser la definición para muchas personas que sienten como suyo, el pueblo que un día les acogió y cuando le preguntan por el lugar del que son, no tienen ninguna duda en afirmar que son de aquel sitio del que guardan la mayoría de los recuerdos en su vida.

Seguramente Eugenio Rosado Garrido, que vio las primeras luces en la amurallada Ávila, siempre añoraría su origen, aunque se sintió siempre Tabarés, pueblo al que llegó un 5 de diciembre del año 1968 como agente comarcal de extensión agraria del ministerio de Agricultura y donde discurrió la mayor parte de su vida, esa que va dando forma a cada uno de los recuerdos que nos van conformando como somos.

Cuando llegó a Tábara en el año 68, era un joven que tenía toda una vida por delante y en el pueblo de Tábara, era donde iba a desarrollar todos los proyectos y los sueños que hay en cada uno de nosotros, que soñamos con un futuro prometedor. Pero eran años duros y muy complicados y todo resultaba nuevo para él, para quien también debió ser bastante difícil dejar atrás la comodidad de su familia para vivir en la pensión que había en la casa de las Berdionas, donde pasó sus años de asentamiento, hasta que conoció a Antonia Romero “Toña” de quien se enamoró y vinculó su vida al lado de esta Tabaresa con la que tendría tres hijos y una hija.

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Fueron viniendo otros destinos, principalmente Mombuey y Teruel, lugares a los que el destino le fue conduciendo, pero para Eugenio, los recuerdos más importantes de su vida se encontraban en Tábara, donde trató de disfrutar todo el tiempo que disponía libre, incluso cuando llegó ese momento del descanso después de una vida de trabajo, era frecuente verle recorriendo esos senderos de Tábara por los que tanto le gustaba perderse.

Siempre se recuerda de una manera diferente y especial a las personas en el momento que nos dejan, pero a personas como Eugenio es más fácil poder hacerlo, porque los recuerdos que han ido dejando en cada uno de nosotros resurgen solamente con acordarnos de él.

Siempre fue una persona muy participativa en todo lo que se hacía en Tábara para los demás, tratando de ayudar y mejorar cada una de las actividades que se proponían para el divertimento de los demás. Fue el gran impulsor en las fiestas que se hacían en el pueblo, desde los juegos que el ayuntamiento organizaba para los más jóvenes, así como las romerías que cada año se celebran en las campas de San Mamés y cualquier fiesta que estuviera arraigada en Tábara como los entrañables actos para todos los vecinos en la procesión que se hace cada año para la Virgen del Carmen.

Pero Eugenio, era también una persona que trataba de poner en valor, cada uno de los valores del pueblo que le había acogido, profundizando en su historia, en las tradiciones y el resultado de este trabajo, lo compartía con todos sus vecinos a través de este periódico Tu Voz Digital, tratando que todos llegaran a conocerlos y sobre todo, que supieran valorar ese patrimonio que nos ha sido legado con el paso del tiempo.

Eugenio, disfrutaba recorriendo esos pagos que para la mayoría de las nuevas generaciones resultan desconocidos y que conforman este término municipal tan hermoso y no solamente esos lugares que la naturaleza nos había transmitido, también se preocupó de descubrir y describir, las innumerables fuentes que en su día hicieron tan famosa esta población, esos lugares en plena Sierra tan necesarios para los pastores y agricultores que agradecían en los días de verano el frescor de sus aguas.

Eugenio se propuso recuperar algunas de estas rutas y no solamente las fue marcando, también escribía sobre lo que cada uno podía ir descubriendo mientras las recorría y de esta forma junto con Tu Voz Digital, comenzó un proyecto en el que llegó a recuperar al menos siete rutas perfectamente señalizadas y delimitadas para disfrute de sus vecinos.

Cuando llegaban las fiestas, Eugenio mostraba su disposición a que los vecinos de Tábara pudieran recorrer y conocer estas rutas y haciendo de guía especial, dedicando unas horas cada mañana, encabezando una comitiva en la que algunos por primera vez, comenzaban a descubrir los valores naturales con los que cuenta este pueblo.

Toda esta actividad en favor de los demás, hizo que los vecinos la apreciaran en todo lo que valía y como no podía ser de otra forma, durante las fiestas del año 2017, la corporación de Tábara, decidió nombrarle pregonero de las fiestas patronales, declarándole Tabares del año 2016 y Eugenio en el balcón del ayuntamiento, fue el que dio comienzo a las fiestas, con esa introducción que define toda una vida, su agradecimiento a los que habían tenido aquel gesto con él, y le hacía sentirse una persona de este pueblo, porque como aseguró en aquella ocasión, Tábara era su pueblo.

Nos ha dejado a los 74 años, esa década en la que muchos comienzan a disfrutar y a valorar las pequeñas cosas que hacen grande esta vida y ya no podremos verle paseando por esos caminos que supo realzar, pero cada vez que alguno de nosotros caminemos por ellos, seguro que su recuerdo y quién sabe si también su energía, se encontrará caminando a nuestro lado.

Ahora los horizontes de Eugenio son mucho más amplios de los que nunca lo fueron y seguirá disfrutando de este término con una perspectiva diferente a como lo había hecho hasta ahora y seguro que irá descubriendo esos rincones que siempre están reservados para los pioneros.

Cuando un ser apreciado se va, suele dejar un vacío que resulta muy difícil de llenar, pero hay otros que nos dejan tantas cosas, que nunca se acaban de marchar del todo y siempre les sentiremos a nuestro lado y Eugenio será una de esas personas, por todo lo que aportó a este pueblo que hace más de medio siglo le cogió por primera vez.

Eugenio, Gracias por todas tus colaboraciones con este, tu periódico, pero sobretodo GRACIAS por tu amistad, seguirás en nuestro recuerdo con mucho cariño.

Adiós amigo

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