Recuerdo que la primera vez que escuché, que la provincia de Zamora sufría una despoblación programada, no pude por menos que mostrarme escéptico ante tal afirmación.
Sin embargo, volví a escuchar más veces lo mismo, por personas distintas que cuanto menos, me merecían la suficiente credibilidad como para reflexionar sobre estas dos palabras y me fui dando cuenta que algo cierto podía haber en ellas.
En las últimas décadas, da la sensación de que esta tierra ha sido abandonada a su suerte y los planes de desarrollo que los diferentes representantes públicos deberían haber acometido, la han sumido en un subdesarrollo que ahora resulta muy difícil poder llegar a revertir.
La falta de proyectos que pudieran llevar a la provincia de Zamora a ese tren imaginario del desarrollo, parece que en esta provincia no contaban con ninguna estación y el tren ha pasado de largo.
En los últimos años, hemos visto el desembarco de empresas que no eran deseadas en ningún otro territorio y acampaban en nuestra tierra y como sanguijuelas han ido extrayendo lo poco que nos quedaba. Macro granjas, centrales eléctricas, explotaciones mineras, parques eólicos, fotovoltaicos. Resultaba muy sencillo y cómodo para estas empresas, poder expandirse en un territorio en el que apenas quedaba gente que alzara la voz, se la habían ido apagando poco a poco, por lo que contaban con el campo abonado para poder ejercer el poder que siempre han tenido, como más les conviniera.
Últimamente, grandes proyectos de energías renovables (eólicos y fotovoltaicas), pretendían inundar, con sus molinos y paneles solares, el poco terreno fértil que todavía nos quedaba y destruir la poca riqueza de la que podemos presumir, que es el medio natural que permanecía en esta provincia.
La resistencia de algunas plataformas que se han ido formando en los pueblos en los que pretendían implantarse, ha sensibilizado a la poca población que nos queda y se ha comenzado a alzar la voz en contra de estos despropósitos.
Ha tenido que ser un desastre natural, el que haya conseguido que el pueblo se revele y comience a pedir explicaciones, porque se han sucedido situaciones incomprensibles que necesitan respuestas muy claras.
¿Por qué no se han tomado medidas preventivas para evitar lo que para todos los que saben de esto, era algo previsible?
¿Por qué no se han dado las órdenes oportunas para actuar inmediatamente y atajar el problema?
¿Por qué se ha impedido actuar a las personas que estaban dispuestas a afrontar el problema, reteniéndolos en espera de órdenes que se han demorado excesivamente?
¿Por qué seguimos siendo la oveja negra en cuanto a los medios contra incendios en una comunidad en la que debería estar a la cabeza en estos servicios?
¿Por qué la obstinación en mantener que se ha actuado correctamente, cuando el resultado nos demuestra lo contrario?
¿Por qué no se asumen responsabilidades después de una pésima actuación?
¿Por qué se han intensificado medios en lugares privados que están en la mente de todos, en detrimento de otros?
¡Por qué! ¡Por qué!, ………..
Demasiadas preguntas que precisan de urgentes respuestas para que quede bien claro. Se investigue como se actuó de una forma, que para el pueblo ha sido muy deficiente, que se implante un procedimiento por parte de los que entienden y saben de esto y aquellos que han sido incapaces de solucionar un problema que nunca debía haber ocurrido, tengan la dignidad suficiente y un poco de humildad, para comprender que no están capacitados para el cargo en el que les han puesto y dejen ese lugar, a personas con más competencia.
Suelo recurrir al refranero, ya que en pocas palabras recoge toda la sabiduría legada por nuestros mayores, que cada frase encierra, es como una fotografía que se puede describir de mil formas, pero sólo con observarla, comprendemos todo lo que nos quiere mostrar.
Se han agotado ya todos los adjetivos para definir y describir lo que ha ocurrido y el pueblo, que siempre tiene razón, ha levantado su voz y ha dicho basta de forma alta y clara, lo mismo que hace 900 años, aunque en aquella ocasión fue por una simple trucha y nunca se debería llegar a aquella solución.
Tendrá que haber muchas explicaciones y también muchas dimisiones, para que se consiga calmar a una población que está harta ya de falsas promesas y comienza a echar mano del refranero para comprender lo que realmente está ocurriendo y sin olvidar su pasado, comienza a rebelarse contra lo que considera injusto.