SAF – 02 de febrero de 2018.
Hace cuatro años, Juan Ángel Fresno, fue reconocido como Tabarés del año, un reconocimiento que se hace a los hijos ilustres del pueblo,
porque quienes realizaron aquel reconocimiento eran conocedores del trabajo y del prestigio que en su profesión tenia Juan Ángel, a pesar que cada vez que venía por el pueblo la mayoría le veíamos como uno más, porque así también era como quería que le vieran los que le conocían de toda la vida.
Juan Ángel es un experto en biología molecular, que trabaja en Madrid y ha centrado parte de su trabajo en la elaboración de un test para conocer los riesgos de recaída en los pacientes de cáncer, que ha sido patentado para que con el tiempo se pueda llegar a convertir en un producto médico que consiga reducir los tratamientos que siguen los pacientes que se someten a una intervención.
En el hospital de la Paz de Madrid, forma parte de un equipo que dirige Enrique Espinosa, Jefe de oncología donde están desarrollando un tratamiento para minimizar los riesgos a los que se exponen los enfermos que tienen que someterse a una intervención oncológica.
Pero nos encontramos en un país en el que la investigación es algo que no se le da el valor que tiene y muchos de los valores que tenemos, se ven obligados a marchar fuera para poder desarrollar sus conocimientos, sin tener en cuenta que éstos van a ir en beneficio de todos.
Para poder seguir adelante con su investigación que conseguiría reducir en un 12% los tratamientos de quimioterapia, necesitan únicamente 250.000€, una minucia si se tiene en cuenta que el ahorro que esto podría representar es de 6 millones en España y 250 millones en Europa.
Como suele ocurrir en la mayoría de las ocasiones, avances de nuestros investigadores en beneficio de la sociedad se ven frenados por algo que puede representar el chocolate del loro si se consideran los beneficios que de sus investigaciones se pueden llegar a conseguir.
Seguramente alguna multinacional o cualquier país que si cree en la investigación, de nuevo se volverá a apropiar de nuestros mejores valores para que puedan seguir desarrollando su trabajo y luego tendremos que comprar al precio que nos impongan, los resultados que los teníamos al alcance de la mano.
Nos queda la satisfacción para los tabareses, que uno de los nuestros está destacando en lo que está haciendo y eso nos hace sentirnos orgullosos de él y nos damos cuenta que cuando se hace un reconocimiento como el que en su día se ofreció a Juan Ángel, es porque quienes tuvieron la responsabilidad de hacerlo, conocían bien su trabajo.