- Con el repique de las campanas marcando el inicio, ayer a las siete de la tarde, los habitantes de Tábara se congregaron una vez más para rendir homenaje al Bendito Cristo de la Capilla en una ceremonia que ha perdurado a lo largo de los siglos. La procesión, un evento arraigado en la tradición religiosa y cultural del pueblo, se desplegó con el fervor característico, aunque la asistencia de público no alcanzó los números de antaño.
A pesar de la leve brisa que acompañó la tarde, nada pudo mermar el espíritu de los participantes que, con devoción y respeto, acompañaron al Cristo por las calles de Tábara, recorriendo los puntos habituales de esta emblemática procesión. El tradicional canto del ramo, resonando en la iglesia, marcó el inicio de la ceremonia, recordando a los fieles la importancia de esta fecha en el calendario local.
Sin embargo, es evidente que la asistencia de público a esta procesión ha ido menguando en los últimos años, reflejando un cambio en las dinámicas sociales y culturales de la comunidad. Aunque los fieles continúan esforzándose por preservar esta antigua tradición, el número de asistentes presentes en la procesión fue notablemente menor en comparación con tiempos pasados.
Tras completar el recorrido, la atención se centró en la subasta de los brazos para introducir al Bendito Cristo de nuevo en su capilla y a continuación se subastaron los bollos y ramos, una parte esencial de la celebración que añade un toque de camaradería y diversión a la jornada. Dirigida magistralmente por Manolo, la subasta atrajo la participación activa de los presentes, generando momentos de risas y emoción. La puja por los bollos, en particular, fue especialmente animada y competitiva, resultando en una recaudación que seguramente contribuirá al mantenimiento de las festividades venideras.
En definitiva, aunque la asistencia pueda haber disminuido en comparación con años anteriores, la procesión del Bendito Cristo de la Capilla sigue siendo un pilar fundamental en la identidad cultural de Tábara. Su celebración anual no solo rinde homenaje a la fe y la tradición, sino que también fortalece los lazos comunitarios y proporciona un espacio para la convivencia y el disfrute colectivo.
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