- “LA ORACIÓN DEL POBRE SUBE HASTA DIOS” (cf. Sirácida 21,5)
El próximo domingo 17 de noviembre es la Jornada Mundial de los Pobres.
“Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada. Los nadies: los ningunos, los ninguneados” -que diría Eduardo Galeano- quiere el Papa Francisco que ocupen el centro en el corazón de las comunidades cristianas, como así lo exige la verdad evangélica, a fin de que su situación se convierta en clamor ente quienes tienen en sus manos el deber de buscar la justicia económica y social, y que a menudo hacen oídos sordos a dicha situación o le ponen sordina para que no molesten.
En la Bula de Convocación del Jubileo del año 2025, “La Esperanza no defrauda”, el Papa Francisco hace tres llamadas apremiantes, entre otras:
1.- Imploro, de manera apremiante, esperanza para los millares de pobres, que carecen con frecuencia de lo necesario para vivir… Es escandaloso que, en un mundo dotado de enormes recursos, destinados en gran parte a los armamentos, 2 los pobres sean «la mayor parte […], miles de millones de personas. Hoy están presentes en los debates políticos y económicos internacionales, pero frecuentemente parece que sus problemas se plantean como un apéndice, como una cuestión que se añade casi por obligación o de manera periférica, si es que no se los considera un mero daño colateral. De hecho, a la hora de la actuación concreta, quedan frecuentemente en el último lugar».
2.- “… Los bienes de la tierra no están destinados a unos pocos privilegiados, sino a todos… Renuevo el llamamiento a fin de que «con el dinero que se usa en armas y otros gastos militares, constituyamos un Fondo mundial, para acabar de una vez con el hambre y para el desarrollo de los países más pobres, de tal modo que sus habitantes no acudan a soluciones violentas o engañosas ni necesiten abandonar sus países para buscar una vida más digna».
3.- Hay otra invitación apremiante que deseo dirigir en vista del Año jubilar; va dirigida a las naciones más ricas, para que reconozcan la gravedad de tantas decisiones tomadas y determinen condonar las deudas de los países que nunca podrán saldarlas. Antes que tratarse de magnanimidad es una cuestión de justicia”.
Hagamos nuestra esta misma conciencia y promovamos con nuestra manera de pensar y vivir la cultura de la solidaridad y el encuentro, frente a la cultura de la exclusión y el descarte. La Jornada Mundial de los Pobres nos urge a ello.
El Delegado Diocesano de Cáritas
Francisco Turrado García