Tábara, 19 de Septiembre 2013
León Felipe Camino Galicia de la Rosa, nació en Tábara, Zamora, el 11 de abril de 1884, en el seno de una familia acomodada, su padre ejercía de notario a la sazón en Tábara; licenciado en farmacia, incluso llegó a tener una botica, pero lo suyo no era asentarse en un solo lugar, sino un empedernido caminante que comienza a recorrer los pueblos de España como actor profesional en distintas compañías.
Acusado de haber realizado un desfalco terminará con sus huesos en la cárcel durante 3 años y tras este incidente, residirá unos tres años en Barcelona junto a Irene Lambarri.
Hacia el año 1919, se instala en Madrid en la mayor de las pobrezas e inicia su obra poética y bohemia.
Entre sus primeras obras, allá por el año 1920, escribe “Versos y oraciones del Caminante” que anuncia su voz personal, totalmente alejada de las tendencias poéticas del momento; a continuación, y siguiendo su espíritu caminante, se trasladará a Guinea Ecuatorial, donde trabajaría como administrador de hospitales. Al poco tiempo regresaría a España de nuevo y por poco tiempo ya que enseguida se embarcaría rumbo a América.
Hacia el año 1922 viajaría a México y gracias a una carta de recomendación de Alfonso Reyes, se introduciría en el ambiente intelectual mexicano, trabajando en distintos oficios, bibliotecario en Veracruz o profesor de literatura española en distintas universidades latinoamericanas.
Volvió a casarse con la profesora Berta Gamboa y se irían a vivir a Estados Unidos donde seguiría estudiando en la universidad de Columbia para más tarde seguir dando clase en distintas universidades. Aquí publicaría hacia el año 1929, su segundo libro de “Versos y Oraciones del Caminante” y entre otras cosas, traduciría a Waldo Frank y W. Whitman, quien le influenciaría en sus obras literarias posteriores, como “El payaso de las bofetadas” (1938), “Pescador de caña” (1938), “El hacha” (1939), “Español del éxodo y del llanto” (1939), “Ganarás la luz” (1943), “España e Hispanidad” (1947), “Llamadme publicano” (1950), “El ciervo” (1954), “¡Oh este viejo y solo violín!” (1968).
Cuando en 1936 estalla la Guerra Civil en España, él se encontraba en Panamá y al regresar ese mismo año a España, escribiría su “Good By Panamá”, y ya aquí en su patria, escribiría varias obras, entre ellas “La Insignia” este mismo año, que leería en varios recitales, un canto a la lucha y a la unidad de los grupos republicanos. Esto, entre otras cosas le lleva al exilio a México donde ejercería de agregado cultural de la embajada de la república española en el exilio, que por entonces era la única reconocida por el gobierno mexicano.
La obra de León Felipe es un fiel reflejo de agitada vida y su propio estado de ánimo, sus convicciones más arraigadas y su compromiso social. Deja muy claro su rechazo a la dictadura y su repudio de la pobreza y a la marginación.
Su estilo que refleja una gran austeridad, deja fiel testimonio de su denuncia, de su rebeldía, de su amargura y a veces no encuentra otra forma de expresión que no sea la blasfemia y se define a sí mismo como “poeta prometeico”
León Felipe murió el 18 de septiembre de 1968, en México, país que lo recibió con los brazos abiertos.
A ciento treinta años de su nacimiento y cuarenta y cinco de su muerte, hora es de que la España a la que tanto amó y por la que tanto sufrió; la España a la que dedicó su voz parda, rota, agria, irritante, ofrezca un homenaje de reconocimiento al poeta León Felipe y promueva su obra entre una generación que, al igual que el poeta, “grita, llora, blasfema…, machacada por nuevas formas de opresión, pero que no es capaz ni de cantar ni de orar porque le faltan argumentos para hacerlo…”
Santiago Andrés