almeida – 18 de diciembre de 2015.

 2015 03 24Tabara16

            El día en el que se honra al Evangelista, cuando el año se encuentra a punto de llegar a su ocaso, los jóvenes de Venialbo del Vino, celebran uno de los bailes más típicos y característicos de la provincia que se le conoce con el nombre del “Baile del Niño”.

 

Como tantas y tantas tradiciones, esta celebración ha tenido que ir evolucionando y permitir cambios sin los que ya seguramente habría desaparecido y en el caso de este baile tradicional que era bailado únicamente por los quintos, de no haberse integrado a las mujeres en el mismo, seguramente ya no lo podríamos disfrutar. Aunque jóvenes como Marcos siempre han estado al frente haciéndose cargo de la parte del floreo de la danza.

            Se necesita una buena preparación física para ir bailando durante un kilómetro aproximadamente, distancia que separa a la iglesia del pueblo donde comienza el baile hasta la ermita, donde la procesión da la vuelta para regresar al templo. Todo el recorrido se hace en cuesta y luego hay que descender nuevamente, con un sobreesfuerzo en todos los músculos de los pies. Por eso se requería para poder soportarlo a las personas más preparadas que fueran quienes lo ejecutaran hasta que los jóvenes del pueblo comenzaron a emigrar y por ello contarse con los dedos de una mano los que quedaban, ahora también participan en el mismo las mujeres y hasta es interpretado por niñas de corta edad, con mucha ilusión y entusiasmo, se hacen algunas paradas para que puedan soportar la exigencia de este baile en el que la principal característica es que los bailarines en ningún momento le pierden la mirada al niño que se procesiona sobre unas andas.

            Las niñas y las chicas más jóvenes de la localidad, son las que con mayor empeño han querido mantener esta tradición de un baile que tuvo alguna recaída durante un lapso de tiempo que estuvo aletargado, pero de nuevo ha resurgido con fuerza y viendo como los más pequeños se mueven al ritmo de la flauta y el tamboril, parece que el futuro que tiene durante los próximos años, se encuentra asegurado.

            Los jóvenes llevan trajes similares, pero en los que hay una explosión de diseño y de colorido es en los trajes típicos que visten las niñas y las mozas que exhiben unos trajes regionales de colorido muy diverso, pero, en todos hay algo en común (R.S.) que está presente en los delantales de la casi totalidad, por no decir en todos los trajes de las mujeres y esa era la firma que les ponía la persona que ha elaborado la mayoría de los vistosos trajes, cuando al terminar cada uno, les ponía las iniciales de su hija Raquel que era para quien los confeccionaba.

 

            Felicitas Almeida, es la artesana que con paciencia ha ido aplicando su arte a cada uno de los trajes que lentamente iba confeccionando y que con el paso del tiempo se muestran en este baile del Niño de Venialbo, aunque la mayoría de quienes disfruten contemplándolos, no sepan quien los ha creado, como tampoco muchos sabrán a quien nos estamos refiriendo porque pocos en el pueblo la conocen por el nombre con el que fue bautizada.

            Según nos confesaba, a los cinco años, se quedo huérfana y cuando era muy pequeña con quien pasaba la mayor parte del tiempo era con su hermana Carmen que era la que la cuidaba porque su madre tenía que sacar adelante a la familia y ésta a la que le resultaba difícil pronunciar su nombre por lo que comenzó a llamarla Pili y con ese nombre es con el que todos la conocemos.

            Pili, es la más pequeña de nueve hermanos y ya desde joven era una mujer alegre y con esa belleza innata que ha sabido transportar en sus genes y si en alguna ocasión se hubiera cruzado en el camino de Julio Romero, seguro que la habría tomado como musa para algunas de sus creaciones.

           

            Los avatares de la vida hicieron que fuera dando rienda suelta a la desbordante imaginación creativa y en el año setenta, con motivo de la festividad de las Águedas decidió confeccionar un traje para participar en la fiesta y unos años después, cuando su hija Raquel comenzó a dar los primeros pasos, Pili se encargó de confeccionarle un traje para que su niña fuera la más elegante en las fiestas de la localidad.

           

            Se fue dando cuenta que tenía un talento especial para lo que estaba haciendo porque nadie la había enseñado y ella se iba enfrentado poco a poco a los retos que cada nuevo trabajo solía presentarle, además le gustaba coser y cada vez se iba desenvolviendo mejor ante las dificultades que cada nueva creación le presentaba.

            Fue buscando diferentes tonalidades para los vestidos que iba creando y cuando no encontraba los bordados que ella se había imaginado para añadir a sus trajes, pacientemente los iba creando con sus propias manos y cuando veía el resultado final, se mostraba satisfecha de lo que había realizado.

            Han sido muchas horas las que Pili ha pasado sentada a la mesa de la camilla de la cocina mientras iba cosiendo un nuevo traje para Raquel y sus ojos fijos en lo que estaba realizando se iban lentamente cansando, solo alguna mirada al prado que tiene frente a su casa le relajaba esos minutos necesarios antes de comenzar de nuevo la tarea. Cerca de cincuenta son las creaciones que Pili ha realizado en estos años y la mayoría de los trajes, los guarda con mucho celo, aunque no suelen hacer lo mismo algunas personas a las que se los deja que no parecen darse cuenta del trabajo que hay detrás de cada una de las creaciones.

           

            Según Raquel iba creciendo, los trajes también lo iban haciendo y los que se quedaban pequeños, Pili los ofrecía a las jóvenes y niñas para que lucieran en las fiestas esas creaciones que tanto colorido dan, cuando se muestran con la gracia que algunas saben hacerlo.

            Pero detrás de Raquel, Pili encontró nuevas modelos para sus creaciones y ahora de nuevo regresaba a esos modelos más infantiles para sus dos nietas, primero fue Aiden y más tarde Lucía, quienes ofrecieron las medidas para las nuevas creaciones que estaban en la cabeza de Pili.

            Cuando se ven en detalle sus creaciones, uno va siendo consciente del tiempo que ha ido pasando y la evolución que va teniendo quien sabe asimilar todo lo que de forma autodidacta se va aprendiendo en esta vida.

            La imaginación de Pili no se ha detenido porque a los coloridos de los trajes tradicionales, les ha ido incorporando colores más sobrios como el negro que dan una elegancia muy especial a cada trabajo nuevo que va realizando en los que incorpora todo el conocimiento y las habilidades que durante todos estos años ha ido asimilando.

            Con los recortes de las telas que le van sobrando, va fabricando diferentes motivos florales que llevarán más adelante nuevos trajes en los que irá trabajando y cada uno de los elementos que tienen sus vestidos, excepto los abalorios que los decoran, están realizados íntegramente por ella.

            Los ojos de Pili ya no son como antes, en su mirada se aprecia el cansancio que ha ido acumulando durante esas tardes de invierno o esas noches de insomnio en la que encontraba la relajación que necesitaba haciendo lo que tanto la gustaba, esas creaciones que tendrían que ser expuestas de una forma permanente para que todos pudiéramos contemplarlas.

            También se ha ido adentrando en otro tipo de creaciones como han sido algunas capas castellanas que primero para su hijo José Mari y algún otro encargo más, siempre por compromisos familiares o de amistad, han ido formando esa colección que ahora ya se encuentra algo más repartida, pero que celosamente, Pili conserva en su casa y mientras nos va mostrando cada uno de los trabajos, le viene ese recuerdo de la dificultad que tuvo en este o en el otro vestido cuando se enfrentó a algo que no había hecho antes y después de terminarlo con orgullo vio que el resultado era el mismo que había creado en su imaginación.

            Son muchas puntadas y también incontables horas de trabajo las que hay detrás de cada una de esas obras que para quien sabe apreciarlas, ve enseguida el trabajo que llevan detrás y sobre todo, esa ilusión con las que fue confeccionada cada una de las prendas.

            No cabe duda de que aquellas que quisieron seguir los pasos de Pili han tenido una buena maestra de la que extraer ese conocimiento tan necesario para contar con una base de la que partir para hacer las cosas. Pili ha ido enseñando pacientemente a quienes deseaban tener parte de los conocimientos que ella adquirió con el tiempo y los compartía con quienes deseaban llegar a plasmar lo que para ella ya era algo sencillo, porque se llega a ese momento cuando ya lo que haces tiene pocos secretos y los trabajos de Pili, están tan elaborados, que las dificultades de cada puntada apenas guardan secretos para ella.

            El baile del *Niño de Venialbo* se celebrará cada año, porque así lo manda la tradición y las tradiciones no deben perderse nunca. Pero desde que se llevan los trajes de Pili de forma tan alegre y vistosa en las niñas y jóvenes que lo interpretan, hacen que el colorido de esta danza sea un poco más especial y también espectacular por el esfuerzo que representa para quienes lo realizan, hace que todos los que lo contemplamos disfrutemos de ese trabajo que pacientemente se ha ido formando con mucho trabajo en silencio. En alguna de las celebraciones del baile del niño, se han llegado a ver hasta 13 trajes diseñados y elaborados por Pili que llevaban puestos la mayoría de las jóvenes que participaban en el baile y algunas de las personas que estaban presenciándolo.

            Gracias por colaborar a que podamos seguir contemplando estas cosas que es difícil ver en la sociedad en la que estamos inmersos donde prima siempre lo inmediato, lo fácil y lo más cómodo y se olvidan esos valores que siempre ha tenido el buen saber hacer, como el que fuiste aplicando a cada uno de tus trabajos.

         

2015 03 24Tabara1   2015 03 24Tabara3
Autora: Felicitas Almeida – PILI – Foto: José Almeida   Autora: Felicitas Almeida – PILI – Foto: José Almeida
2015 03 24Tabara4   2015 03 24Tabara5
Autora: Felicitas Almeida – PILI – Foto: José Almeida   Autora: Felicitas Almeida – PILI – Foto: José Almeida
2015 03 24Tabara9   2015 03 24Tabara11
Autora: Felicitas Almeida – PILI – Foto: José Almeida   Autora: Felicitas Almeida – PILI – Foto: José Almeida
2015 03 24Tabara12   2015 03 24Tabara13
Autora: Felicitas Almeida – PILI – Foto: José Almeida   Autora: Felicitas Almeida – PILI – Foto: José Almeida
2015 03 24Tabara14   2015 03 24Tabara15
Autora: Felicitas Almeida – PILI – Foto: José Almeida   Autora: Felicitas Almeida – PILI – Foto: José Almeida
2015 03 24Tabara2   2015 03 24Tabara6
Autora: Felicitas Almeida – PILI – Foto: José Almeida   Autora: Felicitas Almeida – PILI – Foto: José Almeida
2015 03 24Tabara7   2015 03 24Tabara8
Autora: Felicitas Almeida – PILI – Foto: José Almeida   Autora: Felicitas Almeida – PILI – Foto: José Almeida
2015 03 24Tabara10   2015 03 24Tabara17
Autora: Felicitas Almeida – PILI – Foto: José Almeida   Autora: Felicitas Almeida – PILI – Foto: José Almeida

2015 03 24Tabara18Autora: Felicitas Almeida – PILI – Foto: José Almeida

Promoción
Artículo anteriorRecordando… «El Correo de Tábara» – número inaugural – I
Artículo siguienteTráfico intensifica la vigilancia en 5 de las provincias en que más ha crecido la accidentalidad en carreteras