Periódicamente, en nuestros pueblos y ciudades, van llegando esas ferias tan esperadas, en las que los productores y fabricantes de sueños, tratan de mostrarnos los mejores productos que van a poner en el mercado.

Hay ferias anuales, algunas más importantes tienen lugar cada dos años y las más importantes del todo, suelen celebrarse en periodos de tiempo algo más prolongados, como ocurre con esa que tenemos por delante y que se celebra cada cuatro años.

Es una feria larga, va a permanecer con nosotros, bastante más tiempo de lo que estamos acostumbrados y cuando llega el día grande de la feria, ya nos encontramos saturados de tanta información y propaganda de los vendedores.

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Como algunos habrán podido imaginar, me estoy refiriendo a esa feria electoral en la que cada cuatro años, aquellos que nos han representado y los que aspiran a ocupar el sillón del Olimpo, nos abruman con las mejores ofertas que podamos llegar a imaginar.

Generalmente, ya sabemos lo que nos vamos a encontrar en cada uno de los estands, pero siempre nos sorprende alguna propuesta nueva y sobre todo, aquellas caras desconocidas que en muy poco tiempo, van a formar parte de nuestra vida.

Para algunos, cada vez más, no son más que charlatanes de feria que tratan de introducir por nuestros ojos, esa mercancía que acabará instalándose en nuestra mente y no tengamos ninguna duda en quien debemos depositar nuestra confianza.

Cuentan con una habilidad especial, saben siempre lo que tienen que decir en cada sitio en el que se encuentran, aunque el mensaje en muchas ocasiones, pueda diferir, pero lo sustancial, siempre penetra en nuestro subconsciente.

También saben cómo muy pocos, de la fragilidad que tiene nuestra memoria, porque cuatro años es mucho tiempo y ya sabemos que el tiempo, se encarga de hacernos olvidar muchas cosas.

Al final, poseen tal poder de convicción, que acaban venciendo esas reticencias iniciales que teníamos y el mensaje que nos van dando, es aquel que muchas veces hemos pensado para nuestro bienestar y el que generalmente solemos aplicar en nuestra vida diaria.

Pero al final, son palabras que con el tiempo se van quedando vacías de contenido y esas promesas que se han ido haciendo, vemos como según pasan los años, se van diluyendo y se quedan otra vez en nada.

Debemos esforzarnos por mantener activa nuestra memoria, y de esa forma, conseguiremos ver que muchas de estas promesas ya las hemos escuchado anteriormente, algunas hace cuatro años, otras ocho años antes y unas pocas dos décadas atrás.

En estos casos, suele resultar muy positivo recurrir a la hemeroteca y comprobar que todas las novedades que nos presentan en esta feria, son productos que con el paso del tiempo se han ido quedando obsoletos y hasta caducos, no por la necesidad que siempre hemos tenido de ellos, sino porque nos hemos ido acostumbrando a que perfectamente para nuestra vida, no resultan tan necesarios.

Que el hospital prometido hace 20 años no se haya llegado a instalar, o que la autovía que cada año se cobra muchas vidas, continue siendo un mero proyecto, es algo que carece de importancia, porque ya nos hemos acostumbrado a vivir sin que estas promesas se lleguen a cumplir.

Si un día tenemos la oportunidad de recriminar alguno de estos feriantes las promesas incumplidas, siempre dispondrá en su manual de instrucciones, un argumento convincente para justificar porque no llegó a cumplirse y si no es así, echar la culpa al del estand de al lado.

Tenemos por delante dos meses durante los que cada día, todos los informativos comenzarán con los mismos mensajes y es preciso que abandonemos el rebaño y sepamos cómo diferenciar el trigo de la paja, porque en ello nos va la prosperidad que deseamos, o ese futuro que ya nos tienen programado.

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