Publicado en la página cuatro CORREO DE TÁBARA en El Correo de Zamora de 9/11/1974.

Ya terminó la vendimia. Las cepas vieron su despojo porque mi tierra cada año espera su aurora profunda.
Ya suspiraron las uvas como capullos y el perfume de sus hojas se acabó cuando no es amanecer. Gritaron desesperadas en el lagar cuando los pies de los faramontaneses desgarraron los racimos de sus días de primavera y formaron ese vino espumoso que perdura hasta un nuevo otoño. Han concluido las faenas de la sementera. Los hombres de mi tierra: sufridos y trabajadores constantes, con angustia a veces en el corazón. Salieron con su yunta y sus aperos de labranza al campo cuando los primeros rayos del sol ardían en la copa de los árboles; bajo la lluvia que caía o la tormenta que explotaba y en la sequedad del campo llenaron y guardaron su vacío de esperanza por una cosecha mejor.
Y el aire de mi pueblo está envuelto en una promesa: Sus fiestas. Aunque Faramontanos siempre ha sido para sus hijos un árbol cuajado de promesas.
¡Mi pueblo! ¡Qué grande es mi pueblo, en salud y belleza! Cada vez observo más a sus gentes, su lenguaje, sus gestos y su gran corazón y me doy cuenta de que hay alegría honda, ritmo en el trabajo, pies que danzan al unísono de las preocupaciones.
Me parece oír el cacareo de los gallos y el chirriar de los carros en el mes de verano.
Me encantan sus casas solariegas, sus calles polvorientas o fangosas, la tristeza monótona de los días grises, sus robles recios y nobles, la aroma sagrada de los escasos jardines. Recuerdo tu áspero terreno, la riqueza de tus pozos y manantiales, el silbar del viento fuerte y el anochecer del mes de noviembre cuando San Martín se viste de gala. ¡Fiesta de mi pueblo! ¿Por qué no brotas en silencio de fragancia y de algazara cada vez que nos visitas? ¿Por qué no te detienes un poquito más con nosotros para olvidar los secretos lejanos, las esperanzas imposibles, los trabajos, los deseos inalcanzables y la lucha a veces inútil? ¿Por qué no vienes acompañada de movimientos de vida y de bullicio? Seguramente es porque no hay suficientes personas que comparten tus problemas o retroceden ante las circunstancias y riesgos que les planteas. Puede ser falta de actividad, de participación en la vida pública o de inquietudes sociales. ¡De tantas cosas puede ser!

Faramontaneses, todos unidos tenemos que exigirnos unas fiestas mejor y elevar nuestro pueblo a despecho de las censuras de unos y otros.
¡Que todas las alegrías se unan en una sola: nuestra fiesta, para que esta alegría eche a bailar: preocupaciones, ansiedades, angustias y deseos!
Y cuando se acercan estas fechas, siempre podremos recordar a nuestros hogares con vidas jóvenes y alegres de esa alegría que debe impregnar nuestro ser y más en esta ocasión. ¡Celebremos con alegría nuestra fiesta! Cádiz, noviembre 1974.
JUANA GIL

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