almeida – 14 de junio de 2015.
En el momento que Mª Elvira Monteso Alonso hacía entrega del bastón de mando del pueblo de Faramontanos de Tábara a su compañero de partido y colaborador Felipe Núñez Alonso,
no podía evitar un sentimiento un tanto contradictorio a pesar que ya se había imaginado en numerosas ocasiones este momento.
Las tres últimas veces que se produjo este acto en el Ayuntamiento de su pueblo, fue ella la que asumió ese bastón que ahora delegaba y atrás quedaban doce años de una dedicación completa a su pueblo, a sus vecinos, a esas personas que conocía de toda su vida.
Pero llegó ese momento en el que consideraba que doce años eran suficientes para realizar la labor que un día le llevó a asumir la presidencia del Ayuntamiento de Faramontanos de Tábara y se sometió a la confianza de sus vecinos que la eligieron alcaldesa y ahora primaban otras cosas a las que tenía que dedicar su tiempo y sus esfuerzos y la familia era una de las principales.
Elvira había ejercido la política como a ella le gustaba, sin esos grandes titulares que a veces los puestos en cargos lejanos llegan a producir, ella siempre había querido dedicar su trabajo al servicio de los suyos, de los que veía a diario y les conocía desde siempre y cuando las cosas iban saliendo como ella deseaba sentía esa satisfacción del deber cumplido que era lo importante en su forma de hacer las cosas.
Doce años, es mucho, pero cuando los vemos con la perspectiva que nos da el tiempo, parece que se han pasado en un suspiro y solo al echar la vista atrás vemos lo que ha significado el trabajo en este tiempo. Nos damos cuenta cuando aparece la imagen de cómo se encontraba su pueblo cuando asumió la responsabilidad de dirigirlo y ver cómo lo deja, es para sentirse muy satisfecho y Elvira tiene que encontrarse así.
Este trabajo ha sido posible porque ha contado con un equipo muy importante en cada una de las legislaturas, hombres y mujeres en quienes confiaba y a los que ha sabido darles esa parcela de responsabilidad para que fueran haciendo el trabajo que se les había encomendado.
Son muchas las cosas de las que Elvira tiene que sentirse satisfecha, pero en el momento del adiós es de justicia recordar algunas de ellas. Obras y actuaciones que ahora se ven en el pueblo pero que para poder ejecutarlas fueron necesarias muchas horas de trabajo y en muchas ocasiones de preocupación por si el proyecto o la ayuda necesaria salía adelante y eso solo lo sabe quien tiene la responsabilidad de ver al final los resultados.
Entre las cosas que el pueblo de Faramontanos de Tábara tiene que poner en el haber de Elvira Monteso podemos citar:
• El asfaltado y pavimentación de gran parte de las calles del pueblo que cuando las inclemencias del tiempo se hacían ostensiblemente severas, en muchas ocasiones resultaban impracticables.
• El acondicionamiento y remodelación de la plaza Mayor del pueblo que se ha convertido en uno de los centros en los que se realizan gran parte de los actos y presenta un aspecto muy diferente al de hace unos pocos años.
• El acondicionamiento de la nave de servicios múltiples que ahora todos los vecinos disfrutan cuando se realiza cualquier evento que precisa de un lugar cubierto y donde se encuentren cómodos y al abrigo de las inclemencias.
• Un consultorio médico para que los vecinos del pueblo tengan esa asistencia necesaria sin tener que desplazarse como lo hacían antes a poblaciones cercanas.
• El parque de la Braña en el que se concentran muchos de los juegos que en la actualidad se realizan y varias actividades que se celebran en la semana cultural.
• Diversas plantaciones de arbolado en el término del pueblo entre las que destacan las 14 hectáreas de chopos y las 200 hectáreas de pino en el monte público.
• La construcción de un merendero en el monte de Matafíos para disfrute de todos los vecinos y de las personas que visitan el pueblo en algunas celebraciones periódicas y especiales.
• La limpieza en profundidad de los depósitos de agua así como un seguimiento mensual de su estado para mejorar la salubridad de algo tan elemental como es este vital elemento.
• Puesta en marcha de un ambulatorio público para esas necesidades que siempre surgen sobre todo cuando la población empieza a envejecer.
• Una colaboración activa con las asociaciones culturales del pueblo y con la iglesia para llevar a cabo algunas de las actividades que forman parte de la tradición del pueblo y de esta forma se mantienen vivas.
• El asfaltado del camino de Matafíos así como el acondicionamiento y asfaltado de algunos caminos rurales.
• Realizó en Faramontanos un Encuentro de la infancia misionera que casi siempre se celebraba muy cerca de donde se encuentra la diócesis de Astorga a la que pertenece la labor pastoral de Faramontanos a pesar de ser uno de los pueblos más alejados de la misma.
• Durante su mandato, se realizaron dos homenajes populares. Uno a don Diego, el párroco de la localidad por su labor pastoral durante cincuenta años y el otro a Gregorio Tomás, un hijo de la localidad que se encuentra realizando su labor evangelizadora en Bogotá y es un destacado pintor que tiene varias de sus obras en el Ayuntamiento de Faramontanos. Elvira proyectó hacer un pequeño museo que recogiera estas obras y seguro que su trabajo lo continuará Felipe Núñez y pronto este proyecto será una realidad.
• Desde su cargo de alcaldesa, dio un empuje muy importante a las fiestas culturales en las que fue una activa y entusiasta participante.
Son muchos proyectos que solo quienes están implicados en ellos saben los desvelos que pueden llegar a ocasionar porque aunque tengas la idea clara de lo que deseas hacer, en muchas ocasiones se presentan esos inconvenientes y contratiempos que hacen peligrar la buena ejecución de alguno de ellos y es entonces cuando se pierde el sueño por la responsabilidad de todo cuanto se ha puesto en cada uno de ellos.
Pero sin duda alguna, la alcaldesa siempre tiene alguno de sus logros de los que guardará un especial recuerdo cuando con la perspectiva que solo da el tiempo pueda recordarlos y se dé cuenta de que están al servicio de su pueblo gracias a su empuje, constancia y trabajo.
Hay dos de estos logros de los que se siente especialmente satisfecha porque eran esos anhelos que muchas veces han rondado por la cabeza y cuando, por fin, se consiguen, hace que te sientas satisfecho con lo que estás haciendo y valores que ha merecido la pena el esfuerzo realizado.
• La población de los pueblos envejece de una forma alarmante y apenas se ve un relevo generacional. Elvira era consciente que los mayores nos lo han dado todo y era preciso que en sus últimos años de vida disfrutaran de ese espacio tan necesario que les sacara de sus casas y no languidecieran en la más absoluta soledad. Por eso la puesta en marcha de un Centro Social para la tercera edad fue uno de esos logros de los que siempre se mostrará muy orgullosa de haber podido poner en marcha y sobre todo, está orgullosa cuando cada vez que lo visita puede disfrutar de sus mayores y de las historias que todavía bullen en sus cabezas.
• También era consciente que cuando los seres queridos nos dejan, además del dolor que produce su marcha, tenerles en casa hasta que se les da sepultura puede hacer que el dolor se incremente de una forma innecesaria. Por eso se encuentra muy satisfecha de haber podido dotar a su pueblo de un velatorio en el que ir dando la despedida a los seres que nos dejan.
Por todo esto y mucho más, Elvira sentía cierta añoranza de su trabajo al servicio de los suyos y aunque era consciente que había que dar paso a nuevas ideas mientras ella desarrollaba las suyas en lo que había tenido un poco desatendido, entregaba el bastón de mando a su sucesor, sin esperar nada más que saber que en su conciencia estaba la satisfacción del deber cumplido.
Pero a lo largo de estos doce años, además de la familia que siempre ha estado en los momentos que más lo necesitaba, Elvira ha ido acumulando el cariño y el respeto de muchos colaboradores y amigos que también han sabido estar a su lado en esos momentos especiales cuando ella más lo necesitaba y éstos no querían que se marchara sin el reconocimiento que se merecía.
Cuando se supo que no iba a repetir en el cargo de alcaldesa, fue brotando la idea de realizar el día que dejara de serlo, un acto en el que le mostrarían ese respeto que había sabido ganarse con el paso de los años y en secreto se fue gestando un emotivo acto privado en el que estarían únicamente los familiares y los amigos.
Ajena a esta celebración, para Elvira fue una grata sorpresa cuando vio reunidos a todos los seres queridos que deseaban despedirla como ella se merecía y fue otro de esos momentos en los que a veces resulta muy difícil poder contener la emoción que se va acumulando.
Todos agradecieron haber compartido con ella algún momento de estos años y alrededor de una mesa en la que no faltaron algunos recuerdos de esos momentos complicados aunque siempre primaron los buenos, Elvira fue recibiendo los regalos que querían hacerle para que se acordara de ese paso por el Ayuntamiento de su pueblo y sobre todo, de los logros que los vecinos van a poder disfrutar durante mucho tiempo.
Gracias señora alcaldesa en nombre de todos, de los que estuvieron y de los ausentes por una u otra causa, porque para todos los vecinos de Faramontanos de Tábara has dado parte de lo mejor de unos años de tu vida en los que la dedicación al servicio público a primado sobre otros valores de tu vida y eso es algo que la mayoría de los que conviven contigo difícilmente van a poder olvidar.
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