almeida 2 de abril de 2017.
Mil años, representan casi un instante en la historia de la Humanidad, pero cuando analizamos con minuciosidad la historia; nos damos cuenta que es cinco veces más prolongada que el momento en el que llegó la invasión napoleónica o el doble de tiempo desde que se descubrió el Nuevo Mundo.
Entonces con esa perspectiva, nos damos cuenta que es demasiado tiempo, es mucho tiempo para una ausencia que parecía que nunca iba a permitir ese anhelado reencuentro, ese que el día 1 de abril consiguió reunir de nuevo al Beato de Tábara con la torre alta et lapidea en la que pacientemente fue concebido por el talento de Magius y de su discípulo Emeterius.
Seguro que algunas mentes, hasta llegaron a imaginarse a esos espíritus que se comenta que merodean en la torre tabarense; Magius, Emeterius, Senior, Williams,….celebrando por todo lo alto la llegada de su obra genial y maestra como también lo celebraba con impaciencia el pueblo de Tábara y aquellos que al reclamo de lo que iban a poder contemplar, se habían acercado hasta la población que multiplicó como se esperaba el número de personas que había por las calles, ansiosos de poder contemplar al hijo prodigo en una ocasión única, que difícilmente se va a poder repetir.
Días antes, en el AHN, un minucioso trabajo de protección por técnicos y especialistas había comenzado para que este viaje no tuviera ninguna consecuencia en el traslado de la obra relevante que se custodia en el archivo para ese reencuentro en el lugar en el que fue concebida.
Todas las precauciones eran pocas para que este traslado no afectara en ningún momento a una obra que fue concebida hace más de mil años, pero que sigue viva, porque cada vez que se profundiza en su estudio se van descubriendo nuevas claves de lo que los miniaturistas fueron plasmando en cada uno de los pergaminos que también siguen vivos y son excesivamente sensibles a cualquier alteración para su correcta conservación.
El traslado desde Madrid a Tábara se realizó en un vehiculo especial para la ocasión que mantenía cada una de las condiciones en las que permanece en el archivo y fue debidamente custodiado por la seguridad que requería este traslado.
Había impaciencia en Tábara por ver su llegada y esta se produjo a primera hora de la mañana en la que desde el vehículo en el que se realizaba el traslado fue ubicada en el interior de la torre por técnicos que eran conocedores de cómo debían hacer su trabajo.
El Centro de Interpretación de los Beatos se encontraba dispuesto para acoger a tan ilustre visitante que durante diez horas permanecería entre las piedras de la torre alta et lapidea para que todos pudieran disfrutar con este reencuentro tan deseado y esperado.
Se hizo un paréntesis en las jornadas que se estaban celebrando en el salón de actos de la torre del reloj, porque los allí presentes también querían ser testigos de ese reencuentro y en un silencio respetuoso se acercaron hasta la torre en la que esperaba el Beato de Tábara que relucía como antes nunca lo había hecho, se nos mostraba con su lámina más significativa, la que Emeterius plasmó para que todos conociéramos cómo se hacía el minucioso trabajo en los monasterios medievales en los que el talento de los monjes se iba plasmando en cada uno de los pergaminos.
José Ramos, alcalde de Tábara, en compañía de Severiano Hernández Subdirector de los archivos estatales y Fernando Regueras Presidente del Centro de estudios Benaventanos Ledo del Pozo y las autoridades y expertos que se encontraban en las conferencias, fueron quienes accedieron al interior de la torre para ser también los primeros en contemplar personalmente esta obra maestra del arte medieval y de esa forma dar por inaugurada la exposición del códice original que recientemente ha sido declarado Memoria del Mundo por la UNESCO.
Imagino la emoción que han podido sentir dos personas como José Ramos y Fernando Regueras en ese momento en el que después de veinte años de trabajo silencioso, han sido testigos de ese esperado reencuentro. Son esos momentos en los que las palabras sobran porque resultan incapaces de poder describir lo que se está produciendo y lo mejor es mirar el rostro y sobre todo los ojos de quien te permiten ver el interior de su alma y te das cuenta que la dicha que se siente en esos instantes, compensa todo el trabajo realizado y sobre todo esos momentos de desesperación en los que las cosas no salían como se deseaba, pero al final llega siempre la recompensa que consigue cubrirlo todo.
Fuera de la torre se iba concentrando un número de personas cada vez más numeroso que también quería vivir ese momento especial y único que difícilmente va a repetirse y en silencio esperaban pacientemente el momento en el que se abrieran las cadenas que les conducirían hasta el interior de la torre.
Se habían dispuesto todas las medidas de seguridad, no solo en el exterior donde había personas de protección civil y de las fuerzas de seguridad que controlaban la acumulación de gente, también en el interior de la torre dos personas se encontraban de forma permanente al lado del Beato, custodiándole para que el orden se fuera manteniendo dentro y todos pudieran contemplarlo. No hacía falta más seguridad porque el respeto que fueron mostrando hacia el códice cuantos se acercaron a estar cerca de él, no fue necesario que se tuviera que tomar ninguna precaución especial.
Por las calles de Tábara, no había otro comentario en los corrillos que la venida del tan esperado e ilustre que ha dado fama y reconocimiento mundial a la población y cada uno esperaba el momento para ese deseado reencuentro, pero no solo las gentes de Tábara han podido contemplarlo, también han tenido la oportunidad las gentes venidas de toda la provincia, de la comunidad y de diferentes lugares del estado, porque era una ocasión única que difícilmente se va a tener la ocasión de repetir.
A lo largo de las diez horas que ha durado la exposición han sido 2.017 las personas que han pasado por la torre para contemplar a su obra más ilustre. Es significativo que la cifra coincida con los años en los que las enseñanzas del Maestro cambiaron una parte de la forma de entender el mundo y demuestran que los presagios que se hacían en los códices, no se han llegado a producir.
La torre que reemplaza la original del monasterio de San Salvador donde se encontraba el Scriptorium que tan hermosas obras llegó a producir, brillaba con una luminosidad especial y propia por ese reencuentro que para muchos será un momento especial que van a recordar a lo largo de toda su vida.
Pero como decíamos, la fragilidad que el códice presenta hace que sea necesario mantenerlo en unas condiciones que le permitan seguir con nosotros hasta el final de esos días que se describen en cada una de sus páginas y necesita un lugar muy especial en el que poder seguir viviendo sin que se vean alteradas las constantes que lo mantienen en las condiciones en las que se encuentra y era preciso que no estuviera más tiempo del necesario fuera del lugar tan especial en el que está depositado.
Media docena de manos hábiles y especialistas fueron abriendo con sumo cuidado la urna de cristal en la que se había depositado y con sumo cuidado en cada uno de los movimientos que hacían, fueron retirando el códice de la urna y embalándolo con la protección necesaria para que ni la temperatura, ni el grado de humedad, ni tan siquiera las vibraciones que podía haber en el viaje incidieran de alguna forma en el estado en el que salió del AHN.
Fue abandonando la torre y algunos podemos imaginar a esos espíritus que se dice que merodean en silencio por ella viendo alejarse de nuevo a aquel que fue concebido entre aquellas paredes y en sus ojos se percibiría algo de esa emoción que se podía ver en los del alcalde que con un poco de tristeza, pero con mucha satisfacción veía como de nuevo se alejaba el hijo prodigo, pero el trabajo estaba hecho y se había cumplido uno de los sueños de muchos tabareses que nunca se imaginaron que podrían contemplar lo que sus antepasados llegaron un día a crear para el deleite de toda la humanidad y gracias al trabajo que en silencio se ha ido realizando durante estos años han podido ser testigos de este reencuentro que podrán compartir con las generaciones venideras.
Buen viaje y un solo deseo, que no transcurra tanto tiempo para que Tábara pueda de nuevo mostrar al mundo la obra más emblemática que un día se consiguió crear y de la que se siente especialmente orgulloso.
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Distintos momentos de la exposición del Beato Original en su casa – Fotos: Javier Andrés Miranda |