almeida – 18 de mayo de 2016.
Txarli, estaba un poco harto de escuchar siempre a su madre todo lo que ésta le contaba sobre el camino. Desde que dos años antes había puesto sus pies en él, su vida había cambiado.
No solo amaba el camino porque se sentía libre cada vez que lo recorría, se había convertido en hospitalera voluntaria y acudía cuando el tiempo se lo permitía a los diferentes albergues para ofrecer sus atenciones a los fatigados peregrinos para que éstos se encontraran como en su casa.
Ahora no era solo el camino, también tenía que soportar todas las historias que ella le contaba cuando regresaba del último albergue en el que había estado, pero a pesar del hartazgo de su hijo, María no perdía la esperanza que un día Txarli pusiera sus pies en el camino, sabía que cuando lo hiciera sentiría la misma magia que ella encontró y soñaba con que un día pudiera recorrerlo.
María se fue una quincena a un albergue de la Costa, se trata de un camino muy exigente, pero ella sabía cómo ir convenciendo a Txarli para que pasara unos días con ella. En el pueblo en el que iba a estar había una excelente playa en la que podía disfrutar y quién sabe, quizá uno de los días que estuviera allí se animara a hacer alguna etapa y si lo hacía sentiría esa sensación que su instinto percibía que le iba a transmitir el camino.
Fue tal su persuasión, que quién sabe si fue para no aguantarla más, el caso es que Txarli decidió ir a visitarla y pasar una semana con ella, iría con unos amigos y si como pensaba, el camino no le seducía, siempre tendría la opción de la playa en la que podía pasar la semana que estarían juntos.
Como suele ocurrir siempre que se pone en marcha un proyecto, son muchas las personas que se apuntan al mismo, pero según iban pasando los días, como si fueran fruta madura algunos de los interesados se fueron cayendo y solo quedaron los más decididos o quizá los elegidos.
Se ofrecieron a acompañarle y a probar eso del camino sus amigos Javi y Alex. El primero era un joven deportista, se consideraba muy preparado para hacer las etapas que fuera necesario, en cambio, Alex tenía alguna dificultad añadida, su sobrepeso le hacía el candidato idóneo para abandonar cuando vieran la primera cuesta que debían ascender.
Cuando llegaron al albergue en el que se encontraba María, ésta los encontró eufóricos, los tres presumían que las tres etapas que inicialmente tenían previsto realizar, las recorrerían en un suspiro. Para ellos los cincuenta kilómetros no representaban nada y por mucho que María les advirtió del esfuerzo que debían hacer, ellos seguían bromeando asegurando que para los tres iba a ser poco menos que un paseo.
Fueron hasta Irún, les llevó María y les dejó en la puerta del albergue, ahora debían arreglarse por ellos mismos, aunque ella no dejó de darles consejos y sobre todo les propuso que ante cualquier imprevisto que surgiera, no dudaran en llamarla para lo que necesitaran.
El primer día, tenían una etapa corta, unos quince kilómetros, aunque casi todos eran en permanente ascenso y además la climatología no les iba a acompañar ya que una fina lluvia les iba a hacer más complicada la etapa.
María pensaba en su hijo, aunque estaba segura de que él lo conseguiría, le preocupaba más Alex para quien iba a resultar un esfuerzo tan grande que dudaba que pudiera conseguirlo, pero confiaba en los tres y estaba segura o soñaba que acabarían consiguiéndolo.
No resultó fácil, pero lo lograron, llegaron exhaustos pero satisfechos de haber cubierto el primero de los tres objetivos que se habían marcado.
Al día siguiente, la etapa era similar, tanto en la distancia como en la dificultad y surgió el primer contratiempo. Javi que presumía de ser el mejor preparado tenía una tendinitis, el problema era que podía contagiar a todos con el abandono. Pero María que era experta en estas lesiones, les sugirió que Txarli y Alex continuaran según lo planificado mientras que Javi hacía el recorrido en autobús.
Javi llegó enseguida al destino que se habían marcado ese día y disfrutó casi todo el de la playa que había cerca del albergue. Mientras Txarli y Alex sufrían con los desniveles que estaban recorriendo, pero también disfrutaban con la belleza que les estaba obsequiando la naturaleza que se mostraba ante sus ojos. Para los tres fue una jornada inolvidable, los dos peregrinos gozaron con cada momento de la etapa y quien deseaba hacer el camino de otra forma, también consiguió disfrutar en la playa.
El tercer día, tenían por delante una etapa más exigente, varias tachuelas con un fuerte desnivel daban algo de miedo antes de comenzar a caminar y como era previsible, ese miedo se alojó enseguida en la pierna de Javi. Parecía que le había cogido gusto al autobús ya que le permitía disfrutar más tiempo de la playa y no se lo pensó dos veces cuando la lesión se volvió a reproducir ante el fuerte desnivel que tenía por delante.
Txarli y Alex en cambio, ese día aprendieron a sufrir, cada paso que avanzaban lo hacían sufriendo, pero cada esfuerzo que hacían les estaba convirtiendo en peregrinos. Comenzaron a valorar el esfuerzo y se sentían orgullosos de lo que estaban haciendo, era como el martillo del herrero, a cada golpe iba forjando el hierro, en este caso era el sudor el que se encarga de irlos endureciéndo.
Para Alex, la etapa resultó terrible, él debía arrastrar en cada paso el doble de peso que los demás peregrinos y los ascensos y las bajadas llegaron a resultar muy dolorosos, pero su amor propio y el orgullo le hacían seguir adelante. Al verlos llegar, María era consciente de ese sufrimiento que estaba forjando a un futuro peregrino.
Ahora era Txarli el que contaba las aventuras de la jornada y las vivencias que había tenido y lo hacía con tanta pasión, que enseguida María comprendió que la magia del camino había conseguido penetrar introducirse en él.
Después de la reconfortante ducha y de reponer energías, los tres hablaban con pasión de las vivencias que habían tenido, aunque Javi no había conseguido sentir esa magia, quizá no la llegue a sentir nunca ya que cuando se buscan atajos cómodos para llegar, es difícil poder asimilar el sufrimiento, en cambio Txarli terminará el camino y cuando consiga llegar a Santiago, se pasará muchas horas hablando con su madre ya que compartirán esa misma pasión y soñarán con recorrer un día juntos la ruta de las estrellas.
Alex, volverá al camino, es un peregrino muy orgulloso de lo que ha hecho, porque solo él sabe lo que le ha costado y cuando lo termine será una de las personas más satisfechas que acogerá la plaza del Obradoiro. Ese día también cambiará su vida ya que comenzará a valorar las cosas de una forma diferente y cambiará también los valores que tiene de las cosas.
Este es uno de esos casos en el que las apariencias engañan ya que de quien más se dudaba que pudiera ver culminado con éxito su objetivo, fue el que más sufrió, pero también el que más orgulloso estaba de la hazaña realizada.
María también se sentía muy contenta y eufórica, sabía que el día que llegaron al albergue en el que ella se encontraba, habían nacido dos nuevos peregrinos con los que podría hablar del camino y de ahora en adelante cuando lo recorrieran, en muchas ocasiones ella sólo escucharía lo que los peregrinos que ella había creado la contaran.