almeida – 30 de marzo de 2017.

A mediados del siglo X, en el Monasterio de San Salvador de Tábara, había un monje llamado Magius que poseía un talento extraordinario y su genio hizo que en el scriptorium del monasterio se escribieran algunas de las páginas más hermosas de arte, que el tiempo y la historia nos han legado.

            Los antiguos códices en los que predominaba el arte mozárabe fueron sustituidos por una mezcla de elementos andalusíes y cristianos que en un lenguaje primitivo representaron una forma de expresión hasta entonces desconocida.

            Magius concibió una iluminación que fue plasmando en los pergaminos y resultó revolucionaria por lo moderna que puede parecernos en la actualidad, a pesar de los siglos que hace que fueron concebidos. Estas obras que fueron surgiendo del Scriptorium tabarense se convirtieron en un modelo a seguir por los demás artistas que vieron en ellas una forma de poder expresar su talento.

           

 En el año 945 vio la luz el Beato de San Miguel también conocido como Beato Morgan, el primero de los tres que se conservan que está vinculado con el cenobiun tabarense, aunque durante mucho tiempo se ha considerado que su procedencia era de San Miguel de Escalada en la provincia de León donde parece que fue custodia

do para preservarlo de las invasiones musulmanas.

            Recientemente se ha demostrado por José Ferrero que este beato es de la fábrica tabaresa y el monje que lo creo, Magius no procedía como siempre se había creído de San Miguel de Escalada sino que él era de la opinión que procedía del Monasterio de San Miguel de Tábara, algo más lógico por la cercanía de este monasterio y por los restos de la lápida encontrada en donde se indica el lugar en el que el artista fue enterrado.

            En el año 970 se culminó la elaboración del Beato de Tábara que comenzó Magius pero dos años antes de finalizar esta obra, el artista muere y fue su discípulo Emeterius quien la culmina en junio del año 970.

           

 Cinco años más tarde Emeterius junto a Senior y la monja Ende finalizaron el tercer Beato que se le conoce con el nombre de Gerona por ser la Catedral de esta ciudad catalana donde se encuentra desde hace mil años.

            Sin duda son tres obras maestras que han llegado hasta nosotros, en las que podemos ver la revolución para el arte que se produjo en el Scriptorium tabarense por la escuela que creó en generaciones posteriores.

            El Beato Morgan conserva 89 miniaturas, alguna de ellas de gran calidad, al contrario que el Beato de Tábara que únicamente nos han llegado 11 que se encuentran en buen estado, pero en este Beato destaca la creación de Emeterius de la torre del Scriptorium “alta et lapidea – alta y de piedra”, que nos ha permitido comprender como era la labor de los monjes entre las paredes de los antiguos monasterios. El Beato de Gerona conserva 114 miniaturas y entre ellas podemos contemplar una imagen de los apóstoles en la que es una de las primeras, sino la primera alusión al apóstol compostelano.     

            La importancia de estas obras, sobre todo la del conocido como Beato de Tábara, ha sido reconocida por la UNESCO y en la reunión de Abú Dhabi, en octubre de 2015 se aprobó incluir este códice en la Memoria del Mundo, un patrimonio de la Humanidad que se debe preservar y proteger para las generaciones venideras, porque comprendiendo nuestra historia a través de lo que conservamos de ella, podemos tener conciencia de lo que somos y de dónde venimos.

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