Hasta hace tan sólo unas décadas, para muchas familias poder realizar en los meses de invierno la matanza, representaba una necesidad, porque les proveía de las proteínas necesarias que iban a precisar durante todo el año.
Con el paso del tiempo, esta necesidad se ha ido convirtiendo en una tradición que se mantiene en muy pocos sitios, ya que las prioridades han ido cambiando y afortunadamente, hoy en día, las provisiones que se necesitan se encuentran suficientemente cubiertas.
La matanza, además de procurar el sustento para las familias en esos días crudos de invierno, donde es necesaria la ingesta que proporcionan los productos extraídos del cerdo, representaba un acto lúdico y social. Junto a la vendimia se convertía en ese momento de reunir a familiares y amigos, en torno a una tarea común que algunos no desean que caiga en el olvido.
Después de tres años en los que la tradicional matanza que el restaurante el Roble celebra en Tábara para mantener esas tradiciones, ayer sábado se realizó nuevamente este acto que consigue concentrar a un numeroso público amante de seguir recordando nuestras tradiciones.
A media mañana, la pequeña plaza que hay frente al restaurante el Roble, se había acordonado para que todos pudieran presenciar algo que la mayoría mantenía en su recuerdo y algunos, no habían podido presenciarlo nunca.
En esta ocasión se ha sacrificado una cerda de 140 kilos, alimentada como siempre se ha hecho con productos de la huerta, que proporcionan a la carne, una consistencia y un sabor especial y como maestro de ceremonia, Manolo, era el que se encargaba de dirigir al grupo de Tabareses que cada año se concentran para este acto y disfrutan pudiendo retroceder en el tiempo.
Después de sacrificar al animal en un lugar reservado, se procedió a chamuscar con paja su piel, para eliminar todas las cerdas y a continuación, con agua caliente se procedió a raspar todas las impurezas que pudieran encontrarse en la piel y seguidamente, se fue abriendo en canal para extraer todas las vísceras y dejar al frío aire que hacía en Tábara, para que la carne adquiriera ese estado que la hace propicia para despiezar cada parte del cerdo y darle la utilidad que se ha pensado, proporcionando esas delicias que nuestra gastronomía tan bién sabe apreciar.
Todos participaban en este evento, hasta los que se acercaron para contemplar este acto, fueron agasajados con las ricas viandas que se iban ofreciendo a los que se encontraban alrededor de las vallas que se habían dispuesto.
Como siempre, la matanza representa una tradición para la gente de esta tierra, porque después de despiezado el animal, se contaba con los nutrientes necesarios para poder sobrellevar un año más.
Después de realizada la matanza y expuesto el animal al aire frío que garantiza una buena curación de la carne y los productos que luego se elaboran con ella, el restaurante ofreció un menú tradicional con productos del cerdo, que a todos los asistentes les devolvió a esos recuerdos que siempre se conservan de tiempos pasados.
Sin duda se trata de una iniciativa que no debe caer en el olvido y actos como el realizado este sábado en Tábara, nos permiten seguir manteniendo esas tradiciones que fueron determinantes para muchas familias en algún momento de nuestras vidas.