Isaías Santos Gullón – 6 de abril de 2019.
Publicado en la página cuatro CORREO DE TçBARA en El Correo de Zamora de 27/8/1974.
No llores, porque las lágrimas dicen lo que estás sintiendo, y no es bonito enseñar la pena que llevas dentro.
A veces, en días más o menos grises, en días en los que el corazón quisiera salirse de su campo sin saber por qué y sin motivo, siento el deseo de escribir, y sólo escribiendo calmo la ansiedad de ese motivo inconsciente que me empuja.
Así, un día garabateé esta copla que se quedó perdida entre los mil papeles de mi mesa de despacho.
No hubiese llegado a esta página de Tábara de no tener un motivo, el de que al ordenar el cajón de mi mesa, entre los papeles almacenados, encontrase un folio lleno de “versitos”, y al leerlos éste precisamente me recordara mi Tábara. Sentí tristeza de no estar allí, y hasta me cruzó un nudo la garganta, producto de la nostalgia del pasado.
La primera vez que estuve en Tábara yo debía de tener unos 10 años. Como premio a haber aprobado “casi todo” el primer curso de bachillerato mi padre me compró una bicicleta. Recorrí cientos de kilómetros del pueblo a La Folguera, a San Lorenzo, a Palomillo, al encinar, al bosque o a la casa de Aguedita. ¡Qué buenos tiempos! ¡Qué buenos años entre las empedradas calles de mi pueblo, pues aunque no nací allí, sí pasé los mejores veranos de mi vida.
Ahora, suelo veranear en playa de moda, entre melenudos y extranjeros, visitando alguna discoteca bastante más aburrida que la verbena de la fiesta de Tábara, donde tanto me divertía. Por eso, este año voy a ir también a Tábara. Ya no tendré mi bicicleta roja, ni me bañaré en la piscina de agua fría de La Folguera, ni patinaré en la carretera… pero encontraré a mis amigos en todas las calles del pueblo, a don Timoteo, a don Domingo, al señor Tabuyo! A mis amigas las encontraré rodeadas de hijos, hijos que posiblemente no serán tabareses, pero que desearán ir con sus abuelos a las fiestas de Tábara, lo mismo que yo deseo ir, porque Tábara, aunque pequeño, es un pueblo al que se quiere, un pueblo noble, un pueblo de solera.
MARISOL ACOSTA