Cada vez, estamos poniendo más de moda, lo que algunos se han empeñado en denominar la España vacía o vaciada, según quienes sean los que hacen tal afirmación, de la cual estoy personalmente en contra, porque es un calificativo que no refleja la realidad de estos lugares.
No se encuentra vacía, porque todavía hay almas que laten en el interior de cada pequeña población, ni está vaciada por los innumerables valores que poseen y los convierten en esos lugares con encanto, sitios especiales en los que la calidad de vida es una realidad que se va palpando cada día.
Soy mas partidario de pensar en estos lugares como los que han ido siendo abandonados por aquellos que tenían la misión de haber mantenido su vitalidad que en otros tiempos llegó a tener y sobre todo, ese abandono por aquellos que tenían la misión de haberlos hecho prosperar.
Cuando se está poniendo de moda establecer ranking de los lugares que destacan por alguna cosa, es frecuente que en diferentes medios de comunicación veamos estos lugares destacados, que el medio recomienda por una u otra razón, que seguramente estarán siempre cuestionados por alguien, porque hay lugares que deberían encontrarse en esa clasificación y no han sido incluidos, pero lo que no cabe ninguna duda, es que aunque haya algunos sitios que echemos en falta, los que están es porque deben estar.
Hay en todo el territorio diez provincias que cuentan con el triste honor de ser las menos pobladas de todo el estado, esas que se incluyen en algunos mapas de la despoblación galopante que hay en este país, que antes se centraba en lo que se conoce como Serranía Celtibérica y estudios más recientes y exhaustivos realizados por Pilar Burillo, han detectado que también las provincias que se encuentran en la franja con Portugal; desde Orense hasta Badajoz, se encuentran en ese peligroso equilibrio de contar con menos de 8 habitantes por kilómetro cuadrado, lo que se considera un riesgo demográfico muy importante, porque estamos en desierto poblacional donde muchos pueblos se encuentran en ese abismo de poder llegar a desaparecer.
El periódico ABC, ha establecido una veintena de pueblos de estas diez provincias, que por el atractivo que tienen, son lugares que merecen la pena ser visitados por su historia, su naturaleza y esa calidad de vida que poseen, aunque se encuentren abandonados a su suerte por quienes tienen la responsabilidad de conseguir su prosperidad.
Entre estos veinte pueblos se encuentra Tábara, sin duda un lugar que debe estar en este ranking y que cuenta con los suficientes atractivos para que no sea solo un lugar de paso, sino que se comience a contemplar como uno de esos sitios que es necesario visitar para ver y conocer los valores que posee.
Su emplazamiento, en vías de comunicación que se han venido utilizando desde hace mucho tiempo, la hicieron prosperar de una forma importante, aunque como ha ocurrido en la mayoría de los pueblos de estas comarcas, ha ido viniendo a menos con el paso de los años.
Tábara está emplazado en las estribaciones de la Sierra de la Culebra, un paraje natural de especial belleza para quienes tienen la fortuna de poder disfrutarlo con calma. Su flora con especies autóctonas y una densidad muy importante por los bosques que tiene en sus alrededores donde destacan el roble, la encina y el pino, la convierten en el hábitat natural, para una fauna cada vez más densa, en la que predominan algunas especies que solo se pueden encontrar en estado salvaje en lugares como este (lobo, ciervo, jabalí, gato montes, búho real, buitres, cabras, milanos…).
Los alrededores son esos lugares en los que disfrutar de un bonito paseo y olvidarte del stress diario, son numerosos y se han ido estableciendo unas rutas para el disfrute en estos parajes entre las que destacamos:
La Picota, un emplazamiento que cuenta con excelentes vistas y en los días claros, se puede contemplar Benavente y donde las ardillas y ginetas tienen su hábitat natural.
El alto de Carmona, el punto más elevado en el comienzo de la Sierra de la Culebra, desde el que resulta todo un espectáculo presenciar la berrea cuando los ciervos se encuentran en celo.
La Madroñera, otro de los emplazamientos con encanto, en donde predominan los madroños que en otoño y al comienzo del invierno se encuentran en todo su esplendor y es el territorio en el que las ardillas buscan su alimento.
El Bosque de Robles, una de las riquezas que siempre tuvo el pueblo de Tábara por la abundante producción de leña que proporciona y donde se puede contemplar el pájaro carpintero.
La Folguera, es uno de esos espacios en los que poder disfrutar de un día en el campo, porque se habilitaron unas instalaciones para el recreo de la gente que se acercaba hasta allí y cuenta con una fuente que frecuentemente muchos se desplazan para degustar el agua cristalina que allí mana.
La Cruz del Perdón, un espacio rodeado de jaras, donde abundan los hongos donde, según la leyenda, se erigió por la disputa entre dos frailes, aunque otros aseguran otras historias, seguramente por eso, se ha convertido en leyenda.
La ermita de San Mames y sus alrededores, que el lunes de Pascua acogen una romería en la que todo el pueblo se desplaza hasta allí, para disfrutar de un día de merienda entre amigos y familiares.
Pero hay otras rutas en plena naturaleza donde se puede disfrutar de esa paz que produce el contacto con nuestras raíces; El Vildeo, el Casal, los Pedregales, Castro de Corral de Moros, La Rivera, el Vallón, el encinar, demasiados rincones que más que explicarlos y describirlos, lo mejor es visitarlos y disfrutar de ellos.
Pero también fue el emplazamiento para erigir uno de los monasterios más relevantes que hubo en la edad media y que estuvo dedicado a San Salvador. Allí se concibieron en su Scriptorium, algunas de las páginas más hermosas, que el arte nos ha llegado a trasmitir.
Escribas y miniaturistas como Magio, Emeterio, Senior o Ende crearon algunos de los beatos más importantes que se han concebido jamás, como el Beato Morgan, el Beato de Tábara o el Beato de Gerona.
El Centro de Interpretación de los Beatos, que se encuentra en el interior de la Iglesia de Santa María, muestra cronológicamente como fueron los trabajos que se hacían en los Scriptorium medievales y se pueden contemplar los facsímiles de algunos de ellos y también el lugar que acoge esta exposición, la torre de la iglesia tabarense, alta et lapidea, como la describió el artista en una de sus obras, es uno de esos monumentos dignos de contemplar porque es único en su fábrica.
Seguramente el auge que tuvo Tábara a partir de la edad media cuando la labor en el monasterio decayó después de ser arrasado por Almanzor en su campaña hacia Compostela fue el establecimiento de la Familia Pimentel, que llegaron a ser grandes de España en la época de los Austrias y el marquesado supo como engrandecer el pueblo en que estaban establecidos.
Los marqueses que tenían su palacio en la plaza del pueblo, al lado de su casa, construyeron la Iglesia de la Asunción y en los sótanos se puede contemplar una hermosa cripta, rehabilitada hace pocos años, que fue el lugar de enterramiento de los personajes de este linaje.
Ya en tiempos más recientes, uno de los hijos ilustres de esta población, el poeta León Felipe, siguiendo la estela y el talento de sus predecesores Magius y Emeterius, llegó al olimpo de los elegidos con sus obras que serán siempre inmortales.
Se recuerda a este hijo del pueblo en una estatua que se erigió en su memoria en la Plaza Mayor del Pueblo, una de las más amplias de la comarca, en la que se encuentran algunas de las casas de realengo que tuvo en su tiempo esta población.
También es paso obligado de los peregrinos que se dirigen a Santiago recorriendo el Camino Sanabrés, donde los antiguos peregrinos procedentes del sur, encontraban, primero en el antiguo monasterio y más tarde en un lugar habilitado por los Marqueses de Tábara del que se conserva una cedula que lo acredita, un lugar de descanso para los peregrinos en su primera etapa del Camino Sanabrés y en la actualidad sigue contando con acogida para ellos siendo su albergue municipal el más reconocido por los peregrinos de toda esta ruta de peregrinación.
Los peregrinos que lleguen a Tábara y visiten el Centro de Interpretación de los Beatos, podrán contemplar en sus paredes, una reproducción, la más antigua que se conoce del Apóstol Santiago, que se encuentra en el Beato de Gerona y en una de sus páginas dobles aparecen todos los apóstoles y encima de una de las figuras, se puede leer Iacobus Hispania, es del año 960 y probablemente es la mención más antigua de una imagen de Santiago.
Pero además, Tábara se encuentra muy cerca de otros lugares en los que una visita para los amantes del arte es imprescindible, como el Monasterio de Santa María de Moreruela y recinto y la iglesia de Santa Marta de Tera, que cuentan con unos templos dignos de admiración.
Todos estos valores hacen que Tábara, se encuentre entre esos 20 pequeños pueblos que es necesario visitar de esa España abandonada, porque conserva unos valores y un patrimonio del que todos nos sentimos orgullosos de poder mostrar a quienes nos visitan.