Este año los labradores tienen bien poco que festejar dada la escasez de agua por la que están pasando sus campos. Las sequías y heladas persistentes prevén unas pérdidas superiores al 50%, si San Isidro no lo remedia a tiempo.
La historia está llena de estos momentos complicados y con falta de agua para los campos, y es en estas circunstancias cuando las rogativas a los santos tomaban importancia y eran multitudinarias y muy devotas las procesiones por los sembrados para que el Santo en cuestión se apiadara e interviniera por unas gotas de agua necesarias para que la cosecha llegara a buen fin.
Tábara, en esta ocasión, se ha unido a estas rogativas generales de toda España y hemos recorrido los campos y esperamos que la bendición del sacerdote D. Samuel, sea escuchada y, aunque un poco tarde ya, llegue esa agua preciada que remedie un poco nuestros campos y para que, al menos los pastos, reverdezcan un poco para placer de nuestra ganadería y satisfacción de nuestros ganaderos.
Antes de comenzar la Santa Misa, nuestras cantoras entonaron el canto del ramo, tradición ancestral en nuestra Villa que, como siempre, un aguerrido mozo, porta orgulloso y durante toda la procesión, acompañado de un puñado de rapaces que llevaban los bollos “maimones” que luego, al final de la procesión, Manolo iría subastando uno a uno.
La subasta comenzó como siempre con los brazos de las andas para introducir al Santo de nuevo a la iglesia, a continuación, los bollos, las bandejas de rosquillas y como fin de fiesta, los ramos, el grande y el pequeño.