almeida – 16 de enero de 2018.
Hay ocasiones, en las que nos encontramos con alguno de esos benditos locos peregrinos, que han encontrado en el Camino la forma de poder realizarse, de encontrar lo que muchos no consiguen ver y hacen del Camino, una forma de poder vivir todo lo que fuera de esta ruta, es muy difícil poder ver y mucho menos poder llegar a comprender.
Salvador Serra, es uno de esos benditos locos que han encontrado en el Camino la razón de ser, para cargarse de esa energía, que le hace posible poder sobrellevar cada día mientras no se encuentra caminando sobre él y solo sueña con el momento de comenzar un nuevo camino.
Lleva ya en sus pies 17 Caminos y después de este tiempo, se ha dado cuenta que sí es capaz, encontró esa respuesta a la pregunta que se formuló a primeros de siglo cuando en su trabajo de comercial, se dedicaba a recorrer una buena parte de la península y cuando se encontraba a esos peregrinos que caminaban al lado de la carretera bajo la lluvia, con calor, con frío, se preguntaba qué les movería a realizar aquel esfuerzo, era algo que no llegaba a comprender porque todavía no era peregrino y siempre encontraba la misma respuesta: yo no sería capaz de hacer lo que están haciendo estos.
Pero si nos lo proponemos, sí que somos capaces y cuando quiso saber qué era lo que sentían los que caminaban hacia poniente con todo lo que necesitaban a cuestas, la experiencia, no fue todo lo buena que él podía desear, pero tuvo la suerte que la magia del Camino se introdujo dentro de él y ya no se detuvo, solo pensaba en ese sendero mágico que le había enganchado.
Aquel primer Camino, fue toda una experiencia y una superación, porque comenzó en Roncesvalles para hacer su primera etapa y le resultó tan fácil que en lugar de detenerse en Zubiri como hubiera sido lo normal, se plantó en Pamplona y la segunda etapa recorrió otros tantos kilómetros y la distancia que los peregrinos emplean cuatro jornadas, él la había cubierto en dos.
Fue su primera lección cuando el tercer día, la rodilla le dio el primer aviso de que hay que ir poco a poco y una tendinitis le hizo volver a su casa, pero ya había inoculado en su organismo eso que no se puede explicar y solo se puede sentir, el Camino le había atrapado y comenzó a descubrir la libertad y el conocimiento personal que se va teniendo mientras se avanza.
Con esa primera lección bien aprendida, volvió al camino y fue racionando su esfuerzo y comenzó a recorrer los caminos que llevan a Santiago por el norte, por el centro, estaba deseoso de contemplar cada día esos nuevos horizontes que cuando se alcanzan, nos permiten contemplar un nuevo y ya no hay nada que pueda detener ese avance continuo.
La mayoría de los Caminos tradicionales que hay en la península, los fue recorriendo hasta que comenzó a tener nuevos retos, porque los Caminos de 20 o 30 días, se habían quedado pequeños para él y necesitaba nuevos retos y nuevos horizontes y cuando le llegó la prejubilación, comenzó a esbozar uno de esos sueños que van surgiendo en la mente de muchos peregrinos que consistía en unir dos centros de peregrinación importantes en el mundo cristiano; Roma y Santiago.
Ese fue un camino muy exigente, aunque para el bueno de Salvador, se le quedaba también corto, porque su idea era recorrer los tres centros de peregrinación, pero llegar o salir de Jerusalén era una tarea arriesgada por los conflictos y la inestabilidad que había en muchos de los tramos que unen Roma con Jerusalén y se conformó con este camino de 2.832 kilómetros en el que empleo 108 días de los cuales 82 estuvo caminando en solitario durante 783 horas que empleó para completarlo.
Aquellos tres meses largos de peregrinación, debieron hacer ese efecto mágico que el Camino ejerce en los peregrinos y Salvador buscó un nuevo reto, en esta ocasión lo haría en compañía de un amigo maño con el que salió de Berlín y después de 112 días y 3.200 kilómetros, los dos accedieron a la plaza del Obradoiro donde Salvador volvió a pensar en la respuesta a aquella pregunta y se dio cuenta que somos capaces de casi todo lo que nos proponemos.
Pero ahí no termina la aventura de este loco peregrino que está buscando cada vez que termina un camino, nuevos retos que le puedan llenar y satisfacer con la pasión lo que ya representa parte de su vida.
Cuando Salvador se jubiló, mientras no se encontraba en el Camino, dedicaba parte de su tiempo libre a colaborar con los más desfavorecidos a través de Caritas y se hizo voluntario de esta organización en donde el objetivo era cubrir las necesidades de los más desfavorecidos a través de varios programas como el de empresas con corazón, en el que también le proporcionan a este peregrino una realización especial en su colaboración con los demás y como la mente del peregrino siempre se encuentra ideando nuevos retos, fue surgiendo la idea de unir sus dos pasiones, la solidaridad y el Camino a través de un reto que superara a los anteriores.
Recorrería el perímetro de la península, saldría caminando desde Igualada donde reside y caminaría hacia el sur hasta Gibraltar y por la Vía de la Plata y el Camino Sanabrés llegaría a Santiago y luego por el norte volvería a Irún desde donde enlazaría con el Camino francés a través del Camino Vasco del Interior y por el de San Jaume llegaría al punto de salida. Casi 4.400 kilómetros y unos cinco meses caminando en los que sus pies darían millones de pasos y vería miles de horizontes nuevos.
Para que Caritas y los más desfavorecidos se beneficiaran de este esfuerzo personal, fue ideando la forma de vincular el Camino que iba a recorrer con la labor humanitaria y social que realiza la organización. Primero pensó en hacer unas camisetas solidarias que se irían vendiendo desde la organización a la que pertenece, también se le ocurrió poner a la venta cada uno de los kilómetros que iba dejando atrás, pero las dos ideas fueron descartadas por lo complejo de su ejecución.
Salvador dispone de unos 4000 amigos en Facebook muchos de los cuales habitualmente le animan en cada nuevo proyecto en el que se embarca y pensó que si la mitad de ellos comprendían este nuevo proyecto y cada uno colaboraba con 5€ que es lo que en ocasiones representa tomar una copa, podría recaudar 10.000€ para el fin que estaba persiguiendo.
Cuando llegó a Tábara, llevaba caminando 76 días y había recorrido 2.200 kilómetros y su ánimo se encontraba casi tan intacto como cuando comenzó esta aventura, aunque los 3.500 € que se llevaban recaudados eran el punto negativo de esta aventura.
Pero los ánimos que va recibiendo a través de los reportajes diarios que cada día cuelga en Facebook, le animan a seguir en su empeño y de nuevo, volverá a tener la respuesta, se dará cuenta que es posible, solo, para que la aventura sea un éxito, con cada paso que avanza, sería bueno que las aportaciones también se vayan incrementando y al final el objetivo se haya cumplido de forma satisfactoria.
El número de cuenta en el que se pueden hacer las aportaciones para esta noble causa es Camino Solidario ES47 2100 0001 0702 0022 1597
Felicidades peregrino por haber conocido la respuesta a esa pregunta que un día te hiciste, has tenido la suerte de encontrar la respuesta, esa que muchos no van a tener en su vida, porque han sido incapaces de tan siquiera haberlo intentado.