almeida –25 de diciembre de 2015.

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         Cuando llegan las fiestas navideñas, todos nos sentimos un poco más sensibles hacia los seres más queridos. Son esos días en los que los buenos deseos están en la mente de todos y a veces nos preguntamos; ¿Por qué todos los días del año no serán navidad?

            Pero para algunos siempre viven esa inocencia y esa dulzura que tanto se desborda en navidades. Para los más pequeños, siempre es Navidad, en sus mentes en barbecho todavía no se han instalado esos vicios que con el paso del tiempo, inevitablemente siempre vamos adquiriendo.

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Los peques en la Residencia – Foto: Rosario San Martín Santos  

            También para aquellos que ya nos lo han dado todo y solo esperan en silencio, hablando con sus recuerdos de los tiempos pasados, que siempre fueron mejores, su mente solo espera que los días vayan pasando y en muchas ocasiones se comportan como niños y generalmente la bondad es lo que prevalece en cada uno de sus actos.

            Niños y ancianos forman esa esencia de la vida que en muchas ocasiones llega a conmovernos porque en cada palabra y en cada gesto nos damos cuenta que nos encontramos en esa permanente navidad que muchas veces todos deseamos.

            La iniciativa de reunirlos, era una experiencia que para ambos resultaría no solo grata, también muy positiva y el Colegio de Tábara tuvo la feliz idea de reunirlos antes que llegara la Navidad y los más pequeños llenarían durante unas horas de vida la Residencia Divina Misericordia de Tábara y la excusa para ello fue la llegada de la Navidad en la que todo aflora, es como esa primavera perenne en la que fluyen las sonrisas y los mejores deseos.

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Los residentes entretenidos con los peques  – Foto: Rosario San Martín Santos  

           Fue una satisfacción ver el pasado día 16 a los más pequeños del pueblo con quienes ya lo habían dado todo para que ellos disfruten del bienestar que ahora tienen y los pequeños quisieron agradecer todo lo que habían dado a lo largo de su vida regalándoles unos villancicos que en aquellas voces blancas y puras sonaban a música celestial.

            También los ancianos se sumaron a la fiesta y unos con sus voces graves y otros balbuceando las estrofas que recordaban de cada villancico fueron creando una atmósfera especial como pocas veces se puede llegar a crear.

            Los pequeños habían preparado un adorno navideño para que los ancianos pudieran decorar la residencia y junto con unas pastas y unos libros dedicados por los niños, hicieron de improvisados Reyes de Oriente llevando la alegría al lugar que más se necesita en estos días.

            No solo los ancianos disfrutaron con esta iniciativa, también el personal del centro se fue sumando a la fiesta y todos fueron disfrutando del clima navideño que se estaba formando.

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Los residentes entretenidos con los peques  – Foto: Rosario San Martín Santos  

          Los ancianos no quisieron ser menos y cuando los pequeños se disponían a abandonar la residencia les obsequiaron con unas galletitas y unas bolsas con chucherías que los niños se apresuraron a probar.

            A resultado una bonita experiencia que todos coinciden que debe volver a repetirse bien sea en Navidad o con motivo de cualquier otro acontecimiento que pueda surgir, porque reunir a quienes tienen una vida por delante con aquellos que están viendo como la suya se va acortando con cada nuevo amanecer y de esa forma los pequeños siempre recordarán a las personas que han hecho posible que tengan la vida que ahora disfrutan.

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Los peques en la Residencia – Foto: Rosario San Martín Santos

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