Pienso, luego digo – 09 de marzo de 2019.
No resulta algo habitual, que una persona que se encuentra en primera línea del servicio público en un cargo de relevancia, un buen día nos sorprenda anunciándonos que dimite de los cargos que ostenta y se retira de la vida pública.
Confieso que es una noticia cuanto menos sorprendente, seguramente, no estanos habituados a estos sobresaltos, aunque es algo que puede ser normal en cualquier orden de la vida, porque cuando no te encuentras a gusto con lo que estás haciendo o con las personas que se encuentran en el mismo proyecto, lo más sensato y honrado, es dejarlo todo e irse a casa.
Creo que el sentido común, aunque sea solo una excepción, nos confirma que no todo está perdido, que todavía quedan personas con principios y que anteponen éstos a seguir ocupando un puesto en el que ya no van a poder aportar mucho.
No es que se haya perdido el juicio en la vida pública, ni que se perciba un cambio importante, debe ser esa excepción que suele confirmar la regla, porque cuando algunos llegan a estos puestos en los que se palpa el poder, no los suelen dejar ni con agua hirviendo y si lo hacen es para mejorar el estatus en el que se han situado o para no perderlo.
Cómo debe andar el patio para que alguien relevante, reniegue de los suyos, donde ha estado desde que comenzó a erigirse como representante de los que habían confiado en la persona.
No se si será consecuencia de ver que el futuro que iba a tener dentro de su partido político era tan negro que no la hacía concebir ninguna esperanza de seguir progresando o realmente todas las afirmaciones que llegó a verter sobre su líder estaban fundadas, si es así, que Dios nos pille confesado por lo que se nos viene encima.
Es sano ver que en la política, de vez en cuando se tiene la dignidad de dimitir, esa palabra tan difícil de pronunciar que algunos piensan que proviene del ruso, pero que es la que sanea de vez en cuando el universo en el que nos encontramos sumergidos.
No estaría de más, que cundiera como ejemplo para todos aquellos que tienen que desarrollar su trabajo en ocasiones con los ojos o la nariz tapada, porque lo que están haciendo va en contra de cualquier principio honesto, pero se acaba imponiendo esa férrea disciplina en la que hay que ir todos a una.
También sería bueno, que este ejemplo sea seguido por todos esos que desempeñan un cargo importante del que depende mucha gente y que por incompetencia o porque les queda demasiado grande, no son capaces de conseguir los objetivos que se fueron marcando y todos esperan.
Como decía un político de los primeros años de la transición, el que se mueve, al final no sale en la foto y vamos comprobando que el objetivo no llega para los disidentes, para quienes tienen un criterio propio, pero es mejor y sobre todo mas sano para la conciencia, dejar las cosas cuando se ve que van a ocasionar problemas para poder mirar a la gente a la cara.
Se están produciendo muchos cambios importantes en las agrupaciones que tradicionalmente quieren ostentar nuestra representación y es lógico que existan estas fricciones por una u otra causa, esperemos que la dignidad de las personas acabe imperando y veamos muchos más casos en los que se antepone la decencia a seguir en contra de los principios de cada uno, pero que estos cambios sean para que la calidad de vida de los demás pueda mejorar y no solamente busquen el beneficio propio, porque si es así, la memoria acabara por destruir las mentiras que se cuenten.