Pienso, luego digo – 19 de marzo de 2019.

                Cada vez que se avecina un nuevo proceso electoral, vamos viendo como los líderes de las diferentes agrupaciones políticas, van descendiendo del pedestal en el que se han instalado y simulando a los mejores charlatanes que antiguamente se prodigaban en las ferias, tratan de vendernos sus programas y embaucarnos para que una vez más, volvamos a depositar de nuevo nuestra confianza en ellos.

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                No les duelen prendas ofrecernos lo habido y lo por haber, porque unos deben pensar que somos tontos y nos lo creemos todo, en otros casos, creen que la memoria es frágil y en unos años todo lo que han prometido se quedará en el limbo del olvido, aunque siempre queda el recurso de convencer, que para eso sí que son buenos, que la culpa de no haber podido cumplir cada una de las promesas que en su día hicieron, ha sido por culpa de los contrarios que no les han dejado desarrollar su programa.

                Hay veces que llegamos a sentir vergüenza ajena de algunos comportamientos que rayan la indecencia por las cosas que nos obligan a escuchar, pero ellos, están acostumbrados, tienen el callo suficiente como para no inmutarse por nada.

                Comenzaremos a escuchar esos slogan que la mayoría estamos ávidos por que nos digan y reafirmen las cada una de las cosas que están mal, para eso han realizado importantes estudios que les van indicando por dónde deben ir los mensajes, para que al final lleguen a cumplir su objetivo que es calar en la mente del pueblo al que van dirigidos.

                Será como esa gripe que de vez en cuando nos toca padecer y los primeros síntomas resultarán molestos, pero enseguida nos iremos haciendo inmunes y cuando lleguemos a ese punto en el que no puede ir peor, seguro que siempre habrá algo o alguien que nos haga ver lo contrario.

                Cada vez las campañas se adelantan más, ya no se ciñen a los días que tienen asignados para ella, son tan perversos que alargan nuestro sufrimientos hasta límites que ya resultan casi insoportables.

                Uno de estos mensajes que me ha llamado la atención de esta pre de la precampaña, ha sido la afirmación de uno de nuestros líderes que sin ningún pudor, nos ha asegurado que si depositamos nuestra confianza en él, se encuentra en condiciones de en unos pocos años, poder llegar al pleno empleo, la segunda preocupación que en estos momentos tiene la sociedad y como no podía ser de otra forma, es uno de esos mensajes que calan porque estamos deseando no escucharlos, sino ver como se llegan a cumplir.

                Pero claro, uno se pregunta que si ha tenido tiempo suficiente para poder hacerlo en los años que ha estado manejando los hilos del poder, por qué no lo ha hecho y nos ha llevado a una situación que para muchos hogares resulta ya insoportable.

                Vemos una vez más que un folio en blanco es capaz de aguantarlo todo y quién sabe, seguramente ésta será una de esas promesas que luego se quede en el camino, pero seguro que siempre habrá los recursos suficientes para dentro de cuatro años justificar el motivo por el que nos vamos a encontrar peor.

                Lo que pienso, tenemos por delante unos meses en los que vamos a ir escuchando tantas cosas que seremos incapaces de asimilarlas todas y nuestro grado de sorpresa dejará de ponerse límites, porque son momentos en los que todo vale y ya llegará el momento de ir justificando cada uno de los incumplimientos que todos van a hacer porque ha llegado ese momento en el que ya no nos creemos nada.

                A ver quién da más, porque esto no ha comenzado todavía y lo grave de estos procesos es que si uno ofrece algo, el otro se encuentra en la obligación de resultar más atractivo y para eso tienen en la sombra a un equipo de pensadores que irán pariendo las ideas más peregrinas con tal de que al día siguiente el titular de la prensa saque una foto de su líder.

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