A la perrita Bärta le llegó la hora de morir cuando, a los 16 años de edad, pasaba por Fontanillas de Castro durante el peregrinaje de sus amos a Santiago de Compostela. Fontanillas es un pequeño pueblo zamorano, tranquilo, ideal para descansar en su moderno albergue. Tiene censados 86 habitantes, aunque en realidad no hay en él ni medio centenar.

 Se encuentra Fontanillas cerca de Castrotorafe, una villa-fortaleza en ruinas, erigida en el siglo XII sobre una colina a orillas del río Esla, escenario de contiendas sucesorias y civiles entre los siglos XII y XV. La importancia de esta villa reside en su posición estratégica entre León, Castilla, Galicia y Portugal.

 Bärta duerme el sueño de la eternidad en un paraje idílico, al lado de Castrotorafe y a orillas del embalse de Ricobayo, sobre el rio Esla. Sus amos la enterraron y le pusieron una losa encima en la escribieron, doloridos: “I cant touch you. I cant see you. I will always feel you. Nacida en 2006 – Muerta el 1 de diciembre de 2020”. Una cruz confeccionada con palos arrastrados por el río se encuentra en la cabecera de la tumba. En los brazos de la cruz figuran las iniciales de los amos. En el lado izquierdo “A.B.” y en el derecho “B.S.” 

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Algún tiempo después de la muerte de Bärta, un pescador de Fontanillas descubrió la tumba de la perrita, se emocionó y recreó, en unos versos, la tragedia que vivió una pareja de peregrinos al morir su fiel mascota y tener que abandonarla físicamente. Los hechos ocurrieron en diciembre de 2020, justo tres meses antes de que la pandemia del coronavirus obligara al mundo entero a confinarse.

El pescador-poeta se inspiró en el epitafio que dejaron escrito sus amos, a quienes le atribuyó, evidentemente, nombres ficticios, puesto que no conoce de ellos más que las iniciales.

A Bärta (*2000/+01-12-2020)

Un paraíso de paz
eligió la perra Bärta
pa’ a la vida decir basta
y estrenar la eternidad.
A la orillita del rio
duerme en su lecho de tierra
bajo un edredón de piedras
a la sombra del Castillo
Y, mecida por las olas,
abandonada a su suerte,
duerme el sueño de la muerte
en la soledad más sola.
Allan y Betty, sus amos,
peregrinos de Santiago,
envolvieron su mascota
con jirones de alma rota,
y siguieron el camino
con el corazón quebrado
por haber abandonado
al objeto de sus mimos.
En una negra pizarra
dispuesta a modo de losa
declararon por escrito
el amor que los desgarra,
el adiós que los destroza.
Ya no te veremos más,
le gritan, desconsolados,
estos dos desamparados
que no cesan de llorar.
La memoria de mi piel
acariciará tu pelo
cuando mirando hacia el cielo
vea tu silueta fiel.
Te tendré siempre conmigo,
te lo puedo asegurar,
mi corazón latirá
al ritmo de tus latidos.
Allan y Betty debían,
con el corazón partido
seguir andando el camino
de Santiago y de sus vidas.
Isi
(11/02/2021

Isidoro de Fontanillas

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