Almeida – 21 de marzo de 2014.

santamartadetera2La naturaleza, en muy pocas ocasiones deja de sorprendernos. Si la

observamos con atención, no hay dos minutos que resulten iguales, es cambiante y siempre diferente.

 

En algunas ocasiones, ayudados por la observación de algunos seres humanos, nos permite contemplar esos fenómenos que para la mayoría pasan desapercibidos.

En la época gloriosa del imperio de los faraones, cuando Ramsés el grande ordenó construir su obra más colosal, el Templo de Abu Simbel, el maestro de obras lo proyectó de tal forma que en los equinoccios de primavera y otoño, un rayo de sol, penetraba hasta el interior del templo donde el faraón se encontraba acompañado de los dioses protectores.

También en algunos lugares del Camino de Santiago, los maestros constructores, supieron dotar de este momento mágico a algunos templos del Camino.

En la actualidad, se puede contemplar este fenómeno en el Santuario de San Juan de Ortega de Burgos y en la Iglesia de Santa Marta de Tera de Zamora.

En el templo del Santo Caminero, cuando el sol va hacia su ocaso, un haz de luz penetra por uno de los ventanales iluminando el capitel de la Anunciación.

En la Iglesia del Camino Sanabrés, son los primeros rayos de la mañana los que penetran por el óculo en el interior del templo iluminando el capitel izquierdo del presbiterio que simboliza la resurrección de Cristo convertido en luz.

Hasta Santa Marta, un nutrido grupo de peregrinos, representantes de diversos colectivos y curiosos, nos dirigimos el 21 de marzo para contemplar este fenómeno de la naturaleza, pero únicamente pudimos presenciar ese capricho con el que a veces también la naturaleza sabe sorprendernos.

Después de una semana con unos amaneceres preciosos en los que el sol se imponía con fuerza en el horizonte, el día que tenía que haber brillado con más fuerza, las nubes le impidieron mostrarnos sus rayos y todos nos quedamos con las ganas de haber presenciado este fenómeno que la naturaleza nos regala cada medio año.

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