almeida –  25 de octubre de 2017.

Resize of IMG 2235

Me llamó la atención que el viejo hospitalero discutiera con uno de los peregrinos que habían llegado al albergue.

Como era una persona muy tranquila y sobre todo muy pausada, siempre decía la palabra justa y cuando no la encontraba, no le importaba meditar durante unos minutos hasta que esta viniera a su mente antes de decirla.

Por eso, resultaba casi hasta inusual que se estuviera produciendo la reprimenda de la que estaba siendo testigo desde la distancia.

Cuando el peregrino se marchó de su lado para coger el sitio donde le habían asignado para dormir, me acerqué hasta donde el viejo se encontraba para ver qué era lo que había ocurrido.

He de decir, que mi compañero era una persona bastante especial, solo comprendía la peregrinación de una forma que era como él siempre había realizado sus Caminos. Cuando salía de su casa, en su mente solo había un pensamiento que era llegar hasta donde se encuentran los restos del Apóstol y meditar ante ellos bien dando gracias por haberle permitido llegar hasta allí o cualquier otro motivo por el que había decidido recorrer esa peregrinación.

No comprendía cómo algunos hacían su peregrinación sin que ésta tuviera una continuidad y cada vez eran más las personas que llegaban al albergue diciendo que solo disponían de unos días y los habían aprovechado para hacer una parte del camino.

Eso solía enfurecer al viejo hospitalero, el albergue se encontraba a una o dos etapas de la ciudad y era frecuente todos los días que algún peregrino le comentara que allí sería donde daría por finalizada por esta vez su peregrinación.

Él no podía contenerse y les decía que eso no era una peregrinación, lo que estaban haciendo era más bien deporte y esto lo podían hacer en cualquier lugar sin tener que colapsar o mancillar, depende como estuviera de enfadado, ese camino que se había creado para otra cosa muy diferente.

Algunos trataban de justificarse alegando que no disponían de tiempo suficiente o que no se sentían con fuerzas para estar caminando más de una semana, pero en lugar de apaciguar la ira del hospitalero a veces conseguían incrementarla y se producía una situación un tanto extraña ya que lo que cada uno esperaba del otro antes de conocerse se había truncado en la primera conversación que habían tenido y el resto del día ya no habría ninguna relación entre ellos.

El viejo, solía afirmar que el camino nunca es la meta de nada, ya que quién camina una, dos, tres o diez jornadas, al final de ellas no ha conseguido nada, solo ha recorrido parte de un sendero que otros hacen con un objetivo que tienen muy claro y definido antes de comenzarlo.

La meta, debe ser siempre el objetivo final que se han propuesto y para alguien que se denomina peregrino, la meta debe ser siempre llegar hasta el lugar a donde han dirigido su peregrinación. El lugar por el que lo están haciendo, en este caso el camino, solo deber ser el medio para conseguir esa meta que se han propuesto, que es estar ante los restos o las reliquias a las que han dirigido su peregrinación.

Aunque generalmente era una persona muy tolerante con casi todo, en este tema le vi muy intransigente, aunque había personas comunes a las que los dos respetábamos, me sorprendía cada vez que se enteraba que alguno de ellos había peregrinado durante tres días, solía hacer un gesto un tanto jocoso como burlándose de esta forma de peregrinación.

Respetaba mucho al viejo para contradecirle, aunque a veces le veía un tanto anclado en el pasado, las circunstancias de cada uno y los motivos por los que hacen las cosas, solo los conocen cada uno de ellos y debemos ser lo suficientemente tolerantes como para respetarlas, pero era consciente que en el fondo, tenía razón, porque la experiencia le había demostrado cada una de las cosas que decía.

PROMOCIÓN
>
Artículo anteriorCuerpo Administrativo. Promoción interna. Nombramientos.
Artículo siguienteMENU JORNADAS MICOLOGICAS 2017 HOTEL RURAL-RESTAURANTE «EL ROBLE»