almeida – 9 de junio de 2014.

Hay peregrinos, que se salen de las normas que siguen la mayoría y en lugar de comenzar su peregrinación en los lugres que se han ido poniendo de moda, lo hacen siguiendo la tradición mas añeja que era comenzar desde la puerta de su casa.

Eso les obliga en ocasiones a pasar muchas jornadas sin ver a otros peregrinos y lo que es peor, sin tener infraestructuras destinadas a los que recorren el Camino en donde alojarse después de una dura jornada.

En estos casos, se suele acudir a las autoridades locales para ver si hay algún lugar en el que pernoctar como peregrino y en otras ocasiones van a las parroquias de los pueblos y si en su camino se encuentran algún convento o un monasterio, saben que en estos lugares, la hospitalidad al peregrino, casi siempre está garantizada.

Elías era uno de estos peregrinos que durante dos semanas, todos los días estaba con la incertidumbre de saber donde iba a pasar la noche, excepto un día que finalizaba su jornada en un monasterio y estaba convencido que allí encontraría acogida.

El monasterio, era de una orden de clausura, por lo que solo pudo tener contacto con el monje portero que era el que estaba liberado para poder mantener alguna conversación con personas ajenas a aquel lugar.

Llegó pronto y enseguida se dio cuenta que aquel monje desentonaba un poco en un sitio de recogimiento como era aquel. El hermano portero, como así le gustaba que le llamaran, era una persona afable y sobre todo un gran conversador con grandes conocimientos de cada tema que se hablaba.

Elías pasó buena parte de aquel día con el hermano portero que se había puesto a su disposición y como él también era una persona muy extrovertida, la mayor parte del tiempo que estuvieron juntos conversaron de cientos de cosas y se fueron conociendo, además, Elías era muy hábil para conseguir toda la información que le interesaba y en unas horas conoció muchos detalles de la vida de aquel hombre.

El hermano portero, había sido una persona de éxito en todos los proyectos que se había embarcado. Era un profesional muy brillante al que sus colegas le tomaban como referencia y lo que él decía, generalmente sentaba cátedra.

La vida le sonreía y además de sus logros profesionales que le habían aportado todo cuando él necesitaba para su bienestar y el de su familia. Conocía mundo, había recorrido muchos países dando conferencias y compartiendo sus conocimientos y le gustaba conocer a fondo la cultura y la historia de los lugares a los que iba.

Cuando parecía que todo estaba encaminado para una vejez placentera, se fue quedando solo. Primero fue su mujer que falleció de forma inesperado y más tarde, los hijos mayores fueron abandonando el hogar, solo contaba con las hijas más pequeñas, pero estaba convencido que pronto, también formarían un hogar y cuando esto ocurriera y él dejara su profesión, los días se le harían terriblemente largos, aunque siempre tendría cosas que hacer para ocupar su tiempo, porque era una persona que no sabía estar desocupada.

Pero un buen día, después de muchas reflexiones interiores, decidió dejarlo todo, reunió a sus hijos y repartió entre ellos los bienes que había conseguido y les explicó su determinación, se haría monje en un monasterio en el que se aislaría por completo del mundo.

Elías no podía comprender como una persona de tanto éxito, había decidido dejarlo todo y se aisló como él lo había hecho, tenía que haber alguna poderosa razón que le hubiera impulsado a ello y así se lo preguntó al hermano portero.

-Verás, dijo este – durante toda mi vida, he organizado muchos viajes y todos ellos han tenido éxito. Mis viajes profesionales, mis conferencias, todo lo he organizado meticulosamente para que saliera como yo quería. Ahora sé, que me tengo que enfrentar al viaje más importante de mi vida y necesito más tiempo que el que empleé en los otros, porque para este viaje, tengo que estar más preparado que para ningún otro.

Elías, comprendió el mensaje que el hermano portero le estaba enviando y durante el resto de su camino, le ayudó mucho reflexionar sobre aquellas palabras.

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