Pienso, luego digo – 04 de abril de 2019.

                Solo ha sido necesario escarbar un poquito para poder sacar a la luz una realidad que de todos era conocida, pero que muy pocos la querían ver. Nos estamos refiriendo al acuciante problema que está padeciendo esa parte del territorio a la que se ha ido despoblando muy lentamente, como si no pasara nada, hasta que la realidad se ha convertido en algo que se hace insostenible.

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                Da la sensación que se ha comenzado a agitar un poco el árbol y los frutos se encontraban tan maduros, que enseguida han comenzado a tupir el manto verde del suelo, haciendo ostensible ese problema que solo lo conocen bien, aquellos que lo están padeciendo cada día que pasa.

                Ahora parece que de repente se ha hecho visible para todos los que no querían verlo y como representa un problema, cada uno va a tratar de poner su granito de arena para remediarlo y vemos cómo esos aterrizajes que se suelen producir en época electoral, se van a prodigar si cabe un poco más, porque no hay nadie que aspire a ostentar el poder que no cuente en el currículo de campaña con esa foto, cuanto más impactante mejor, al lado de quienes sufren la dejadez a la que nos hemos visto abocados.

                Todos van anunciando su llegada a la España vaciada, quieren que las noticias recojan ese momento en el que da la sensación que se están preocupando del problema y acuden para traernos la solución, claro está, que si antes les hemos dado de nuevo nuestra confianza en forma de ese apreciado voto, como el que Delibes tan bien supo plasmar del señor Cayo.

                Pero que no se confundan, la experiencia nos ha enseñado a hacernos desconfiados y sabemos que el papel es capaz de soportarlo todo y las palabras, aunque se digan con mucha fuerza, se las acaba llevando el viento y se terminan por diluir en él y si en estos momentos hay esas premuras, es porque han sacado sus cuentas y en una contienda muy reñida, los votos que antes no podían representar nada importante, en estos momentos que está en juego un sillón, parece que van a resultar bastante decisivos.

                Qué se puede esperar de aquellos que en una época anterior o cuando han tenido la responsabilidad de gobernar y dirigir nuestros destinos, lo han hecho casi siempre mirando hacia otro lado y su comportamiento y su actitud han sido las que han llevado a esta tierra al lugar tan degradado en el que se encuentra.

                Ha llegado ese momento en el que las palabras sobran, como sobran las promesas y los buenos propósitos, porque muchos tienen la poca desvergüenza de olvidarse de todo lo que han venido pregonando como si fueran esos charlatanes de feria que enseguida buscan la excusa fácil para desligarse de lo que nos han prometido.

                Estamos en el momento de hechos, de formular propuestas en base a proyectos que sirvan para revertir la situación a la que nos vemos abocados y para eso ya no vale que uno u otro partido haga en voz alta su carta a los Reyes Magos, porque también nos hemos dado cuenta que los Reyes Magos solo se encuentran en nuestra imaginación y en la de los más inocentes.

                Ahora ya hay que pasar a la acción, es necesario establecer un pacto de estado entre todos los que aspiran a dirigirnos por otros cuatro años y sea quien sea el que salga designado para gobernar, que establezca como una prioridad llevar adelante ese pacto de estado que además va a contar con el apoyo de los que no obtengan la confianza para gobernar, pero que sí quieran sacar del fango a esta tierra que no se merece lo que tiene, es necesario que lo hagan entre todos, sin zancadillas ni palos en las ruedas.

                Confiemos que el sentido común, comience a funcionar también en la vida pública y cada uno vaya dejando esos pelos en la gatera para tratar de conseguir el bien de los que dicen representar, en lugar de buscar solo su propia proyección y encumbramiento.

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