Pienso, luego digo – 09 de abril de 2019.

                Se lamentaba recientemente a través de los medios de comunicación, un representante empresarial de esta Comunidad, sobre excesivo número de inspecciones que sus afiliados tenían que afrontar a lo largo del año,

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muy superiores a las que puntualmente debían cumplir los colegas de otras comunidades, lo que había hecho a muchos de ellos, replantearse sobre el lugar más conveniente en dónde debían establecer su sede social.

                Soy de los que opinan que para que el sistema funcione bien, todos debemos cumplir con cada una de las normas que nos hemos impuesto, porque de lo contrario, nos encontraríamos en un estado de anarquía en la que cada uno hace lo que mejor le viene y el sistema deja de funcionar.

                Por eso, una inspección puntual cada cierto tiempo, además de ser positivo, también es sano para el sistema, que de esa forma garantiza y nos aseguramos que todos jugamos la misma partida con las mismas cartas, sin privilegios.

                Pero la queja de este hombre, que al fin y al cabo se limitaba a transmitir lo que sus representados le exponían, no era por esa inspección puntual, sino por un excesivo y seguramente abrumador número de inspecciones, que iban en detrimento del buen funcionamiento de las empresas por la burocracia y los trámites que en ocasiones se deben realizar para dar cumplimiento a todo lo que se les pedía, algo que por lo que aseguraba, no ocurría de la misma forma en la provincia o en las provincias vecinas, dependientes administrativamente de otra comunidad.

                Por lo que pude deducir de esta entrevista y por los datos que en ella se aportaban, hay un excesivo número de funcionarios en cada uno de los departamentos que controlan los servicios dependientes de la administración y no hay nada peor, que un funcionario que no tenga nada que hacer, porque enseguida busca una ocupación que va encaminada, en la mayoría de los casos, a buscar como coaccionar e intimidar a los que dependen de sus decisiones.

                Analizando la noticia, he pensado en esos momentos que he tenido que acudir a algún departamento de nuestras administraciones y creo que es verdad lo que se afirma, porque en más de una ocasión, me he encontrado en un gran despacho en el que hay docenas de funcionarios que parece que están meditando con las musas, mientras media docena de personas esperan su turno para poder ser atendidas.

                Algo no está funcionando correctamente cuando quienes deberían ser los promotores de un desarrollo económico en lo que cada uno representa en la administración, en lugar de representar una garantía de funcionamiento para los que administran, se convierten en ese problema sin el que resulta mucho más sencillo poder funcionar.

                Deberíamos sentir que estamos amparados en lugar de tener ese temor que a casi todos nos entra en el momento que debemos someternos a los criterios muchas veces arbitrarios de aquellos que en teoría están puestos para que todo funcione mejor.

                Comprendo a ese representante de los empresarios y creo que no es una voz que clama en el desierto sino que representa un sentir muy generalizado, porque solo tenemos que escuchar lo que opinan los que se encuentran cada día más cerca de nosotros y nos daremos cuenta que muchos, ya se han hartado de la forma en la que tienen que someterse a unos funcionarios que en muchas ocasiones da la sensación que se encuentran por encima del bien y del mal.

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