Pienso, luego digo – 20 de marzo de 2019.

                Cada vez que periódicamente el pueblo era convocado para elegir entre aquellos que iban a representarle por un periodo de tiempo determinado para dirigir sus destinos, los mejores de cada comunidad, eran los que formulaban las promesas de lo que pensaban realizar durante el periodo para el que serían elegidos.

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                Resultaba casi siempre muy sencilla la elección y en muy contadas ocasiones, se presentaban dudas sobre las capacidades y competencias de cada uno, porque se trataba de su gente, de aquellos que conocían de toda la vida y en una comunidad, enseguida se va conociendo a los que poseen la mirada limpia y también a los que no suelen ser tan honestos como pregonan.

                Salvo momentos puntuales en los que resultaba difícil encontrar un buen equipo por problemas para la integridad de los que querían dedicar una parte de su tiempo al servicio de los demás, siempre ha sido de esta forma y ha dado buenos resultados.

                Pero las cosas van cambiando y muchas veces nos encontramos con personas a las que el pueblo no conoce de nada, que son las que encabezan cualquier plataforma a la que debemos elegir, unas veces porque no hay nadie en esa formación que ofrezca las garantías necesarias para que encabece las listas y en la mayoría de las ocasiones porque hay que pagar algunos favores y cuando se tienen muchas deudas pendientes y todos no pueden estar en la lista que puede resultar elegida, se distribuyen por las circunscripciones que menos problemas suelen presentar, sin tener en cuenta que la persona que ha sido asignada, poco o nada pueda saber de la zona en la que se presenta para representarla y mucho menos conoce a las personas que le van a elegir.

                Resulta cada vez más abrumador que en los lugares en los que hay personas que se encuentran toda la vida trabajando desde la base, cuando llega el momento de dar el salto para ser los que representen a aquellos por los que están trabajando, se vean relegados por esos aterrizajes que llegan desde cualquier lado, porque desde la cúpula se ha decidido y se impone que deben estar en ese lugar.

                Y las personas, el pueblo, ¿qué pasa con ellos?, no tienen en ese momento ninguna voz y deben acatar lo que les viene asignado desde los estamentos que dirigen cada una de las formaciones, porque para eso se cuenta con la obediencia de partido que asumen en el momento que se hacen simpatizantes, seguidores o afiliados de cualquier formación política.

                Dura decisión la del pueblo de tener que depositar su confianza en una persona que no conoce y a la que seguramente no va a ver más que en uno de esos esporádicos mítines de campaña, porque cuando vengan los problemas de verdad, no va a tener a nadie a quien recurrir, porque al que ha elegido, se encuentra en el lugar que ha vivido siempre y los problemas que puedan plantearle, resultan desconocidos para él.

                Los cuneros que así se conoce a estas personas, carecen del arraigo a la tierra que dicen representar, algo muy importante para poder defender los problemas que puedan ir surgiendo y por supuesto desconocen a la mayoría de las personas que le han encumbrado al lugar en el que se encuentran, porque los problemas y los intereses de cada uno son completamente diferentes.

                Suelen decir que cualquier tiempo pasado fue mejor, no estoy de acuerdo con esta afirmación, porque sería negar la evolución necesaria que precisa el ser humano para seguir avanzando, pero en casos como este, creo que cualquier tiempo pasado, en el que conocías las virtudes y hasta llegabas a perdonar los defectos de quien habías elegido, sí resultaron mejores que lo que ahora algunos tratan de imponernos.

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