almeida – 5 de enero de 2015.
Sarracín es una población dependiente de Riofrío ubicado en la comarca alistana, en una tierra dominada por la Sierra de la Culebra que mantiene las características en su construcción de las
poblaciones cercanas en la que la mayoría de las viviendas son levantadas con una base de la piedra tan abundante en la zona.
No hay coincidencia en cuanto a la procedencia del topónimo que da nombre a esta población que unos aseguran que procede de la denominación que se daba a algunos pobladores de las zonas de la península dominadas por los árabes, mientras que hay otras fuentes que aseguran que procede de Sarracinus que debió ser su fundador y éste es un nombre relativamente común en la edad media ya que hay constancia desde el siglo IX de personas que utilizaban este nombre.
También es un topónimo que se utiliza en algunas otras zonas de Castilla siendo varias las poblaciones que tienen una denominación muy similar.
El caso es que Sarracín, es una población antigua como también lo son algunas de las tradiciones que sus gentes han sabido mantener con el paso de los años y Los Diablos es la mas representativa de ellas.
Lo mismo que las otras mascaradas, su fin es pedir el aguinaldo y para ello los personajes que intervienen se disfrazan y realizan un espectáculo en el que lo grotesco se mezcla con lo ingenioso no dejando de representar una sátira que de otra forma en muchos momentos de la historia hubiera sido muy difícil poder representar.
Es una representación que dura todo el día y solo se termina cuando vence la noche, con la muerte del niño y los personajes que intervienen en la misma son muy similares a los que participan en los pueblos vecinos en los que se hace una actuación parecida.
También en Sarracín los personajes estaban reservados para los quintos del pueblo, aunque como vamos viendo, las tradiciones, sin perder la esencia de las mismas, van sufriendo algunas alteraciones por la escasez de jóvenes en algunos pueblos.
Pero siempre queda la memoria para que estas manifestaciones culturales no lleguen a perderse y la transmisión de labios de quienes lo han sentido desde la niñez, parece que cobra cierta frescura como le ocurría a Antonio Giraldo que a sus 86 años recordaba cuando era niño, cómo disfrutaba con esta mascarada y nos fue describiendo paso a paso lo que se trata de representar en esta función en la que intervienen numerosos personajes y dura todo el día mientras van por todas las casas del pueblo pidiendo el aguinaldo.
Los principales papeles corresponden a los Diablos que son los que dan nombre al espectáculo. Son dos, el Diablo Grande y el Diablo Chico que van ataviados con mascaras y llevan pintada la cara, se visten con pieles de oveja que además de protegerles del frío, amortiguan los golpes de los cencerros que llevan a sus espaldas y van haciéndolos tañer mientras corren tras los que están presenciando la mascarada. Van provistos de tenazas de madera extensibles que agitan al viento y cuando tratan de capturar a alguien, las hacen llegar hasta uno de los tobillos de la victima y lo arrastran hacia donde ellos se encuentran.
Son la representación del mal y su cometido es meter miedo a los espectadores y principalmente a los niños que desde que son pequeños han visto en estos personajes al mismo demonio.
La Filandora, otro de los personajes habituales de las mascaradas, es la que se encarga de entiznar con ceniza a todos los que presencian la mascarada y suele ir acompañada del Rollón que porta al niño que es uno de los objetivos que persiguen los Diablos y no pararán hasta que le den muerte.
El Ciego es otro de los personajes comunes en esta representación y viene acompañado del Molacín, los dos tienen un papel destacado en la representación con diálogos constantes en los que se da rienda al ingenio y son los que más provocan a los espectadores, sobre todo a las mozas que constituyen el blanco de todos sus ataques, persiguiendo a las que al primer intento no consiguen capturar y produciendo algunos de los momentos mas divertidos de toda la mascarada.
Las coplas están presentes en la mayoría de las apariciones de estos personajes y en ellas no queda nadie sin ser victima de alguna de las ocurrencias de quien las ha compuesto, ya que cualquier suceso que haya acontecido en el pueblo o en las cercanías, es motivo para la inclusión en el texto que se va a recitar para que todos puedan escucharlo.
Las Madama y el Galán, representan la parte más normal de la mascarada y en ellos se refleja al pueblo llano, van vestidos de forma elegante y suelen ir casi siempre acompañados del gaitero y el tamborilero representando la alegría que debe presidir la vida común de los vecinos.
Los del Saco son los que van recogiendo los aguinaldos que van obteniendo de todos los vecinos del pueblo y este aguinaldo servía para una vez terminada la fiesta, hacer una celebración entre todos los participantes.
Se establecen una serie de puntos en determinados lugares del pueblo donde cada personaje interpreta su papel en ocasiones de una manera un tanto exagerada, pero estamos en una manifestación en la que lo grotesco era lo aplaudido y lo que más gustaba.
Únicamente se libraba la iglesia en épocas puntuales, ya que las embestidas que hacían los personajes, cuando estaban en las proximidades del templo, era preceptivo quitarse la careta que algunos llevaban a la hora de hacerlas.
Mientras se hacen algunas representaciones, las carreras se van sucediendo y no son pocos los que salen malparados bien por haber sido atrapados por los Diablos que descargan sus iras sobre ellos o por acabar lleno de ceniza cuando más desprevenidos se encuentran.
La parte culminante de la representación ocurre en el último acto de la misma. Se realiza en una plaza en la que previamente se ha volcado un montón de arena y todos los personajes van acudiendo a este lugar y cada uno va interpretando el papel que les ha correspondido hasta que se ven sorprendidos por la llegada de los Diablos que entablan la última pelea tratando de arrebatar al niño que es defendido por los otros personajes hasta que con las pinzas es arrebatado y ante el estupor de casi todos los presentes se le da muerte.
Entonces, en la tierra, se simboliza el entierro de este personaje representado por un muñeco y de esa forma se da fin a la mascarada, una culminación en la que los objetivos del mal triunfan sobre el bien teniendo como victima a un inocente.
Este es uno de los momentos en los que se debería buscar una mayor agilidad en la representación porque termina cuando ya ha oscurecido y muchos asistentes abandonan el lugar antes de su culminación porque en los fríos días de invierno las temperaturas comienzan a descender de una manera importante y si la climatología no acompaña, este acto principal puede verse un tanto desangelado.
De todas formas, por lo presenciado este primero de enero en las tres poblaciones vecinas de la comarca de Aliste, estas mascaradas representan una tradición que debe protegerse, porque es la esencia cultural de los pueblos que ha sabido mantenerse a lo largo del tiempo y la gente está deseosa de recuperar las tradiciones que definen a los pueblos.
Por eso animamos a los organizadores a que encuentren la forma de entre todos hacer que ese día, numerosas personas de la provincia puedan disfrutar de estos espectáculos sin que tengan que elegir uno u otro porque puedan llegar a solaparse, de esa forma la afluencia de visitantes sería cada vez más numerosa y muchas personas podrían disfrutar de un día completo viendo las mascaradas, porque la cercanía de los tres pueblos ayuda a que se puedan contemplar todos los momentos mas significativos de cada una de ellas.
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