Pienso, luego digo – 02 de marzo de 2019.
Resulta cada vez más difícil, poder encontrar a una persona que se dedique al servicio público a la que llegues a admirar y que sirva de ejemplo a seguir en tu vida. Ahora tendemos más a fijarnos en la popularidad de algunos que sin haber demostrado mucho, son ese ejemplo que queremos seguir, seguramente porque en su vida buscan lo que resulta más fácil y les hace destacar enseguida sobre los demás y ese es el sueño que en la mente de muchos se va fomentando.
He contado con la suerte de encontrar a lo largo de mi existencia alguna de estas personas que siempre han dejado esa huella tan profunda, que por mucho tiempo que transcurra, difícilmente se puede llegar a borrar.
Recuerdo especialmente a uno de estos servidores públicos, que cuando nos pidió su confianza para ser el líder de la comunidad, daba la impresión de ser un hombre gris, además era un gran desconocido para la mayoría, pero cuando mirabas sus ojos, se mostraban siempre limpios y transmitía esa confianza que siempre vamos buscando en los que consideramos nuestros líderes.
Este buen hombre, que durante el tiempo que le conocí, tuvo que superar unas duras pruebas personales que el destino había puesto en su camino, cuando resultó elegido para ser nuestro representante, analizó concienzudamente a las personas que iban a estar con él en el nuevo proyecto que afrontaba y se fue rodeando de los mejores, los más capacitados en cada tema, formó uno de esos equipos, en los que el líder era uno más, porque los que estaban con el sabían más que él, en cada una de las áreas que se les había asignado.
Sobra comentar que la labor que realizaron durante el tiempo que estuvieron en el poder, fue alabada por los que le habían elegido y también captó a los reacios que no le dieron inicialmente su apoyo.
Son esos casos un tanto excepcionales, que en los momentos en los que vivimos, nos hacen ver que siempre encontraremos alguna excepción que confirme cualquier regla.
Porque cada día se hace más patente, que esa no es la tónica general, más bien se suele hacer lo contrario. Vemos como la elección de muchos de los que van a dirigir nuestros destinos, son escogidos a dedo y se busca entre todos los elegibles, a aquellos que en ningún momento puedan hacer la más mínima sombra al líder.
No deben tampoco ellos ser muy buenos, cuando tienen miedo a que los que están por debajo de él, puedan un día segar la hierba sobre la que están pisando y lleguen a perder el puesto que tienen.
Lo malo de esta situación, es que al final, todos ellos son los que van a dirigir nuestro futuro y viendo las premisas desde las que parten, nos damos cuenta enseguida que éste, no parece muy prometedor.
Cuanto llegamos a echar de menos a esas personas sabias, que han sabido demostrar su valía a lo largo de su vida y son los candidatos ideales para poder ser nuestros dirigentes, pero claro, estamos hablando de gente capacitada y sabia que nunca se dejarán manejar por quienes no tienen la capacidad que ellos han acumulado y difícilmente se doblegarán ante las imposiciones que quieran presentarles.
Es una pena que tengamos que echar de menos a esa clase de personas que anteponían todo, porque los demás prosperaran, ahora si miramos a nuestro alrededor y sobre todo, si miramos para arriba, nos damos cuenta que la medianía, como las malas hierbas, van adueñándose de todo nuestro universo.