almeida – 30 de octubre de 2014.
Sé que acabarás matándome, pero me he acostumbrado a ti y ya no puedo vivir sin sentirte cada día. Todos los que me aprecian me dicen que te abandone, aunque sé que tienen razón y me lo dicen con la mejor voluntad del mundo y haciéndolo por mi bien, pero me tienes tan atrapado que por mucho que lo intento, si te llego a abandonar, la vida sin ti no sería lo mismo.
Hace ya unos años que quise poner tierra entre los dos y me fui a hacer el camino. Pueblos solitarios, parajes de ensueño y la naturaleza en todo su esplendor, conforman el Camino Primitivo que por la Cordillera Cantábrica une las ciudades de Oviedo y Lugo. Jornadas duras en las que el esfuerzo diario mantendría mi mente alejada de tu perjudicial influencia. Sobre el papel era el mejor lugar para poder olvidarte.
Ascendiendo el puerto del Palo, el esfuerzo era enorme. Comprendí que sin tu aroma no podría superarlo y cuando mi ánimo decaía, dije para mi interior: «Cuando llegue a la cima, contemplando el paisaje, disfrutaré fumando un cigarrillo».
Busqué el paquete que guardaba en la mochila para una emergencia y en la solitaria montaña volví a sentir el aroma de mi mortal enemigo.