Algunas empresas, cuando llegan a conseguir el poder económico casi por completo, se imaginan que ese poder que tienen, les otorga todo el derecho para hacer lo que quieran y llegan a considerarse tan inmunes, que se atreven a denigrar lo que para muchos, posee otros valores muy diferentes.

Iberdrola es una empresa cuya matriz fue en su día Iberduero, aquella empresa que en la segunda mitad del siglo pasado, encontró en el Duero y sus afluentes la materia prima que le iba a proporcionar con el paso del tiempo, pingües beneficios y posicionarla como una de las empresas punteras.

Para ello, arrasaron las mejores tierras de la provincia de Zamora. Tierras de cultivo en donde las semillas no volvieron a germinar nunca más, porque fueron anegando una vasta porción de esta tierra que dejó de producir lo necesario para alimentar a sus gentes y comenzó a producir únicamente energía para su lucro y beneficio.

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Cuando ya no había más tierras que anegar, los altos montes y las amplias llanuras proporcionaban ese lugar ideal para obtener energía eólica y fotovoltaica y de nuevo arrasaron con amplias zonas de terreno, que las convirtieron en improductivas para quien las había trabajado durante toda su vida y sólo podían producir esa energía que iba llenando sus arcas y haciendo que la empresa fuera creciendo.

No les importó inundar pueblos, tierras e incluso caminos, que toda la vida se habían utilizado como flujo de tránsito de personas y mercancías, hasta alteraron los trazados que los peregrinos seguían para llegar a Compostela.

Seguramente quienes hicieron los acuerdos y las concesiones en su momento, se dejaron abrumar por todas las promesas que los empresarios fueron haciendo o vete a saber cuáles fueron los argumentos irrebatibles que se compartieron en aquel momento. El caso es que la riqueza de esta tierra, ha ido mermando desde que esta gran empresa invadió unas tierras que no les pertenecían y la riqueza la llevaron donde estaba el centro de poder, porque en Zamora ni hemos visto ni veremos una torre Iberdrola como la que hay en Bilbao, que es toda una ostentación de poder.

El objetivo es producir energía, al coste que sea, sin importar que cuando llega la época estival, los pueblos que antes disponían de agua en abundancia para el consumo de sus gentes, se vean privadas del líquido elemento, porque este es necesario para generar más energía aunque los pantanos, como estamos viéndolos en estos momentos estén prácticamente secos, pero eso al poder económico, le da igual, no les preocupa que la gente de esta tierra y los campos se mueran de sed.

Podría resultar legítimo buscar esa rentabilidad, pero cuando menos es inmoral de la forma que se está haciendo, y sería el momento de buscar algún resquicio en los acuerdos que se hicieron en su día, para obligarles que al menos cuando el agua es más necesaria, no nos dejen con la boca seca.

Lo que resulta del todo impresentable, es que después de haber alterado los trazados que seguían los peregrinos que siempre han caminado hacia Compostela, ahora busquen burdas campañas de imagen con influencers, a los que llevan haciendo la peregrinación en vehículos, eso sí, impulsados por electricidad para tratar de hacernos ver lo buena que resulta la peregrinación en vehículos no contaminantes.

Desconozco quién ha sido el genio que ha ideado esta campaña de publicidad y marketing, pero cuando se tocan los símbolos de algo que resulta tan sagrado como es una peregrinación, sólo puedo pensar que son unos descerebrados inmorales por tratar de apropiarse de algo que no es suyo y denigrarlo como están haciendo.

La peregrinación que hacen los peregrinos adquiere su valor, por el esfuerzo que cada uno realiza mientras recorre el camino y lo que ustedes están haciendo con esta campaña, está en contra de todos los valores que millones de peregrinos de todo el mundo dan a la peregrinación que realizan.

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