almeida – 18 de enero de 2016.
El buen saber hacer de Manolo para extraer de la puja el mejor resultado por los productos ofrecidos, le llevo a dar un paso más y advertir a todos los presentes, que las tradiciones que tanto nos gustan, es preciso que entre todos las mantengamos porque de lo contrario acaban dejando de tener interés e irán decayendo hasta desaparecer.
La festividad de San Antonio, es una de esas tradiciones que algunos pueblos mantienen, pero cada vez es más difícil poder satisfacer el interés de la gente si no hay aportaciones para el fin loable que se dan y en esta edición, la merma había sido tan considerable que ni en la misa mayor se decoró al Santo con los productos de la tierra como se hacía siempre.
Este Santo eremita que vivió en la antigüedad en Egipto, siempre ha sido el protector de los animales porque según se cuenta estuvo rodeado la mayor parte de su vida de animales de todas las especies, hasta de aquellas que difícilmente convivían con el ser humano como aquellos leones que le ayudaron a enterrar a su maestro.
En numerosas poblaciones se celebra su festividad y es frecuente ver en muchas celebraciones en las iglesias de los pueblos a los fieles acompañados de sus animales para que el Santo los bendiga y que sigan proporcionando su compañía y hasta su sustento a quienes confían en la intercesión del Santo.
De nuevo, la iglesia de Tábara fue acogiendo a los fieles en uno de esos días importantes que todos marcan en el calendario, hasta los más reacios a acudir a la celebración dominical de la Eucaristía. El día de San Antón, van llenando los bancos de la iglesia porque la tradición dice que es uno de esos días en los que no se debe faltar.
El silencio que había en el templo, únicamente se veía roto por el nerviosismo que mostraban los animales entregados como ofrendas vivas que no entendían porqué se encontraban allí y de vez en cuando trataban de liberarse de las cuerdas que ataban sus patas o salir de la caja en la que les habían metido.
Don José Manuel celebró la Eucaristía con ese recuerdo para el Santo de los animales y en una tierra en la que se depende tanto de ellos porque forman parte del sustento diario, las palabras que iba diciendo el párroco, adquirían todo su enorme significado.
Después de la misa mayor, los fieles y algunos rezagados que no habían acudido al templo, se dirigieron al Edificio del Reloj y en tres largas mesas corridas se había dispuesto un ágape para todos los asistentes mientras se celebraba la tradicional subasta de los productos que algunas personas habían ofrecido para que con lo que se consiguiera de la subasta, donarlo a la iglesia para esas mejoras que siempre son necesarias.
Manolo, echó mano del refranero mientras amenizaba un acto en el que había expectación: Cuando llega San Antón, se acaba el turrón” Llega San Antón y la panera en el zurrón”, fueron algunas de las ocurrencias que el spiker soltaba mientras todos los asistentes se iban situando en las mesas donde había provisiones para satisfacer a todos los asistentes.
Como siempre se hace, la puja dio comienzo con esos rosarios artesanales que primorosas manos se habían encargado de ir elaborando con productos típicos de la zona. Castañas, manzanas, chorizos, patas de cerdo,…..cualquier cosa era buena para confeccionar ese producto que se iba a subastar.
Pero la subasta, no consiste solo en adquirir los productos que otros ofrecen, va un poco más allá, porque quienes lo adquieren, son conscientes que lleva una parte de la bendición del Santo y eso les da un plus de valor añadido para quienes mantienen las creencias de las bondades del Santo a los animales y a los productos de la tierra.
Quienes no contaban con nada que les hubiera producido la tierra ofrecían productos comprados en la tienda y de esta forma contribuían a esa tradición a la que aludía inicialmente Manolo.
Hubo productos llamativos como una cabeza de cerdo de la última matanza que seguro que hará buen maridaje con unas excelentes alubias o con unos garbanzos de la tierra y también los animales vivos que siempre llaman de una forma especial la atención. En esta ocasión se subastaron tres conejos, un gallo de corral y un cordero que fue con una puja de sesenta euros el que mayor cotización adquirió.
Quienes estuvieron en la subasta disfrutaron viendo como una vez más, la tradición se seguía manteniendo, porque los pueblos que pierden sus tradiciones llegan a perder parte de su memoria y seguro que las palabras de Manolo llegaron donde él quería que llegaran para que de esta forma el próximo año, esta tradicional ofrenda, se encuentre más animada y este acto no vaya decayendo.
A continuación medio centenar de personas se quedaron para asistir a una comida de hermandad en la que, como no podía ser de otra forma, el plato principal consistía en productos de la tierra. Según los organizadores, eran alubias con sacramentos, aunque resultaba difícil poder ver entre tanto sacramento las alubias. Morro, oreja, chorizo,….rebosaban en una cazuela en la que el aroma y el sabor era exquisito. Se ve que quienes se encargaron de elaborar este sabroso plato pusieron ese ingrediente especial, el cariño, que condimenta de una manera especial cada uno de los guisos que se hacen en muchas casas.
La festividad de San Antonio en Tábara, fue una celebración muy agradable, uno de esos días, sobre todo en estos duros y fríos días de invierno que la mayoría de los vecinos se quedan en sus casas, en el que la convivencia entre los vecinos del pueblo se vive un poco más, porque todos quieren participar en alguno de los actos que se celebran homenajeando al Santo de los animales.
Pero la fiesta no se termina en lo que pudimos ver el domingo. Para no dividir a la gente del pueblo y que dos actos similares no coincidan el mismo día, el miércoles, en el barrio de San Lorenzo, se celebra de nuevo la festividad y después de la misa, se procesiona por la plaza la imagen del Santo y en la misma plaza, una comida hermanará a todos los vecinos que deseen participar en ella.
Que como decía el subastador, no decaigan estas tradiciones que forman parte de la esencia y el carácter de los pueblos, porque el día que lo hagan, iremos perdiendo una parte muy importante de aquello que nos hace diferentes.
San Antonio presidiendo la Santa Misa – Foto: SAF | Manolo en plena subasta – Foto: SAF | |
Distintas ofrendas a los pies del Santo – Foto: SAF | Distintas ofrendas a los pies del Santo – Foto: SAF | |
El público asistente en plea subasta – Foto: SAF | El público asistente en plea subasta – Foto: SAF | |
El público asistente en plea subasta – Foto: SAF | Manolo en plena subasta – Foto: SAF | |
El público asistente en plea subasta – Foto: SAF | Manolo en plena subasta – Foto: SAF | |
Manolo en plena subasta – Foto: SAF | Manolo en plena subasta – Foto: SAF | |
Manolo en plena subasta – Foto: SAF | Manolo en plena subasta – Foto: SAF | |
Manolo en plena subasta – Foto: SAF | El público asistente en plea subasta – Foto: SAF | |
Manolo en plena subasta – Foto: SAF | Manolo en plena subasta – Foto: SAF | |
Manolo en plena subasta – Foto: SAF | El público asistente en plea subasta – Foto: SAF | |
Manolo en plena subasta – Foto: SAF | Manolo en plena subasta – Foto: SAF | |
Manolo en plena subasta – Foto: SAF | Manolo en plena subasta – Foto: SAF | |
El público asistente en plea subasta – Foto: SAF | Momento dela comida tras la subasta – Foto: SAF | |
Momento dela comida tras la subasta – Foto: SAF | Momento dela comida tras la subasta – Foto: SAF | |
La cocinera ordenando todo para servir – Foto: SAF | Momento dela comida tras la subasta – Foto: SAF |