Que un periódico de tanto prestigio como el New York Times, cuando habla sobre el problema del coranovirus en Europa y su titular centrándose en la situación en la que están los profesionales de medicina afrontando el problema en España, nos tratan de comparar
con aquellos que actuaban a la desesperada, es algo que no resulta aceptable.
La situación en la que están trabajando algunos de los buenos profesionales con los que contamos, para salvar las vidas de los que se han puesto en sus manos, no es comparable con la de aquellos que desesperados se abalanzaban contra los barcos americanos, es algo que no puedo aceptar.
Rechazo rotundamente esta afirmación, es un término con el que no estoy de acuerdo, porque cuando ellos inventaron esta definición, lo hicieron por aquellos que no tenían ningún futuro y desesperados era lo único que podían hacer en su enfrentamiento en la segunda guerra mundial.
Creo que los que están afrontando con mucho valor el problema que nos desborda, lo hacen porque cuentan con el suficiente amor propio para no mirar a otro lado. No realizan solo un trabajo, el que les ha correspondido en estos momentos tan difíciles, ellos se encuentran ejerciendo su devoción, la que desde el momento en que se comenzaron a preparar para salvar vidas, sabían que tendrían que enfrentarse a momentos muy difíciles, seguramente muy pocos pensarían que una hecatombe como la que ahora nos amenaza, se llegaría a producir en algún momento.
Muy pocos se acordarán en estos momentos cuando las mareas de batas blancas recorrían las calles de nuestros pueblos y ciudades advirtiendo sobre las consecuencias que los recortes que se iban estableciendo en algo prioritario como es garantizar nuestra salud y sus quejas no fueron tenidas en cuenta.
Siempre han estado a pie de cañón, allí donde su saber hacer, evitaba que la salud de los que atendían fuera decayendo y quien se encuentra cada día a pie de calle, percibiendo los problemas que se van presentando, son los que saben de lo que hablan, los que están cargados de autoridad para decir las cosas y van dando los toques de advertencia para que el problema que anuncian que va a llegar, no se acabe convirtiendo en una maldita profecía.
Desgraciadamente ellos solo pueden remover conciencias, valorar la situación y descubrir el problema, pero no cuentan con la capacidad de decidir, eso corresponde a otros que no han vivido cada uno de los problemas que les van presentando en los informes.
Soy consciente que decidir es difícil, muy difícil, hay que establecer prioridades y muchas veces tenemos demasiados condicionantes para ver con claridad cuáles son las prioridades que más necesitan los que dependen de las decisiones que tengamos que tomar.
Pero si algo tenemos claro es que en la valoración de nuestro estado del bienestar, la mayoría tenemos las mismas prioridades y entre ellas, la salud siempre va a encontrarse en los primeros lugares.
Esa abnegación con la que están afrontando el problema que se nos ha venido encima, nos hacer ver el amor propio con el que lo afrontan y sobre todo esa devoción con la que realizan el trabajo que están desarrollando.
No son esos kamikazes a los que aludís en el afamado periódico, porque saben que con su trabajo, aunque sea muy arriesgado, es lo que a los demás nos permite concebir que hay esperanza, que ellos lo van a conseguir y cuando vuelvan a destapar la realidad en la que se encuentran, seguro que son más tenidos en cuenta, porque a pesar de todo, sigo pensando que todavía quedan conciencias, incluso entre nuestros dirigentes.