almeida – 26 de junio de 2014.
Cuando perdió el apoyo que siempre había tenido en su vida, Evelyn se derrumbó, pensó en ese momento que su vida estaba acabada y ya no le importaba nada, pero tenía que seguir, debía hacerlo por sus hijos, ellos dependían todavía de su madre y no podían ver cómo se derrumbaba.
Quiso aislarse del mundo, no deseaba estar con nadie y así permaneció muchos meses hasta que se dio cuenta que de esa forma no debía seguir, pero ¿qué podía hacer?, nada le daba consuelo y tampoco ella deseaba contar a nadie lo que le pasaba ya que no quería compartir sus penas con los demás.
Su hija, viendo el lamentable estado en el que su madre se encontraba y como estaba cayendo un pozo del que no se veía el final; trató por todos los medios de ayudarla, buscó como podía hacer para que se encontrara mejor sin que ella se diera cuenta.
Una de sus amigas le habló del Camino de Santiago y le comentó algunas experiencias que otras personas habían tenido después de haberlo recorrido, era difícil que se animara a aquella aventura, pero sabría como conseguirlo.
Fue seleccionando alguna información del Camino y la fue dejando en casa, no quería que estuviera muy a la vista, solo lo suficiente para que su madre pudiera encontrarla y también dejó alguna señal para ver si su idea estaba dando resultado.
Un día Evelyn preguntó a su hija por aquellos libros y folletos que había visto por casa, la joven le dijo que una amiga suya acababa de volver de este Camino y le estaba contando cosas maravillosas de él y se había interesado para ir un día a recorrerlo ella también.
Fue creciendo la curiosidad de Evelyn y después de mirar todo lo que su hija le había dejado, comenzó a entrar en Internet para ir buscando más información, leyó historias de peregrinos, vivencias y llegó a la conclusión que otras personas que se encontraban en una situación parecida a la suya, estaban viendo como su vida cambiaba después de recorrer este Camino.
No perdía nada por intentarlo, al fin y al cabo ya todo le daba igual y no iba a representar ninguna decepción cuando ya no esperaba nada positivo de la vida.
Tomó la decisión de hacer este Camino y se lo comentó a su hija, ella se ofreció a presentarle a su amiga y a su madre para que le hablaran de el y también le dijo que la acompañaría, pero Evelyn descartó las dos propuestas, le dijo que deseaba hacerlo sola y no compartirlo con nadie.
Cuando puso sus pies en el Camino, se sentía extraña y dudó que hubiera sido la idea más acertada, únicamente veía a jóvenes de la edad de su hija, pensó que se encontraba fuera de sitio y antes de comenzar a caminar ya estaba pensando darse la vuelta y regresar a Suecia.
Pero según pasaban las horas, cuando llegó la tarde , comenzó a ver algunos peregrinos de su edad, incluso había algunos mayores y se animó un poco más, aunque no entabló conversación con nadie, ella seguía caminando, yendo a todos los sitios sola.
Comenzó a caminar al día siguiente y también lo hizo sola, aunque algunos peregrinos deseaban estar a su lado, ella buscaba cualquier excusa para apartarse de ellos, no quería que nadie la viera llorar y cuando caminaba sola y repasaba su vida durante el ultimo año, la tristeza se adueñaba de ella y comenzaba de nuevo a llorar, no había nada que pudiera consolarla.
El primer día se paró al lado de un cruceiro, alguien había retirado las piedras que habían dejado en su base, no pensó que hubiera sido un peregrino, creyó que algún animal de los que abundaban por el bosque había pasado por allí y al restregarse contra la piedra de la base había desparramado todas las piedras.
Cogió una que llamaba su atención y la dejó en la base, cuando lo hizo sintió un alivio que no sabría como explicar, se encontraba bastante mejor. Mientras descansaba junto al cruceiro, dos peregrinos que pasaban por allí, también cogieron una piedra cada uno y las dejaron en la base.
Ese día caminó muy bien y las penas le dio la impresión que no habían sido tantas como en días anteriores, al menos las lágrimas ya no eran tan frecuentes como antes.
Ahora cada día que caminaba iba mirando al suelo, buscaba esa piedra especial que sabía que estaba allí para que ella la cogiera, cuando la encontraba se daba cuenta que ya tenía su piedra para dejar en ese cruceiro que también había sido colocado en el Camino para ir recogiendo esas penas que en forma de piedra la peregrina estaba dejando.
Cada vez que dejaba una piedra en la base de un cruceiro se sentía mucho mejor, algunas etapas encontró más de una piedra, pero solo dejaba una en cada cruceiro, curiosamente los días que encontraba más piedras, también pasaba ante más cruceiros y ese día pensaba que había dejado más penas y se encontraba mucho mejor.
Sin darse cuenta, fue dejando por el Camino todo lo que le angustiaba antes de salir de casa, lo había dejado mientras caminaba y cuando llegó a Santiago se sentía liberada de todos los problemas que había soportado y también se encontraba feliz.
Cuando llegó a su casa, su hija al verla no podía creerse la transformación que se había producido en su madre, realmente aquel Camino tenía que tener alguna cosa muy especial para conseguir transformar de esa forma a las personas.
Ahora solo pensaba en volver a ese Camino tan maravilloso y decidió que cada año se dedicaría durante las vacaciones a recorrerlo, ya que según estaba caminando, algunas veces que habló con algún peregrino o cuando les escuchaba en los albergues, se enteró que había otros caminos que salían desde otros lugares que también eran recorridos para llegar a Santiago y lo que decían de ellos eran cosas que deseaba averiguar por si misma.
Cuando Evelyn llegó a Santuario, ya había recorrido varios de estos caminos, ahora estaba repitiendo el primero que hizo y cuando la conocí, no era en absoluto la persona reservada que quería estar alejada de los demás, ahora era una peregrina que dinamizaba y alegraba a todos los que se encontraban en su camino.
Era muy jovial y abierta y fue ella la que quiso contarme su historia y como el camino había transformado su vida, la dije que la creía y estaba de acuerdo con ella, porque a muchos nos había ocurrido lo mismo y cuando por alguna circunstancia especial o por alguna lesión, como me había ocurrido a mi, ya no podíamos recorrer el Camino con una mochila, buscábamos ese contacto que se puede sentir ayudando a los peregrinos como hospitalero.
Evelyn se interesó por la labor que hacíamos y le pareció también algo especial, me dijo que si la aceptaría como hospitalera, quería probar que se sentía recibiendo a los peregrinos.
Le dije que sería una buena hospitalera y espero certificarlo el próximo año, pues me comentó que había tomado la determinación de hacer el Camino en el que yo me encontrara y cuando llegara al albergue, antes de seguir su camino, se quedaría diez días para disfrutar de los peregrinos como yo lo estaba haciendo.