almeida – 03 de febrerode 2019.

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                Una de las señas de identidad que ha caracterizado a estos pueblos Castellano/Leoneses, han sido el arraigo a las tradiciones que se vienen conservando de una generación a otra a lo largo de los años.

                Conservar cada una de las tradiciones que hemos ido heredando de nuestros mayores, es lo que de alguna forma nos hace que nos aferremos a esas raíces y que sin ellas, perderíamos una buena parte nuestras señas de identidad.

                Tradicionalmente, una familia que pretendiera tener las necesidades básicas para su subsistencia cubiertas, además de los productos que producía la tierra que labraba y el sustento que proporcionaban los animales domésticos que se cuidaban en cada casa, cada familia contaba con uno o más cerdos a los que pacientemente iba alimentando durante todo el año con los productos que extraía de la huerta y cuando pasaba San Martín, se procedía a sacrificar el animal para que las proteínas que nos proporcionaba, porque según aseguran algunos, del cerdo se aprovecha todo, iban a proporcionar ese complemento tan necesario y en ocasiones vital, en cada una de las casas.

No solo eran los sabrosos embutidos que de él se extraían y los ricos jamones y paletillas, el resto del animal era el complemento idóneo para acompañar a unas buenas legumbres o para aderezar cualquier guiso que en las cazuelas de barro y en los potes se iban cocinando a fuego lento en la lumbre durante toda la mañana, mientras se realizaban las labores en el campo, para que la comida resultara uno de esos manjares que permanecen en el recuerdo de quienes los han disfrutado.

Esa cultura de nuestros pueblos, se ha ido perdiendo, ahora es más cómodo ir a comprar lo que se necesita a la carnicería o a la tienda del pueblo o de la ciudad, pero los sabores que dejaba aquella matanza, para quienes tuvieron la suerte de poder disfrutarla, no se han ido de su mente por muchos años que hayan pasado.

En Tábara, las tradiciones se intentan mantener, cada año el restaurante el Roble las revive y en estas fechas, organiza una matanza tradicional para que la gente del pueblo y los que se sienten atraídos por los recuerdos de la niñez, puedan disfrutar de una matanza al estilo tradicional, como siempre se ha realizado.

Desde primera hora de la mañana, los cohetes van anunciando la celebración de la actividad. Los mozos y los menos mozos del pueblo, aquellos que alguna vez han vivido la fiesta de la matanza, se van reuniendo cerca del restaurante que lo organiza y ellos son los protagonistas, los que van haciendo que la gente que se acerca al recinto, disfrute y participe de la fiesta.

En una gran parrilla se van asando las delicias que proporciona este animal; panceta, chorizo, morcilla,…. se van enriqueciendo con el calor que proporciona la leña de encina y se va ofreciendo a todos los asistentes acompañado de vinos y de licores de la tierra.

Hacia las doce comienza el acto central de la actividad, en esta ocasión, la protagonista ha sido una cerda de unos 120 kilos que una vez sacrificada fuera de la vista de los asistentes, se ha procedido a tratar de que su carne siguiera también el proceso tradicional con el que siempre se ha tratado a estos animales.

Primero se ha ido chamuscando su piel con paja para eliminar todas las cerdas y luego con agua caliente se ha limpiado su superficie para que después, las hábiles manos de los que saben cómo hacer este trabajo, fueran abriendo en canal el animal para extraer todas las vísceras dejarlo colgado para que el frió del ambiente, se encargara de poner la carne a punto antes de proceder al despiece de cada una de las partes que proporciona este animal.

La música tradicional ha estado permanentemente en la fiesta y luego se ha ofrecido una comida a aquellos que deseaban seguir con la tradición y con un menú confeccionado por el cocinero del restaurante, más de medio centenar de personas, han continuado la fiesta en el interior del Roble.

Son tradiciones que se van perdiendo, pero que representan una parte muy importante de la vida en estas tierras y representaban ese sustento necesario para todo el año en la mayor parte de las familias de esta tierra, que esperaban la matanza para poder abastecerse de esas proteínas que les iban a permitir mantenerse a lo largo de todo el año.

 Galería de fotos – Fotos: SAF

 

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