almeida – 29 de diciembre de 2016.
Desde que el verano se da por concluido, en Venialbo, algunos jóvenes comienzan su entrenamiento semanalmente para enfrentarse con las necesarias garantías a una dura prueba que tienen cada año.
La cita se produce cada festividad en la que se honra a San Juan Evangelista y cada vez cuenta con más seguidores en toda la comarca que suelen acudir a presenciarla, porque se trata de una de esas tradiciones que se han sabido conservar con el paso del tiempo, a pesar de los altibajos que en determinados momentos estuvieron a punto de hacer desaparecer este patrimonio cultural que representa el Baile del Niño.
Doce o catorce jóvenes se sitúan ante la cuesta más empinada del pueblo, la que mayor desnivel presenta y comienzan a danzar de espaldas al desnivel hasta que consiguen superarlo. Es la forma que tienen de entrenar la parte física, porque la técnica ya la dominan y necesitan fortalecer cuadriceps y gemelos para aguantar el día en el que se enfrentan al baile en el que por la carretera en cuesta que une la iglesia y la ermita de Venialbo, van danzando sin perder en ningún momento la mirada de la imagen del niño que procesiona por la calle principal del pueblo.
Después de todo el esfuerzo y las duras sesiones de entrenamiento en las que algunos no aguantan el ritmo y el tiempo que se imponen y en algunas de las sesiones acaban dejándolo antes de lo previsto, pero están dispuestos/as para el día que haya que bailar frente al niño y entonces saben que tienen que darlo todo y aguantan sin que se manifieste el cansancio y el sufrimiento que llevan encima, aunque alguno de los jóvenes haya tenido unos días antes unas fuertes anginas o un inesperado catarro, ese día saben cómo darlo todo y hacen que la fiesta y el baile brillen como siempre lo han hecho.
Se trata de una de esas tradiciones que se pierden en los tiempos, porque a ciencia cierta se desconoce su origen, que algunos lo sitúan en épocas de los romanos que debieron habitar alguna de las mansio que había en la cercana Vía de la Plata que unía Emerita Augusta y Austurica Augusta. Seguramente con la vecina Sanzoles, contaban con alguna fiesta en común que en un momento se separaron derivando la de Sanzoles en algo profano y pagano como muchas de las mascaradas que se hacen en pueblos de la provincia y quedando como más religiosa la fiesta y el baile que se conserva en Venialbo.
Siempre ha sido lo mismo, el niño procesionaba desde la Iglesia que se encuentra en la parte baja del pueblo hasta a ermita situada en plena cuesta de la carretera que va en dirección a la Bóveda de Toro y eran los mozos del pueblo los que sacaban al niño en procesión y le bailaban sin perderle la cara tanto en el recorrido de subida como en el de descenso. Ese kilómetro y medio con un desnivel importante, solo estaba destinado para los más fuertes, pero con el paso de los años, la población ha ido menguando y las tradiciones van adaptándose a los tiempos que tenemos y han tenido que ser las jóvenes las que toman el relevo de aquellos mozos y mantienen la tradición y algunas como Lorena, la benjamina de todos los que bailan es una niña cercana a su primera comunión y ya lleva dos o tres años participando en el baile.
David Hernando y Marcos Hernández se van alternando cada año para llevar el floreo, aunque siempre cuentan con Loredana Tenshi que es fija en esta labor y van sacando a los bailarines de la fila en la que se encuentran para que todo el pueblo reunido en torno a la plaza pueda contemplarlos. En esta ocasión ha sido David quien se ha encargado de llevar la dirección del baile.
En la plaza de Venialbo, las capas castellanas eran más frecuentes que en cualquier otro momento del año y también se veían algunas niñas y mujeres ataviadas con los trajes que Pili Almeida lleva años realizando para estos días especiales.
También el Alcalde Jesús Vara junto a los concejales de la corporación fue esperando la llegada de las autoridades que no querían perderse este evento y en la plaza fue recibiendo según llegaban a:
El Coronel Cuellar, delegado de Defensa en Zamora.
Jesús María Barrios, Diputado en el Congreso por Zamora.
José Luís Prieto, Vicepresidente de la Diputación de Zamora y Diputado Provincial.
Ángel Sánchez, presidente de la mancomunidad de la Tierra del Vino y alcalde de Madridanos
Sergio del Teso, presidente de la Agencia de desarrollo Torguvi y alcalde de Villardondiego.
Alberto Jambrina excelente recopilador de la música tradicional de estas tierras.
Todos los invitados, autoridades y vecinos se adentraron en el interior de la Iglesia y dejaron que fuera Don Manuel Salvador quien tomara la palabra para oficiar esa entrañable misa que precede al baile en donde uno de los momentos álgidos, es cuando los más jóvenes van haciendo las ofrendas con los productos procedentes de la tierra.
Hay cantera suficiente para que el baile del Niño siga creciendo cada año y sea presenciada por más personas, porque está siendo un patrimonio del pueblo de Venialbo y quienes cada año lo ponen en práctica, no quieren que llegue a correr el riesgo como ha ocurrido recientemente, de que pueda llegar a desaparecer y por eso es agradable ver a las más pequeñas como bailan al ritmo que Modesto Martín va extrayendo de la flauta y el tamboril para que la danza tenga esa vistosidad que entre todos saben darle.
Distintos momentos de la procesión – Fotos: Almeida |