He de confesar, que cuando escuchaba al señor vicepresidente de nuestra comunidad exponer, con rotundidad, la vergüenza que le producían las demandas que algún grupo de la oposición formulaba, sobre las necesidades que esta provincia está reclamando de una forma angustiosa, no he podido evitar cierta sorpresa, por el ímpetu con el que hacía tales aseveraciones, aunque ya nos vamos acostumbrando a ciertas manifestaciones que únicamente suelen calificar a quienes las realizan.

            Por si estaba equivocado con el sentido que pretendía dar a esa palabra, he acudido al diccionario para comprobar y ratificar las afecciones que la palabra vergüenza, tiene en nuestro diccionario y me he encontrado las siguientes definiciones para dicha palabra:

  • Sentimiento de pérdida de dignidad causado por una falta cometida o por una humillación o insulto recibidos.
  • Sentimiento de incomodidad producido por el temor a hacer el ridículo ante alguien, o a que alguien lo haga.

La incredulidad se ha acentuado al escuchar que alguien en el poder, se encontrara haciendo tales aseveraciones, que, por qué no decirlo, me han producido cierto sonrojo y un poco de vergüenza ajena.

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He pensado en aquellas palabras que hace 2000 años difundió un hombre humilde, cuando aseguraba que sólo aquel que estuviera libre de culpa, podría lanzar la primera piedra y como no podía ser de otra forma, los aludidos, o sea todos, sintieron vergüenza y dejaron la piedra que tenían en la mano caer sobre el suelo.

            Aquel gesto deberían asumirlo muchos de nuestros políticos, que cuando se encuentran en la oposición y sin ninguna responsabilidad, llegan a formular todo tipo de promesas con el único objetivo de acceder al poder, que luego desgraciadamente se quedan en nada.

            Señor vicepresidente, le recuerdo usted todas las promesas que hizo durante la campaña electoral de la regeneración de la vida pública que entonces le resultaba una vergüenza y ahora con los votos del engaño que le dieron los ciudadanos está manteniéndola.

            Señor vicepresidente, ¿no siente vergüenza de todos los incumplimientos que cada día la gente del pueblo reclama porque no se ha cumplido nada de lo prometido?.

            Creo que hay que comportarse con un poco más de humildad ante la mala gestión y reconocer la incapacidad que uno puede llegar a tener, cuando las políticas que se hacen presentan el resultado que todos vemos y hacen que el pueblo se desespere porque su voz nadie la representa.

            Dar la espalda a lo que los ciudadanos piden en justicia, créame que resulta mucho más vergonzoso que cualquier discrepancia en temas que sólo buscan la rentabilidad que con el tiempo puede darles en votos.

            Estoy convencido, que si la mayoría de los representantes públicos que incumplen reiteradamente todas las promesas que van haciendo, llevando una provincia como Zamora a la ruina más absoluta, con los parámetros más negativos en todos los índices sociales laborales y económicos que periódicamente se analizan, si dedicaran tan sólo unos minutos a analizar su conciencia, la mayoría de los que ahora dicen representarnos, sentirían vergüenza por la incapacidad que tienen de hacer lo que en su día prometieron y la incompetencia manifiesta que vienen demostrando y marcharían a sus casas dejando esos honorables cargos de servicio público a quienes pudieran darles la dignidad que siempre han tenido.

            Cada vez más, los ciudadanos sentimos vergüenza de nuestros representantes públicos, porque no viven la realidad ni los problemas de los que tanto aseguran representar.

            Sí, señor vicepresidente, la vergüenza es para aquellos que cuentan con la humildad de poder admitir sus limitaciones y no tratar de medrar echando por tierra lo que hacen los adversarios.

            Me he dado cuenta que la segunda de las explicaciones, se ajustaba perfectamente a lo que este señor pretendía decir, porque sí me he sentido molesto, viendo como alguien hace el ridículo sin ningún pudor.

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