SAF – 4 de abril de 2014.

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Del 9 al 19 de marzo un nutrido grupo de las parroquias Tábara, Faramontanos de Tábara y Moreruela de Tábara, entre otras,

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peregrinamos a Tierra Santa y Jordania, guiados, con su erudición y cariño habituales, por el Padre Rosendo, franciscano capuchino, natural de nuestra diócesis.San Jerónimo nos recuerda que “La Biblia, especialmente el evangelio, la entenderá más lúcidamente el que ha visto con sus propios ojos los Santos Lugares”; y el P. Garrigou-Lagrange llegó a decir que la geografía de Palestina es como “el quinto evangelio”. En definitiva, el hecho de peregrinar al país de Jesús ha supuesto para todos nosotros un doble aprendizaje: la experiencia del sentido de la peregrinación y el conocimiento del marco geográfico en que se desenvolvió su vida y que nos facilitarán una mayor comprensión de su mensaje.

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Conviene recordar que en el año 1964  Pablo VI fue el primer papa en visitar Tierra Santa y su abrazo fraterno con Atenágoras, Patriarca de Constantinopla, marcó un hito en el camino ecuménico entre católicos y ortodoxos y nos dejó, entre otras, estas hermosas palabras: “Esta tierra bendita ha llegado a ser el patrimonio espiritual de los cristianos de todo el mundo, los cuales ansían poder visitarla, al menos una vez en la vida, para expresar su amor al Dios hecho Niño en Belén, al divino Adolescente y trabajador de Nazaret…, al divino Crucificado del Calvario, al Redentor Resucitado del Sepulcro”. Precisamente  para conmemorar los cincuenta años de aquel histórico encuentro, el papa Francisco peregrinará con este motivo a Tierra Santa a finales de mayo, siguiendo así las huellas de sus predecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI y se encontrará con el patriarca Bartolomeo.

tierrasanta3“El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres” al concedernos la gran oportunidad de poder  revivir el Evangelio allí donde sucedieron los hechos; volver a escuchar y saborear las palabras de Jesús en su mismo contexto geográfico; fortalecer y vivir la fe en sus mismas raíces: por ejemplo, en Caná de Galilea, donde los matrimonios renovaron el sacramento del matrimonio; en el río Jordán, donde todos renovamos las promesas bautismales y en el Cenáculo, donde quien les escribe, renovó también los compromisos adquiridos en su ordenación sacerdotal en Astorga.

 

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