En primer lugar, me gustaría aprovechar esta oportunidad que nos ofrece el CIT de Zamora, para mostrar el agradecimiento de nuestra asociación a todos los responsables públicos que se encuentran agrupados en esta entidad, sobre todo a los de aquellos pequeños pueblos, que a pesar de las dificultades por tener que priorizar otras cosas más importantes para el día a día de sus vecinos, mantienen operativo un albergue para acoger a los peregrinos que pasan por ellos.
Como recoge el dicho, “después de la zanahoria suele venir el palo”, aunque espero y deseo que mis palabras en esta intervención sean tomadas como una crítica constructiva tendente a mejorar la situación en la que se encuentran nuestros caminos que, como dice el título, están olvidados, así como la situación que ofrecen en este momento.
Créanme que me cada día me incomoda más tener que decir siempre las mismas cosas, pero la responsabilidad nos obliga a hacerlo, pues callarnos equivaldría a contribuir, de forma involuntaria, a mantener una situación que consideramos intolerable.
He titulado esta presentación Zamora, caminos olvidados, tratando de ser con ello prudente, porque mi impresión personal, y creo que el de la mayoría de los presentes, es que se encuentran abandonados y a falta de una planificación lógica que permita tanto su desarrollo como el del territorio por el que discurren.
Zamora es una provincia que cuenta con una riqueza cultural, paisajística, gastronómica, natural y humana que merece ser valorada en su justa medida, y nuestro reto es aprovechar las oportunidades que brinda para su progreso, tendentes a facilitar el abandono de esos últimos lugares que ocupa en el ranking. Estamos en cabeza en todos los índices y ratios negativos que, desgraciadamente, nos convierten en noticia cada vez que se hacen públicos los índices de desarrollo.
Somos la provincia que presenta una edad más avanzada de sus habitantes, lo cual resultaría positivo si no fuera porque la natalidad es de las más bajas o la más baja del país, con lo que el crecimiento vegetativo es el peor que pudiéramos desear.
Los índices de empleo y productividad son también de los que ocupan el pódium por la cola, lo que hace que los más valorados de esta tierra busquen mejores oportunidades fuera de ella, contribuyendo, a su pesar, a convertirla en un desierto demográfico de muy difícil recuperación. Todo ello nos lleva a un futuro carente de ilusión y esperanza, y eso se percibe con sólo dar un paseo por cualquiera de nuestros pueblos y hablar con sus vecinos, quienes nos transmitirán la resignación con la que afrontan un futuro sin expectativas.
¿Como puede ser que una tierra con tantos valores se encuentre en una situación tan precaria como la que vivimos en la actualidad? Seguramente será porque el más valioso patrimonio que atesora esta tierra, el de nuestros jóvenes, emprendedores, bien formados y preparados para afrontar importantes retos, al no ver futuro en ella, acaban abandonándola. También pudiera ser porque tal vez elegimos a los menos competentes para que se encarguen de promover ese desarrollo que tanto necesita esta provincia; o puede que tengamos que asumir nuestra parte de culpa porque no creamos en nosotros mismos y valoremos más aquello que nos llega de fuera que lo que nosotros tenemos.
Seguramente será una suma de los tres, y como ejemplo —que podríamos poner muchos— de todas esas macroempresas que, como sanguijuelas, vienen a extraer nuestra riqueza para enriquecer los lugares de donde proceden, vamos a poner el caso de Iberdrola.
Iberdrola se funda hace menos de 80 años en Bilbao y nace como Iberduero, porque sus recursos importantes los encuentra en el río que riega nuestras tierras. A cambio de su lucro anega nuestros campos de cultivo haciéndolos improductivos, extrae la energía que necesita para su enriquecimiento y al final sólo nos deja tierras incultivables, sequía cuando ellos lo desean y el beneficio que genera, que podía repercutir en esta tierra, se va a donde se encuentra la sede matriz: por más que trato de ver algunas mínimas oficinas en Zamora de esta empresa me ha resultado imposible, y sin embargo, en Bilbao, la majestuosa torre donde radica, verdadero icono de su fuerza y poder, destaca sobre el resto de edificios de la ciudad y visible desde muchos kilómetros de distancia.
Pero estoy aquí para hablar de nuestros caminos que, al final, son un fiel reflejo de la situación que hemos expuesto para nuestra provincia, porque también en las rutas jacobeas contamos con un patrimonio muy importante al que las administraciones públicas, responsables de su custodia y proyección, están dejando de lado.
Con frecuencia me gusta recurrir a una cita que se atribuye a Goethe, aunque seguramente él nunca llegó a pronunciarla, pero se ha convertido en algo que refleja la importancia que tienen los caminos de Santiago, cuando afirma que: Europa se construyó a través del camino de Santiago.
Zamora, como provincia jacobea, se ve surcada por cinco caminos, con más de 500 kilómetros de recorrido que cruzan un tercio de nuestras poblaciones. Pequeños pueblos a los que seguramente nunca va a llegar un turista, pero sí lo hacen cientos de peregrinos que, procedentes del sur y del levante, la atraviesan y a los que debemos convertir en los mejores embajadores que podamos imaginarnos, ya que además de la riqueza cultural y económica que aportan mientras van recorriendo su camino, gracias a las nuevas tecnologías cuentan lo que van viendo, y si les gusta lo que ven animarán a otros para que también conozcan estos lugares.
Sin embargo, desde que a primeros de este siglo las administraciones públicas asumieron las competencias en todo lo relativo a la peregrinación, nuestros caminos han sido dejados de la mano de Dios, olvidados por completo y abandonados a su suerte.
En el año 2004, fecha a partir de la cual se registran datos estadísticos de los peregrinos que llegan a Compostela, los caminos que atraviesan nuestra provincia, especialmente la Vía de la Plata, eran recorridos por 9300 peregrinos, ocupando el tercer lugar en cuanto al itinerario seguido, superado por el Camino Portugués y, obviamente, el Camino Francés. Veinte años más tarde, en los que se ha triplicado el número de peregrinos, nuestro principal camino, en lugar de aumentar en esa proporción como sería lo lógico, es el único que ha ido perdiendo progresivamente usuarios, ocupando en la actualidad el octavo puesto.
Lógicamente llegar a esta situación merece un análisis riguroso, y según mi criterio, creo que es derivado de la falta de implicación de los que tenían las competencias necesarias para evitarla.
En los últimos años, si echamos un vistazo a la hemeroteca en las ferias de turismo, observaremos a nuestros representantes municipales, provinciales y autonómicos lanzando los mismos mensajes, y aunque según van pasando los años cambian las personas, en el fondo se sigue con los mismos defectos: promesas de revitalizar nuestros caminos por la importancia que tienen, pero a la hora de la verdad no vemos nada que corroboren esas intenciones y las cifras así lo demuestran.
Cada uno de nuestros caminos ofrece problemáticas diferentes. El Camino de Levante, que entra en la provincia por Toro y afluye en Zamora para continuar por cualquiera de las opciones que ofrece la capital, no cuenta con un albergue de peregrinos en la primera población a la que llegan. Hasta no hace mucho tiempo les daba acogida una comunidad de religiosas, pero han dejado de hacerlo sin que el Ayuntamiento haya solucionado este problema; esta circunstancia es un factor negativo a la hora de planificar una peregrinación que precisa ser subsanado con urgencia.
En el Camino del Sureste, en la provincia de Valladolid los peregrinos encuentran acogida en Medina del Campo, Tordesillas, Mota del Marqués y Vega de Valdetronco, y cuando entran en la de Zamora, cuentan con acogida en Villalpando, albergue del que se ha hecho cargo la parroquia de la localidad, regentada por un sacerdote de nuestra asociación. En Benavente hay también albergue de peregrinos, aunque su funcionamiento no acaba de ser el más valorado por los peregrinos, aunque este hecho es digno de resaltar para ver el escaso interés que hay por la peregrinación.
Benavente tiene ubicado su albergue en una de las viviendas de la antigua estación de ferrocarril, teniendo el peregrino que ir primeramente al centro de la ciudad para recoger la llave, después de haber recorrido muchos kilómetros caminando, regresando de nuevo al albergue para poder descansar, siempre y cuando, la oficina de turismo en la que se le entregaba la llave estuviera abierta y encontrara a alguien que lo atendiera.
Recientemente, y con gran difusión a través de los medios de comunicación, se ha resaltado el plan Benavente jacobeo por el que se otorgan a esta población 3.000.000 €. Podríamos pensar que están destinados para una mejora del recorrido que hacen los peregrinos y para mejorar su estancia en Benavente, sin embargo, sólo hay unas migajas para este fin: apenas un 1% de esta cantidad van a ser destinadas a la promoción y proyección jacobea.
Nuestra asociación ha presentado a los representantes municipales benaventanos una propuesta de señalización jacobea en la ciudad, incluyendo también la necesidad de limpieza que requiere algún tramo dentro del municipio y la conveniencia de establecer un albergue en una zona más céntrica. No obstante, el proyecto inicial presentado contempla también una serie de actuaciones en toda la comarca (Vía de la Plata y Camino del Tera), al entender que la adecuación de un camino hay que afrontarlo desde una perspectiva global.
Pero en todos los caminos encontramos esta falta de sensibilización hacia el rico patrimonio jacobeo que tenemos. No hay albergues municipales en poblaciones tan significativas como el Cubo del Vino, o Puebla de Sanabria. El de Santa Marta de Tera muchas veces resulta insuficiente para coger a los peregrinos que llegan, sin encontrar otra alternativa en esta población. En Montamarta, entendemos que con buena voluntad, pero sin ningún criterio peregrino y de seguridad, siguen aconsejando a los peregrinos llegar por carretera hasta Tábara en lugar de hacerlo por el camino que conduce a Granja de Moreruela. En esta última se ha habilitado un albergue digno para los peregrinos, pero no se tiene en cuenta el necesario descanso de los que llegan: no hay unas instalaciones con mobiliario y aquellos que deciden evitar las horas en las que el calor es más intenso no disponen de un microondas para poder tomar algo caliente antes de comenzar su camino.
También nuestros hitos jacobeos están dejados de la mano de Dios: el Brocal de las Promesas, en el término de Entrala, parece un vertedero cuando debería ser un lugar para el descanso del peregrino; la Cruz del rey don Sancho, que podía convertirse en la imagen y el recuerdo que los peregrinos se llevan de Zamora, es una zona degradada, y en el caso de la imagen de Santiago peregrino de Santa Marta, uno de los principales hitos de la peregrinación en el mundo, los responsables de su custodia (Patrimonio de la Junta de Castilla y León), van a dejar que las inclemencias del tiempo y otros agentes acaben por destruirlo.
No hay planificación ni coherencia en lo que se hace porque gastamos miles de Euros cada vez que a algún responsable publico se le ocurre mejorar el trazado de los caminos y si luego hay que señalizar un nuevo trazado por causas importantes como las obras de una autovía o el trazado del AVE, hitos de hormigón se quedan abandonados por docenas en aquellos lugares que ya no sirven para nada.
Contamos con un camino propio, que lleva el nombre de nuestra ciudad y provincia: el Camino Zamorano-portugués, un camino único según la opinión de aquellos que lo han recorrido, con unos atractivos que lo hacen destacar sobre el resto de las rutas de peregrinación:
- Se puede recorrer 15 días
- Discurre por dos países
- Jalonado de parajes naturales únicos
- Lleva el nombre de nuestra provincia
- Cuenta con hitos importantes para los peregrinos, como la iglesia de San Pedro de la Nave o la iglesia parroquial de Santiago Apóstol de Muelas del Pan
Sin embargo, los peregrinos que pretenden recorrerlo, se enfrentan con que la primera etapa que tienen que recorrer, deben superar casi 50 km para llegar a un albergue; de nada sirven los de Ricobayo, Fonfría, Alcañices y Trabazos, si no hay un lugar de acogida en la primera jornada que les anime a recorrerlo. Es como construir una autovía eliminando los accesos. Todas las inversiones que se han hecho en estos pueblos han carecido de la lógica que requiere una planificación en la que no se incluya la de ofrecer un lugar donde poder pernoctar el primer día.
Nuestra asociación trató de habilitar un punto de acogida en Almendra del Pan, adecuando la antigua casa parroquial. Éramos unos ilusos cuando asumimos este proyecto, imaginando que las administraciones comprenderían la importancia del mismo y lo apoyarían de una u otra forma. Sin embargo, después de varios años no hemos recibido ni un solo céntimo para llevarlo a cabo, el cual es viable y necesario y así lo han sabido ver asociaciones y peregrinos de todo el mundo (Canadá, Australia, USA…), que dentro de sus posibilidades han ido haciendo aportaciones para tratar de dinamizar este camino, todo lo contrario que los que tenían la obligación de dinamizar estas zonas tan degradadas —Alba y Aliste— que se encuentran abandonadas y a las que el impulso que podían proporcionar los peregrinos sería, cuanto menos, una ayuda imprescindible para la regeneración de estas comarcas.
Seguramente no creemos en lo que tenemos y casi siempre valoramos más lo que nos viene de fuera que lo que tenemos en casa. Esta situación tan lamentable que ofrecen nuestros caminos podría revertirse haciendo proyectos a medio y largo plazo, siempre coordinados entre una asociación con ganas de trabajar y apoyados por las instituciones que deben ser los encargados de dinamizar esta tierra.
Desgraciadamente, el tiempo nos va demostrando que resulta iluso pensar que algo de esto vaya a ocurrir, por lo que al final te acabas convenciendo de que todos los esfuerzos que hagas serán baldíos y que siempre habrá algunos que buscarán la forma de censurarlos, en lugar de apoyarlos como sería su obligación.
Zamora debería convertirse en ese lugar importante en las rutas jacobeas, la Asociación Zamorana de los Caminos de Santiago lo está demostrando con los albergues que esta gestionando, que se encuentran entre los más valorados por todos los peregrinos y en todas las webs relacionadas con los caminos, y desde Zamora debería proporcionarse ese impulso necesario que dinamizase este patrimonio que se encuentra tan abandonado.
Hace años, cuando presentamos al ayuntamiento de Zamora una propuesta para señalizar el trazado por la ciudad, alabamos la eficiencia y rapidez para gestionar esta propuesta y nos imaginamos que habría una implicación en todo lo que propusiéramos. Desgraciadamente no ha sido así, lo cual lamentamos.
Todos los albergues de la provincia, y eso lo saben bien los alcaldes de los pequeños pueblos que cuentan con un albergue para peregrinos, resultan económicamente muy difíciles de soportar, prácticamente inviables. Únicamente el de Zamora, por su capacidad y centralidad, acogiendo a la mayor parte de los peregrinos que recorren nuestros caminos, ofrece anualmente un resultado positivo. Pero el Ayuntamiento de la ciudad, en lugar de asignar su gestión a los que se preocupan por nuestros caminos, representados por la Asociación Zamorana de los Caminos de Santiago, prefiere ceder esta gestión a los de fuera, de tal forma que esos recursos que podría generar este albergue para dinamizar todos los caminos de la provincia, son destinados a otros caminos de otras provincias, con lo cual continuaremos abandonados
Se presentó una propuesta para asumir esta gestión hace cuatro años, sin que hasta el momento hayamos tenido una respuesta oficial, lo cual parece ser algo normal, porque hace dos años hicimos un estudio para la rehabilitación del entorno de la Cruz del rey don Sancho del que tampoco hemos tenido respuesta. De la misma forma se hizo con la fundación Alfonso Enríquez, encargada de coordinar los proyectos transfronterizos a través de los fondos Interreg: se le propuso hace casi un año que se implicasen el proyecto del Camino Zamorano-portugués, sin que hasta la fecha hayamos tenido tampoco respuesta.
Este debe ser, al parecer, nuestro sino. Tenemos en nuestra gente los mejores valores que podemos imaginar, esa es nuestra fuerza, aunque también es nuestra mayor debilidad si seguimos creyendo más en lo que viene de fuera en lugar de apoyar, promocionar y dinamizar lo que tenemos.
Mientras no haya una política coherente y consensuada entre los que tienen los medios para ejecutarla y los que tienen las ideas y las ganas de trabajar. Nuestros caminos, ese patrimonio inmaterial tan importante, seguirá degradándose por el olvido, la dejadez e irresponsabilidad de quienes deberían protegerlo.
Almeida – AZACS