Cuando escuchaba la propuesta del modelo de desarrollo que los representantes de la denominada España vaciada, exponían en un pequeño pueblo de nuestra comunidad, tenía la impresión de que se trataba de una carta confeccionada por mucha gente, que estaba dirigida a los Reyes Magos. El problema radicaba en que la mayoría de los presentes, habíamos dejado ya de creer en los Reyes Magos.
La situación a la que se ha visto abocado el mundo rural, es algo tan latente y tan estudiado, que difícilmente precisa de ningún estudio más, únicamente es necesario de forma urgente comenzar a actuar, porque de lo contrario, el enfermo acabará falleciendo y solamente nos quedará darle una digna sepultura.
Resulta cada vez más patente que contamos con unos dirigentes públicos en los cuales, ya hemos dejado de creer, solamente formulan promesas en el momento que necesitan nuestro apoyo para que les aupemos al lugar en el que desean estar y una vez que acceden a él, se van olvidando de todo aquello que en su momento prometieron.
Ellos, son los que deben asumir la responsabilidad de solucionar cada uno de los problemas que pregonaron en su momento que detectaban y eran capaces de solucionarlos, pero es más cómodo delegar esta responsabilidad en los demás y en lugar de ser ellos quienes pongan en marcha planes para el desarrollo de la sociedad que dicen representar, olvidando sus responsabilidades deleguen en aquellos que no están de acuerdo con las actuaciones que están teniendo, para que sean quienes formulen los problemas y hasta propongan soluciones a los mismos.
Hartos ya de esta situación, quienes tratan de vivir dignamente en el mundo rural, han hecho lo que los políticos son incapaces de cumplir, poner en papel esos problemas que se sufren cada día y además de detectarlos, proponer las soluciones a los mismos.
Más de 130 representantes de colectivos sociales de ese amplio territorio en el que los pueblos agonizan, han sido capaces de reunirse y elaborar un documento de casi 400 páginas en el que se reflejan todos los problemas que sufre una gran parte del territorio a los cuales se ha ido dejando abandonado.
El problema radica en que sin estos servicios básicos (comunicación, sanidad, educación, abastecimiento,…..y un largo etcétera de necesidades), los pueblos que hay en el mundo rural, se van muriendo porque no hay un relevo generacional que garantice su supervivencia.
Desgraciadamente esos Reyes Magos, tienen una memoria muy frágil y en el momento que llegan a los puestos de poder que tanto ansiaban, se van olvidando de cada una de las promesas que fueron haciendo, han adquirido esa habilidad de responsabilizar siempre a los demás de cada uno de los incumplimientos y mientras no haya un pacto de Estado en el que todos se impliquen, difícilmente se podrá revertir esta situación, porque es fácil prometer cuando no se tiene la facultad de hacer las cosas y cuando se les da el poder, siempre se buscan excusas que ya no convencen a nadie.
En un país en el que en teoría hay una descentralización completa delegando la mayoría de las competencias en las comunidades autónomas, el problema de fondo que es conseguir que haya una cohesión social, ésta no se va a conseguir nunca, mientras que la mayoría de los servicios se sigan centralizando en los principales puntos de cada comunidad, olvidándose de la mayor parte del territorio.
El pueblo en el que se decidió presentar esta batería de propuestas, representaba a la mayoría de los pueblos de nuestro territorio, un lugar que a principios del siglo XX contaba con 1500 habitantes, vio mermada su población y un siglo después contaba con sólo 500 vecinos y en la actualidad no llegan a 400 las almas que habitan este pueblo.
No representa un caso aislado, desgraciadamente es solamente una muestra de lo que la mayoría de los pueblos están padeciendo y mientras que aquellos que tienen la responsabilidad de velar por el bienestar de los que dicen representar, no tomen en serio el problema, llegará un momento en el que, en lugar de pueblos, ofrezcamos un desierto demográfico cuya solución resulta irreversible.
Aquella carta que yo me imaginaba para los Reyes Magos, tiene todo el sentido en el documento presentado, porque si dejamos de creer en sus Majestades de Oriente, también podemos llegar a dejar de creer en nuestros representantes, cuando nos convencemos que no cumplen la función que tienen encomendada y puede llegar ese momento en el que, como los magos, nos sobren, porque llegamos a convencernos que no nos van a traer nada de lo que recoja esa carta que con tanta ilusión escribimos.