almeida – 14 de abril de 2014.

En muchas ocasiones, achacamos a la casualidad situaciones que se salen de lo habitual. Pero quienes recorren una y otra vez el Camino, son conscientes que las casualidades no existen y van achacando esas situaciones a otras causas como puede ser el destino o que es el Camino el que determina que las cosas ocurran de una manera concreta, pero cada vez menos a la casualidad, porque llegan a ser tan frecuentes que no es posible que haya tantas casualidades.

Hasta el albergue de peregrinos de Tábara, llegó una joven portuguesa. Era una peregrina muy alegre, enseguida se percibía que disfrutaba con lo que estaba haciendo y no era la primera vez que recorría el camino.

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Enseguida se estableció cierta afinidad con el hospitalero, aunque el idioma que hablaban era diferente, había tantas cosas que les unían, que se comprendían a la perfección, porque el Camino, una de las virtudes que tiene, es hacer que las personas se comprendan enseguida a pesar de la diferencia que pueda existir con el idioma.

En el albergue de Tábara, hay algunos libros que tratan sobre el Camino de Santiago. Pretendemos crear un fondo según vayamos recibiendo aportaciones de libros, pero en estos momentos ya se dispone de al menos tres docenas de volúmenes.

Uno de estos libros contiene unas trescientas fotos de diferentes caminos en las que el autor ha ido incorporando citas para que los peregrinos reflexionen sobre ellas. Son las mismas que van apareciendo en estas páginas cada día.

La peregrina, cogió el libro entre sus manos y fue ojeando las páginas mientras se deleitaba con esas fotos de los lugares que ella conocía porque ya había pasado por ellos. De repente, algo llamó su atención y emitió un grito de sorpresa con mezcla de admiración y se levantó de la silla en la que se encontraba y fue al lugar en el que había dejado el bordón de peregrina con el que estaba haciendo el Camino.

Mostró el bordón que era el mismo que aparecía en la foto que se había sacado dos años antes en otro Camino donde el hospitalero estaba pasando unos días en un albergue. Hasta allí llegó la peregrina que antes de comenzar una nueva jornada, dejó su bordón sobre uno de los hitos del Camino que conjuntaban perfectamente para una bonita instantánea.

Comentamos lo que son las casualidades del Camino, pero enseguida nos dimos cuenta que era el Camino el que determinaba estos momentos, porque la peregrina no tenía previsto llegar hasta Tábara. Inicialmente iba a detenerse en Faramontanos y algo la animó a seguir un poco más. Esas señales invisibles que en ocasiones sin saber como, el Camino hace que se instalen en nuestra mente y son las que nos animan a seguir un poco más, siempre hasta donde, ha determinado que lleguemos.

Celebramos este reencuentro y sacamos una nueva foto, porque cuando se fue por la mañana, estaba convencida que cuando de nuevo el Camino lo volviera a determinar nos juntaría una vez más.

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